/ jueves 16 de noviembre de 2017

Imagogenia

La problemática de imagen que enfrenta la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) no es menor y queda claro que el rector, Alfredo Barrera Baca, no la tiene fácil y menos si, como lo ha demostrado en innumerables ocasiones, se ostenta sólo como un investigador y no como un político. Tal vez valdría la pena recordarle al rector que su labor debe velar por el presupuesto que le dará la capacidad de atender la demanda social de educación superior en uno de los estados más poblados de México.

Pero ¿A qué problemática me refiero? Bueno, para decirlo sin complicaciones –porque como les gusta enredar las cosas con conceptos que la mayoría de la población no entendemos- se lo planteo así: todo indica –porque entre la falta de información y lo complejo no hay certeza de nada- que desde el 2013, la UAEM fue contratada por el Gobierno Federal, junto con otras ocho universidades estatales, para ciertos servicios; así, de manera irregular, estas instituciones educativas subarrendaron a empresas fantasmas que hicieron que el dinero fluyera a favor de la actual administración federal, lo que implicaría a los exrectores Eduardo Gasca Pliego y Jorge Olvera García, actual presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Edomex. Vaya problema de imagen ¿no? ¿Cómo manejar un problema de reputación de la (ex) titularidad que señala de forma violenta la reputación de la institución? Aquí se requiere de tacto y una muy buena estrategia, pues no se especula con temas menores hablamos de que se podría asociar a la universidad y a sus miembros con delitos como: peculado, desvío de recursos, delincuencia organizada, enriquecimiento ilícito, por mencionar algunos.

Sin embargo, el rector de la UAEM, Alfredo Barrera, dice que no, que la imagen de la misma no se ha visto afectada derivado de estos escándalos mediáticos. Aquí el problema no es si la información es cierta o no, aquí el problema es que no se está actuando de forma oportuna ante la crisis. Quisiera que después de saber lo anterior, el rector en persona le preguntara a la comunidad estudiantil qué piensa al respecto, cómo perciben a la universidad después de saberse este tipo de ilícitos y qué sentimiento les deja. Y por qué no también a la comunidad de catedráticos e investigadores que se ven tan limitados en sus presupuestos y salarios.

Si bien de momento no son escándalos que se hayan hecho virales –es decir, no se han propagado a la velocidad que estamos acostumbrados con los medios digitales- el tema se ha convertido en una constante para los medios de comunicación en general y no tarda en volverse de una magnitud tal que afecte a gran escala la credibilidad de la institución y así la estabilidad de la universidad, porque son muchas las incongruencias, poca la información y a destiempo; y mucho el lugar a la duda y a la especulación.

Así, el rector no haría mal en trabajar con su equipo de asesores y secretarios –sobre todo el área de comunicación e imagen- para encontrar una solución al problema y pronto; porque esta temática alcanzará lugares de descontento que afectarían la dinámica universitaria. ¿Por qué digo esto? Bien, el problema en sí es de fondo uno de credibilidad, con este tipo de señalamientos la Universidad pierde poco a poco la confianza por parte de la ciudadanía, pero más importante aún la pierde por parte de su audiencia estudiantil y catedrática que son, al final del día, quienes le dan su verdadera identidad. Qué le asegura a Barrera Baca que esta problemática de reputación institucional no repercuta en un levantamiento estudiantil o un paro de maestros que al sentirse en descontento noten sus bajos salarios en comparación con el supuesto desfalco millonario en contubernio –gobierno-universidad-. Esperemos que el rector se “ponga las pilas” y actúe pronto y de tajo o toda la comunidad universitaria pagará las consecuencias, incluido él.

 

Twitter: @Mar_Naa

La problemática de imagen que enfrenta la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) no es menor y queda claro que el rector, Alfredo Barrera Baca, no la tiene fácil y menos si, como lo ha demostrado en innumerables ocasiones, se ostenta sólo como un investigador y no como un político. Tal vez valdría la pena recordarle al rector que su labor debe velar por el presupuesto que le dará la capacidad de atender la demanda social de educación superior en uno de los estados más poblados de México.

Pero ¿A qué problemática me refiero? Bueno, para decirlo sin complicaciones –porque como les gusta enredar las cosas con conceptos que la mayoría de la población no entendemos- se lo planteo así: todo indica –porque entre la falta de información y lo complejo no hay certeza de nada- que desde el 2013, la UAEM fue contratada por el Gobierno Federal, junto con otras ocho universidades estatales, para ciertos servicios; así, de manera irregular, estas instituciones educativas subarrendaron a empresas fantasmas que hicieron que el dinero fluyera a favor de la actual administración federal, lo que implicaría a los exrectores Eduardo Gasca Pliego y Jorge Olvera García, actual presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Edomex. Vaya problema de imagen ¿no? ¿Cómo manejar un problema de reputación de la (ex) titularidad que señala de forma violenta la reputación de la institución? Aquí se requiere de tacto y una muy buena estrategia, pues no se especula con temas menores hablamos de que se podría asociar a la universidad y a sus miembros con delitos como: peculado, desvío de recursos, delincuencia organizada, enriquecimiento ilícito, por mencionar algunos.

Sin embargo, el rector de la UAEM, Alfredo Barrera, dice que no, que la imagen de la misma no se ha visto afectada derivado de estos escándalos mediáticos. Aquí el problema no es si la información es cierta o no, aquí el problema es que no se está actuando de forma oportuna ante la crisis. Quisiera que después de saber lo anterior, el rector en persona le preguntara a la comunidad estudiantil qué piensa al respecto, cómo perciben a la universidad después de saberse este tipo de ilícitos y qué sentimiento les deja. Y por qué no también a la comunidad de catedráticos e investigadores que se ven tan limitados en sus presupuestos y salarios.

Si bien de momento no son escándalos que se hayan hecho virales –es decir, no se han propagado a la velocidad que estamos acostumbrados con los medios digitales- el tema se ha convertido en una constante para los medios de comunicación en general y no tarda en volverse de una magnitud tal que afecte a gran escala la credibilidad de la institución y así la estabilidad de la universidad, porque son muchas las incongruencias, poca la información y a destiempo; y mucho el lugar a la duda y a la especulación.

Así, el rector no haría mal en trabajar con su equipo de asesores y secretarios –sobre todo el área de comunicación e imagen- para encontrar una solución al problema y pronto; porque esta temática alcanzará lugares de descontento que afectarían la dinámica universitaria. ¿Por qué digo esto? Bien, el problema en sí es de fondo uno de credibilidad, con este tipo de señalamientos la Universidad pierde poco a poco la confianza por parte de la ciudadanía, pero más importante aún la pierde por parte de su audiencia estudiantil y catedrática que son, al final del día, quienes le dan su verdadera identidad. Qué le asegura a Barrera Baca que esta problemática de reputación institucional no repercuta en un levantamiento estudiantil o un paro de maestros que al sentirse en descontento noten sus bajos salarios en comparación con el supuesto desfalco millonario en contubernio –gobierno-universidad-. Esperemos que el rector se “ponga las pilas” y actúe pronto y de tajo o toda la comunidad universitaria pagará las consecuencias, incluido él.

 

Twitter: @Mar_Naa