/ jueves 15 de febrero de 2018

Imagogenia

Ochoa Reza y la palabra


El uso correcto de la palabra es fundamental, las redes sociales ya no lo permiten de otra manera, no hay forma de enmendar, modificar o corregir una declaración inicial en el que se usan palabras: mal dichas, mal compuestas y en mal momento.

Cuándo un político con una sola palabra minimiza o menosprecia la forma de ser, de ver o de vivir de aquellos a los que pretende gobernar se convierte no sólo en el reflejo de su imagen pública personal, sino en la del partido al que representa y sus integrantes. Como por ejemplo el racismo –de cualquier tipo-, al que hoy la sociedad es intolerante, hecho que aplaudo, porque aunque no se trata de ser extremistas si se trata de respetarnos por el simple hecho de ser humanos.

Así, cuando quien tiene el título de presidente nacional del PRI y por lo tanto es la voz de todos los priístas, Enrique Ochoa Reza manifiesta públicamente palabras que podrían interpretarse racistas: de clase, raza y género, se atribuye el hecho a una ofensa lamentable que repercute a su partido pero de forma más importante por el contexto actual, a la precampaña de José Antonio Mead. Uno pensaría que por su posición sería más cuidadoso en su forma de hablar y de actuar.

Explico lo anterior. Ochoa Reza en un evento en Tabasco, no sé si en su afán de agradar a la concurrencia y ofender a los priístas que se fueron a Morena, se refirió a ellos como “PRIetos”, tal vez como una ocurrencia de último minuto en busca de retomar el “concepto” empleado por el precandidato independiente Jaime Rodríguez “El Bronco” o simplemente fue una muy mala estrategia reflejada en un mal discurso. No conforme con esto, el líder priísta plasmó en la nube digital su error estratégico en un tweet: “A los prietos de #Morena les vamos a demostrar que son PRIetos pero ya no aprietan”, así seguramente sin querer reitera la imagen del priísta en decadencia: machista, con alta influencia, poderoso y por encima del pueblo, en total oposición a aquello que precisamente busca representar –porque no estoy segura de que lo haga- Morena: un partido del pueblo –aunque sea fundado para y por las necesidades de un solo personaje-, asociado con la “Virgen Morena” –recordemos que casi el 90% de la población en México es católica- y dirigido a las clases vulnerables. Y aunque se disculpó y explicó sus palabras, el daño ya estaba hecho.

El PRI debe encontrar un punto medio, reducir sus excesos y trabajar en la línea que Meade ya trazó en el que la unidad y las propuestas son base, mientras que para la confrontación y los insultos no hay cabida. Los priístas, empezando por sus líderes, tienen que medir cuidadosamente sus palabras, porque la palabra es hoy en día un elemento crucial para la construcción de una imagen, el mensaje es clave: sus implicaciones, el contexto, la interpretación y su impacto.


Twiiter: @Mar_Naa

Ochoa Reza y la palabra


El uso correcto de la palabra es fundamental, las redes sociales ya no lo permiten de otra manera, no hay forma de enmendar, modificar o corregir una declaración inicial en el que se usan palabras: mal dichas, mal compuestas y en mal momento.

Cuándo un político con una sola palabra minimiza o menosprecia la forma de ser, de ver o de vivir de aquellos a los que pretende gobernar se convierte no sólo en el reflejo de su imagen pública personal, sino en la del partido al que representa y sus integrantes. Como por ejemplo el racismo –de cualquier tipo-, al que hoy la sociedad es intolerante, hecho que aplaudo, porque aunque no se trata de ser extremistas si se trata de respetarnos por el simple hecho de ser humanos.

Así, cuando quien tiene el título de presidente nacional del PRI y por lo tanto es la voz de todos los priístas, Enrique Ochoa Reza manifiesta públicamente palabras que podrían interpretarse racistas: de clase, raza y género, se atribuye el hecho a una ofensa lamentable que repercute a su partido pero de forma más importante por el contexto actual, a la precampaña de José Antonio Mead. Uno pensaría que por su posición sería más cuidadoso en su forma de hablar y de actuar.

Explico lo anterior. Ochoa Reza en un evento en Tabasco, no sé si en su afán de agradar a la concurrencia y ofender a los priístas que se fueron a Morena, se refirió a ellos como “PRIetos”, tal vez como una ocurrencia de último minuto en busca de retomar el “concepto” empleado por el precandidato independiente Jaime Rodríguez “El Bronco” o simplemente fue una muy mala estrategia reflejada en un mal discurso. No conforme con esto, el líder priísta plasmó en la nube digital su error estratégico en un tweet: “A los prietos de #Morena les vamos a demostrar que son PRIetos pero ya no aprietan”, así seguramente sin querer reitera la imagen del priísta en decadencia: machista, con alta influencia, poderoso y por encima del pueblo, en total oposición a aquello que precisamente busca representar –porque no estoy segura de que lo haga- Morena: un partido del pueblo –aunque sea fundado para y por las necesidades de un solo personaje-, asociado con la “Virgen Morena” –recordemos que casi el 90% de la población en México es católica- y dirigido a las clases vulnerables. Y aunque se disculpó y explicó sus palabras, el daño ya estaba hecho.

El PRI debe encontrar un punto medio, reducir sus excesos y trabajar en la línea que Meade ya trazó en el que la unidad y las propuestas son base, mientras que para la confrontación y los insultos no hay cabida. Los priístas, empezando por sus líderes, tienen que medir cuidadosamente sus palabras, porque la palabra es hoy en día un elemento crucial para la construcción de una imagen, el mensaje es clave: sus implicaciones, el contexto, la interpretación y su impacto.


Twiiter: @Mar_Naa