/ jueves 23 de noviembre de 2017

Imagogenia

Como lo escribí en otras ocasiones y antes de que iniciara la administración del gobernador Alfredo del Mazo, uno de los temas más importantes que deberá atender será el del transporte público y no sólo por su falta de orden, también por ser sumamente inseguro –percepción generalizada en todo el país, pues según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 73.7% de la población se siente insegura en el transporte público-.

Sin embargo, la imagen del transporte en nuestro estado está lejos de cambiar, pues todo parece indicar que de nuevo dejarán el tema del reordenamiento del transporte como promesa incumplida y ni se diga sobre el tema de la inseguridad en la que –seamos honestos, estimado lector- veo complicado puedan cumplir con su palabra en el transporte y fuera de éste.

Lo anterior viene a colación porque el secretario de Movilidad de la entidad, Raymundo Martínez, dijo que el reordenamiento del transporte será un plan a largo plazo –¿le suena familiar?-, justificándose en la falta de estudios sobre el tema que dejó la anterior administración. Se entiende que necesitan una base para actuar y aún más que son seres humanos no hacedores de milagros –aunque a decir verdad, el transporte en la entidad de momento necesita un milagro-, pero ¿Por qué prometen acciones en campaña que no tienen la certeza de poder cumplir?

Es evidente que el transporte público y los intereses políticos van de la mano y en vista de lo apremiantes que resultan las próximas elecciones y cómo afectarían la imagen de Del Mazo si llega a perder el estado –en municipales y en presidencial- seguramente el secretario de Movilidad no quiere mover un dedo para no pelear con el transporte o en su defecto tiene la instrucción de mantenerlos contentos o al menos aplacados –a ellos y no al ciudadano que vota, fíjese la ironía-. Lamentable, pareciera que quien tiene el control sobre la movilidad en el Estado de México es el líder transportista y no el gobierno –quien se supone debería otorgar el servicio, pero como no tiene la capacidad lo concesiona-.

Lo grave aquí es que a pesar de que el pasaje subió a 10 pesos en septiembre de este año –siendo honestos, los choferes ya cobraban esta cantidad desde principios de año-, la mayoría de las unidades de transporte de la entidad –alrededor de 175 mil, aunque ni la SEMOV tiene el dato exacto- siguen en condiciones deplorables y eso no sólo afecta la imagen urbana, sino también a la imagen de saturación, inseguridad y desorden, pero sobre todo de falta de control en la materia por parte del gobierno.

Por su parte, el gremio transportista hizo compromisos –como siempre- para que se permitiera el aumento al transporte como la renovación de unidades, la instalación de botones de pánico y cámaras de seguridad, capacitación de operadores y beneficios a grupos vulnerables –sí, esas que ya habían hecho en el aumento anterior y no cumplió-. No se usted pero yo no veo que hayan mejorado en algo las unidades de transporte, se entiende que renovar dichas unidades requiere dinero pero ¿y meter en cintura a quienes las manejan? Eso les debe salir muy barato a los líderes del gremio, ¿no? Más seguimos viendo accidentes, paradas en lugares no establecidos, operadores que dan positivo en los toxicológicos y conductores desesperados. Nada menos el día 20 de noviembre, dos unidades de transporte procedentes de Ecatepec chocaron porque el chofer de una de ellas iba a exceso de velocidad y no alcanzó a frenar; el resultado, 19 personas lesionadas.

Ahora pregunto a cualquiera de los millones de usuarios del transporte público en el Estado de México ¿Se siente seguro? ¿Cómo percibe el transporte en la entidad? ¿Qué cambiaría? ¿Cree que la actual administración vaya a lograr mejorar la imagen del transporte? Entiendo que estas respuestas las da uno como usuario y sin conocer la problemática de fondo de la misma, pero al final del día estas son las percepciones que el gobierno debería de modificar.

 

Twitter: @Mar_Naa

Como lo escribí en otras ocasiones y antes de que iniciara la administración del gobernador Alfredo del Mazo, uno de los temas más importantes que deberá atender será el del transporte público y no sólo por su falta de orden, también por ser sumamente inseguro –percepción generalizada en todo el país, pues según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 73.7% de la población se siente insegura en el transporte público-.

Sin embargo, la imagen del transporte en nuestro estado está lejos de cambiar, pues todo parece indicar que de nuevo dejarán el tema del reordenamiento del transporte como promesa incumplida y ni se diga sobre el tema de la inseguridad en la que –seamos honestos, estimado lector- veo complicado puedan cumplir con su palabra en el transporte y fuera de éste.

Lo anterior viene a colación porque el secretario de Movilidad de la entidad, Raymundo Martínez, dijo que el reordenamiento del transporte será un plan a largo plazo –¿le suena familiar?-, justificándose en la falta de estudios sobre el tema que dejó la anterior administración. Se entiende que necesitan una base para actuar y aún más que son seres humanos no hacedores de milagros –aunque a decir verdad, el transporte en la entidad de momento necesita un milagro-, pero ¿Por qué prometen acciones en campaña que no tienen la certeza de poder cumplir?

Es evidente que el transporte público y los intereses políticos van de la mano y en vista de lo apremiantes que resultan las próximas elecciones y cómo afectarían la imagen de Del Mazo si llega a perder el estado –en municipales y en presidencial- seguramente el secretario de Movilidad no quiere mover un dedo para no pelear con el transporte o en su defecto tiene la instrucción de mantenerlos contentos o al menos aplacados –a ellos y no al ciudadano que vota, fíjese la ironía-. Lamentable, pareciera que quien tiene el control sobre la movilidad en el Estado de México es el líder transportista y no el gobierno –quien se supone debería otorgar el servicio, pero como no tiene la capacidad lo concesiona-.

Lo grave aquí es que a pesar de que el pasaje subió a 10 pesos en septiembre de este año –siendo honestos, los choferes ya cobraban esta cantidad desde principios de año-, la mayoría de las unidades de transporte de la entidad –alrededor de 175 mil, aunque ni la SEMOV tiene el dato exacto- siguen en condiciones deplorables y eso no sólo afecta la imagen urbana, sino también a la imagen de saturación, inseguridad y desorden, pero sobre todo de falta de control en la materia por parte del gobierno.

Por su parte, el gremio transportista hizo compromisos –como siempre- para que se permitiera el aumento al transporte como la renovación de unidades, la instalación de botones de pánico y cámaras de seguridad, capacitación de operadores y beneficios a grupos vulnerables –sí, esas que ya habían hecho en el aumento anterior y no cumplió-. No se usted pero yo no veo que hayan mejorado en algo las unidades de transporte, se entiende que renovar dichas unidades requiere dinero pero ¿y meter en cintura a quienes las manejan? Eso les debe salir muy barato a los líderes del gremio, ¿no? Más seguimos viendo accidentes, paradas en lugares no establecidos, operadores que dan positivo en los toxicológicos y conductores desesperados. Nada menos el día 20 de noviembre, dos unidades de transporte procedentes de Ecatepec chocaron porque el chofer de una de ellas iba a exceso de velocidad y no alcanzó a frenar; el resultado, 19 personas lesionadas.

Ahora pregunto a cualquiera de los millones de usuarios del transporte público en el Estado de México ¿Se siente seguro? ¿Cómo percibe el transporte en la entidad? ¿Qué cambiaría? ¿Cree que la actual administración vaya a lograr mejorar la imagen del transporte? Entiendo que estas respuestas las da uno como usuario y sin conocer la problemática de fondo de la misma, pero al final del día estas son las percepciones que el gobierno debería de modificar.

 

Twitter: @Mar_Naa