/ jueves 10 de enero de 2019

Imagogenia


Estrategia

Parece inevitable no hablar del problema de abasto de gasolina que se vive en varios estados de la República Mexicana. Es complicado entender el tema pero más complicado es generar empatía con la estrategia del gobierno cuando tener un cuarto de tanque es motivo de pánico –a pesar de que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador diga lo contrario-.

Si bien, la intención o el objetivo de AMLO es loable pues se busca acabar con la corrupción que supuestamente tiene como pantalla el famosísimo “huachicoleo” y que se traduce en pérdidas de hasta 60 mil millones de pesos anuales, la afectación social inmediata es importante. Se entiende que el plan del Gobierno de México es: primero resguardar y vigilar los puntos clave –instalaciones de Pemex, refinerías, terminales de almacenamiento y distribución, etcétera-, para después hacer las investigaciones pertinentes y que a su vez se envíe una reforma al Congreso para que el robo de combustibles sea considerado un delito grave; hasta aquí todo bien, pero ¿por qué falta gasolina en las gasolineras?

Antes que nada debe quedar claro que gasolina si hay, el problema fue que al implementar las medidas para el combate a la corrupción en el sector –que en efecto incluían el cierre de los ductos que facilitan el abastecimiento- el gobierno se olvidó de hacer una reestructura logística eficaz, que evitara el pánico social derivado de la falta de producto en las gasolineras. Lo que al final del día provocó descontento sobre una “buena” acción del gobierno, pues éste al actuar por impulso y no darse más tiempo para medir las repercusiones que dicha estrategia traería y tener soluciones reales a la mano, hizo que el objetivo final perdiera crédito y se convirtiera en una decisión socialmente caótica, que además repercute en su imagen.

Porque sin importar que el objetivo sea el combate a la corrupción la implementación de dicha estrategia está afectando la vida de millones de mexicanos, y eso evidentemente afectará de forma directa la percepción que se tiene del gobierno hasta por los mismos simpatizantes. Porque, siendo honestos, los ciudadanos promedio no tenemos donde cargar gasolina o si lo hay la realidad es que hay que esperar de 40 minutos hasta 4 horas para poder cargar el tanque y al llegar con el despachador te limitan a 300 pesos por carro a menos que les des una buena propina –que en mi pueblo a eso le llaman extorsión-.

En conclusión ¿qué fue lo que falló? Lo mismo que a la administración del ex presidente Enrique Peña Nieto: la comunicación. Porque, por ejemplo en noviembre tuvimos los habituales cortes en el suministro de agua y sin embargo no hubo mayor queja social al respecto, se informó a la población, ésta se previno y nadie habló más del tema. Seguramente sus motivos tendrán para no haber prevenido al respecto, sin embargo queda claro que se implementó -y se sigue implementando- una mala estrategia de comunicación para una mala estrategia de combate a la corrupción que habría sido magistral si se hubiesen tomado unos meses más en conocer el entorno, realizar una verdadera planeación e implementar en beneficio social, porque al final del día el objetivo es claro y bueno, lo malo fue la ejecución.

@Mar_Naa


Estrategia

Parece inevitable no hablar del problema de abasto de gasolina que se vive en varios estados de la República Mexicana. Es complicado entender el tema pero más complicado es generar empatía con la estrategia del gobierno cuando tener un cuarto de tanque es motivo de pánico –a pesar de que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador diga lo contrario-.

Si bien, la intención o el objetivo de AMLO es loable pues se busca acabar con la corrupción que supuestamente tiene como pantalla el famosísimo “huachicoleo” y que se traduce en pérdidas de hasta 60 mil millones de pesos anuales, la afectación social inmediata es importante. Se entiende que el plan del Gobierno de México es: primero resguardar y vigilar los puntos clave –instalaciones de Pemex, refinerías, terminales de almacenamiento y distribución, etcétera-, para después hacer las investigaciones pertinentes y que a su vez se envíe una reforma al Congreso para que el robo de combustibles sea considerado un delito grave; hasta aquí todo bien, pero ¿por qué falta gasolina en las gasolineras?

Antes que nada debe quedar claro que gasolina si hay, el problema fue que al implementar las medidas para el combate a la corrupción en el sector –que en efecto incluían el cierre de los ductos que facilitan el abastecimiento- el gobierno se olvidó de hacer una reestructura logística eficaz, que evitara el pánico social derivado de la falta de producto en las gasolineras. Lo que al final del día provocó descontento sobre una “buena” acción del gobierno, pues éste al actuar por impulso y no darse más tiempo para medir las repercusiones que dicha estrategia traería y tener soluciones reales a la mano, hizo que el objetivo final perdiera crédito y se convirtiera en una decisión socialmente caótica, que además repercute en su imagen.

Porque sin importar que el objetivo sea el combate a la corrupción la implementación de dicha estrategia está afectando la vida de millones de mexicanos, y eso evidentemente afectará de forma directa la percepción que se tiene del gobierno hasta por los mismos simpatizantes. Porque, siendo honestos, los ciudadanos promedio no tenemos donde cargar gasolina o si lo hay la realidad es que hay que esperar de 40 minutos hasta 4 horas para poder cargar el tanque y al llegar con el despachador te limitan a 300 pesos por carro a menos que les des una buena propina –que en mi pueblo a eso le llaman extorsión-.

En conclusión ¿qué fue lo que falló? Lo mismo que a la administración del ex presidente Enrique Peña Nieto: la comunicación. Porque, por ejemplo en noviembre tuvimos los habituales cortes en el suministro de agua y sin embargo no hubo mayor queja social al respecto, se informó a la población, ésta se previno y nadie habló más del tema. Seguramente sus motivos tendrán para no haber prevenido al respecto, sin embargo queda claro que se implementó -y se sigue implementando- una mala estrategia de comunicación para una mala estrategia de combate a la corrupción que habría sido magistral si se hubiesen tomado unos meses más en conocer el entorno, realizar una verdadera planeación e implementar en beneficio social, porque al final del día el objetivo es claro y bueno, lo malo fue la ejecución.

@Mar_Naa