/ jueves 10 de mayo de 2018

Imagogenia


¿Y el título?

La percepción positiva de la imagen pública de un personaje en el ojo del huracán político –como cualquiera de los cinco candidatos- es un fino velo que con una mala respuesta, una reacción equivocada o un discurso mal elaborado puede cambiar su sentido.

Las redes sociales digitales han hecho que la posibilidad de controlar este tipo de “desaciertos” se vuelva prácticamente imposible, sin embargo la reacción o la respuesta que tiene el actor público sobre la viralización de contenidos de este tipo se ha convertido en el punto clave para minimizar el daño que estos ejercen sobre la percepción colectiva y en algunos casos beneficiarlo con un cambio perceptual colectivo digital.

No podemos decir que ese sea el caso del candidato priista, José Antonio Meade, pero es un claro ejemplo de que una respuesta oportuna en redes sociales es clave. Esto porque, hace unos días Meade se presentó en la tradicional entrevista a candidatos en el programa de Televisa “Tercer Grado” –mismo que inició con Andrés Manuel- y es de reconocer que el candidato priista realizó un buen trabajo, sin duda tuvo ayuda de los entrevistadores pues poco o nada se cuestionó sobre Odebrecht, la casa blanca o el actuar de los gobernadores priistas acusados de corrupción; sin embargo, nadie se acuerda de lo bien que manejó el discurso, de su preparación o de su capacidad para sortear preguntas incomodas como “si Enrique Peña es honesto”.

Las redes sociales notaron solamente aquello en lo que erró, así es la naturaleza de las redes, en estas destacó que Meade no supo el nombre del libro que publicaría en una semana literal dijo “…no recuerdo como se llama pero sí lo escribí yo… lo único que no escribí yo es el título”; pero eso no es todo, otro de los factores negativos para la imagen es que las redes tienen memoria a largo plazo, por más que un tema se pierda en el “timeline” digital este siempre tiene la posibilidad de resurgir en el momento menos oportuno y claro está, esta no es la excepción pues muchos usuarios digitales recordaron la participación de Enrique Peña –aún precandidato- a la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara, y ese momento incomodo en el que confundió los nombres de los libros y sus escritores.

Sin embargo, Meade reaccionó de manera “favorable” – aunque en su caso el daño ya estaba hecho desde el 2011 con el desacierto de EPN-, ya que su equipo digital aprovechó este momento para responder a las críticas en redes sociales con un tweet de pocas palabras “¡Ya me acordé!” acompañado de la imagen del libro de su autoría “El México que merecemos”. Una buena estrategia, que destaca por ser oportuna, pues el libro recibe una publicidad no programada por la coyuntura del momento, lo que permite su viralización con un sentido del humor muy parecido al que hemos visto en un par de ocasiones en el Twitter del Presidente.

@Mar_Naa


¿Y el título?

La percepción positiva de la imagen pública de un personaje en el ojo del huracán político –como cualquiera de los cinco candidatos- es un fino velo que con una mala respuesta, una reacción equivocada o un discurso mal elaborado puede cambiar su sentido.

Las redes sociales digitales han hecho que la posibilidad de controlar este tipo de “desaciertos” se vuelva prácticamente imposible, sin embargo la reacción o la respuesta que tiene el actor público sobre la viralización de contenidos de este tipo se ha convertido en el punto clave para minimizar el daño que estos ejercen sobre la percepción colectiva y en algunos casos beneficiarlo con un cambio perceptual colectivo digital.

No podemos decir que ese sea el caso del candidato priista, José Antonio Meade, pero es un claro ejemplo de que una respuesta oportuna en redes sociales es clave. Esto porque, hace unos días Meade se presentó en la tradicional entrevista a candidatos en el programa de Televisa “Tercer Grado” –mismo que inició con Andrés Manuel- y es de reconocer que el candidato priista realizó un buen trabajo, sin duda tuvo ayuda de los entrevistadores pues poco o nada se cuestionó sobre Odebrecht, la casa blanca o el actuar de los gobernadores priistas acusados de corrupción; sin embargo, nadie se acuerda de lo bien que manejó el discurso, de su preparación o de su capacidad para sortear preguntas incomodas como “si Enrique Peña es honesto”.

Las redes sociales notaron solamente aquello en lo que erró, así es la naturaleza de las redes, en estas destacó que Meade no supo el nombre del libro que publicaría en una semana literal dijo “…no recuerdo como se llama pero sí lo escribí yo… lo único que no escribí yo es el título”; pero eso no es todo, otro de los factores negativos para la imagen es que las redes tienen memoria a largo plazo, por más que un tema se pierda en el “timeline” digital este siempre tiene la posibilidad de resurgir en el momento menos oportuno y claro está, esta no es la excepción pues muchos usuarios digitales recordaron la participación de Enrique Peña –aún precandidato- a la Feria Internacional del Libro (FIL) en Guadalajara, y ese momento incomodo en el que confundió los nombres de los libros y sus escritores.

Sin embargo, Meade reaccionó de manera “favorable” – aunque en su caso el daño ya estaba hecho desde el 2011 con el desacierto de EPN-, ya que su equipo digital aprovechó este momento para responder a las críticas en redes sociales con un tweet de pocas palabras “¡Ya me acordé!” acompañado de la imagen del libro de su autoría “El México que merecemos”. Una buena estrategia, que destaca por ser oportuna, pues el libro recibe una publicidad no programada por la coyuntura del momento, lo que permite su viralización con un sentido del humor muy parecido al que hemos visto en un par de ocasiones en el Twitter del Presidente.

@Mar_Naa