/ jueves 18 de octubre de 2018

Imagogenia


Malas Palabras

El sexenio de Enrique Peña Nieto está por terminar y si bien con él vivimos bastantes tropiezos por su ignorancia en protocolos, sus discursos poco elocuentes o sus innumerables malas bromas; los personajes que engalanaron su gabinete no se quedaron atrás; sí, ellos también dieron mucho de que hablar y sin duda sumaron a la mala imagen de su administración.

Independientemente de los escándalos de corrupción que acecharon a la administración saliente, el uso del mensaje inadecuado fue un fuerte motivo para hacer sangrar la poca credibilidad y confianza que la ciudadanía les tenía.

El tropiezo más memorable sin duda no fue uno del gabinete, pero sí fue el que causó la mayor cantidad de estragos, al grado de ser el punto medular en la pérdida de credibilidad de la actual administración: Angélica Rivera y su casa blanca. A sólo cuatro meses de que Enrique Peña tomara posesión, la primera dama dio una entrevista a la revista “¡Hola!” donde dio a conocer su vida privada y la futura casa en la que viviría su familia, una casa “prestada” por una constructora que trabajó para el entonces gobernador Peña, así nace el escándalo y declive de su imagen con la famosa “casa blanca”.

El siguiente momento que definió la actual administración fue cuando, según los rumores y en su afán por tener el control, Luis Videgaray entonces secretario de Hacienda –o sea nada que ver con diplomacia- invitó a un candidato a la presidencia de Estados Unidos a reunirse con el presidente de la República, un hecho sin precedente que además molestó a muchos mexicanos ya que dicho candidato, Donald Trump, había agredido verbalmente a nuestra nación. Sin embargo, la cosa no terminó ahí, poco tiempo después dicho personaje fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores, puesto para el que sin duda no estaba preparado y lo sabía, tanto así que decidió declarar: “No soy diplomático, vengo a aprender de ustedes…”, lo que desató un sin fin de memes en las redes y obvio la crítica social.

No podemos olvidar el desliz del exsecretario de Desarrollo Social, Luis Miranda, quien tendría que haberse disculpado en más de una ocasión por comentarios hechos de mala forma, en un mal momento y con las palabras equivocadas, como la respuesta que dio en 2016 a la diputada Araceli Damián durante su comparecencia: “Desgraciadamente no estudié psiquiatría para entenderle a usted”, al menos por esta sí se disculpó.

También está la célebre dicción del secretario de Educación, Aurelio Nuño, con la palabra “ler” o la declaración más reciente de Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, dónde declaró que los pobres no comen gasolina. Vamos, estos son sólo algunos ejemplos de cómo la construcción del mensaje y la articulación elocuente de las ideas es fundamental para los políticos o figuras públicas, algo que el futuro presidente y su equipo deben tener muy en claro, de lo contrario, es casi seguro que correrán la misma suerte que la actual administración.


Malas Palabras

El sexenio de Enrique Peña Nieto está por terminar y si bien con él vivimos bastantes tropiezos por su ignorancia en protocolos, sus discursos poco elocuentes o sus innumerables malas bromas; los personajes que engalanaron su gabinete no se quedaron atrás; sí, ellos también dieron mucho de que hablar y sin duda sumaron a la mala imagen de su administración.

Independientemente de los escándalos de corrupción que acecharon a la administración saliente, el uso del mensaje inadecuado fue un fuerte motivo para hacer sangrar la poca credibilidad y confianza que la ciudadanía les tenía.

El tropiezo más memorable sin duda no fue uno del gabinete, pero sí fue el que causó la mayor cantidad de estragos, al grado de ser el punto medular en la pérdida de credibilidad de la actual administración: Angélica Rivera y su casa blanca. A sólo cuatro meses de que Enrique Peña tomara posesión, la primera dama dio una entrevista a la revista “¡Hola!” donde dio a conocer su vida privada y la futura casa en la que viviría su familia, una casa “prestada” por una constructora que trabajó para el entonces gobernador Peña, así nace el escándalo y declive de su imagen con la famosa “casa blanca”.

El siguiente momento que definió la actual administración fue cuando, según los rumores y en su afán por tener el control, Luis Videgaray entonces secretario de Hacienda –o sea nada que ver con diplomacia- invitó a un candidato a la presidencia de Estados Unidos a reunirse con el presidente de la República, un hecho sin precedente que además molestó a muchos mexicanos ya que dicho candidato, Donald Trump, había agredido verbalmente a nuestra nación. Sin embargo, la cosa no terminó ahí, poco tiempo después dicho personaje fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores, puesto para el que sin duda no estaba preparado y lo sabía, tanto así que decidió declarar: “No soy diplomático, vengo a aprender de ustedes…”, lo que desató un sin fin de memes en las redes y obvio la crítica social.

No podemos olvidar el desliz del exsecretario de Desarrollo Social, Luis Miranda, quien tendría que haberse disculpado en más de una ocasión por comentarios hechos de mala forma, en un mal momento y con las palabras equivocadas, como la respuesta que dio en 2016 a la diputada Araceli Damián durante su comparecencia: “Desgraciadamente no estudié psiquiatría para entenderle a usted”, al menos por esta sí se disculpó.

También está la célebre dicción del secretario de Educación, Aurelio Nuño, con la palabra “ler” o la declaración más reciente de Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, dónde declaró que los pobres no comen gasolina. Vamos, estos son sólo algunos ejemplos de cómo la construcción del mensaje y la articulación elocuente de las ideas es fundamental para los políticos o figuras públicas, algo que el futuro presidente y su equipo deben tener muy en claro, de lo contrario, es casi seguro que correrán la misma suerte que la actual administración.