/ viernes 29 de abril de 2022

Imagogenia | A Rosy

Nos conocimos hace muchos años, más de los que me gustaría admitir, y debo confesarle al mundo que te reíste incansablemente de mí cuando te confesé, hace un par de estos que creía que eras poco más grande que yo en edad pues ciertamente me llevabas más de una década, jamás reflejaste tus años, eras un alma joven, un consejo sabio y una chispa de alegría, te lo dije alguna vez, eras explosiva en todas sus variantes. Al final me queda claro que siempre supiste hablar mi idioma, y por eso te sentía tan cercana, y te lo agradezco profundamente.

Fuiste de esas pocas personas del trabajo que posteriormente tuve la dicha de llamar amiga, amiga de verdad, y lo sabes, te lo dije muchas veces.

Sólo a ti te confesé algunas de mis batallas más fuertes y, creo, tú hiciste lo mismo, por eso, desde hace años admiro tu fortaleza; porque aunque dicen que no se escarmienta en cabeza ajena, a veces, sólo a veces, uno escucha, calla y toma nota. Tal vez nunca te lo dije pero me educaste en más de una ocasión, no como mamá o como maestra, como amiga ya fuera con un café en mano o con un carajillo, pero siempre en esas pláticas eternas después de hablar de frivolidades y reírnos a carcajadas.

Como yo, odiabas ir siempre al mismo lugar, la rutina te mataba, y descubrir nuevos rinconcitos era parte de nuestra complicidad, y es que, no es que nos viéramos constantemente, pero cuando lo hacíamos siempre tuve la certeza de que eras esa amiga con la que, invariablemente, podía contar; no sólo porque te hablé de amores, desamores, fracasos, triunfos, torpezas y demás, y siempre tenías la palabra exacta, o porque me guiaste cuando mi vida era un sendero sin rumbo y a la fecha no sé cómo agradecértelo; sino porque, a ti, especialmente a ti, quería presentarte a mi abuelita, porque sabías lo que ella significaba para mí.

Recuerdo como si fuera ayer, cuando me marcaste el 15 de agosto del 2020, tu llamada llegó en un momento de profunda tristeza en mi vida y en absoluta coincidencia, a veces el destino es así, y es que, poco sabía que tenías una noticia aún más difícil que darme, lloramos juntas, nunca en silencio, eso no era lo nuestro y lo más impresionante es que, a pesar de todo aquello que estabas viviendo, tuviste la delicadeza de preocuparte por mi duelo antes que querer agobiarme con el tuyo; te lo dije, eres magia.

Y no, Rossy, no se me olvida tampoco esa llamada de hace un año exactamente, cuando te dije “Estás haciendo magia, respeta ese proceso. Cuan largo sea, es tuyo” poco entendía yo que ya eras magia, pues hoy estoy segura que tu espíritu no se venció, eso jamás, fue tu cuerpo el que ya no pudo.

Me queda claro que para los que nos quedamos tu ausencia será latente, pero la magia que has dejado en cada persona que tuvo la fortuna de quererte, latirá aún con más fuerza.

Hasta pronto mi Rossy


Doctoranda en Imagen Pública

Directora π en SCIO Group
Ex godín Gubernamental
Fisgona por naturaleza y delirante por la imagen
Facebook: Mar Nava Argüelles

Twitter: @Mar_Naa

Spotify: Imagogenia

Nos conocimos hace muchos años, más de los que me gustaría admitir, y debo confesarle al mundo que te reíste incansablemente de mí cuando te confesé, hace un par de estos que creía que eras poco más grande que yo en edad pues ciertamente me llevabas más de una década, jamás reflejaste tus años, eras un alma joven, un consejo sabio y una chispa de alegría, te lo dije alguna vez, eras explosiva en todas sus variantes. Al final me queda claro que siempre supiste hablar mi idioma, y por eso te sentía tan cercana, y te lo agradezco profundamente.

Fuiste de esas pocas personas del trabajo que posteriormente tuve la dicha de llamar amiga, amiga de verdad, y lo sabes, te lo dije muchas veces.

Sólo a ti te confesé algunas de mis batallas más fuertes y, creo, tú hiciste lo mismo, por eso, desde hace años admiro tu fortaleza; porque aunque dicen que no se escarmienta en cabeza ajena, a veces, sólo a veces, uno escucha, calla y toma nota. Tal vez nunca te lo dije pero me educaste en más de una ocasión, no como mamá o como maestra, como amiga ya fuera con un café en mano o con un carajillo, pero siempre en esas pláticas eternas después de hablar de frivolidades y reírnos a carcajadas.

Como yo, odiabas ir siempre al mismo lugar, la rutina te mataba, y descubrir nuevos rinconcitos era parte de nuestra complicidad, y es que, no es que nos viéramos constantemente, pero cuando lo hacíamos siempre tuve la certeza de que eras esa amiga con la que, invariablemente, podía contar; no sólo porque te hablé de amores, desamores, fracasos, triunfos, torpezas y demás, y siempre tenías la palabra exacta, o porque me guiaste cuando mi vida era un sendero sin rumbo y a la fecha no sé cómo agradecértelo; sino porque, a ti, especialmente a ti, quería presentarte a mi abuelita, porque sabías lo que ella significaba para mí.

Recuerdo como si fuera ayer, cuando me marcaste el 15 de agosto del 2020, tu llamada llegó en un momento de profunda tristeza en mi vida y en absoluta coincidencia, a veces el destino es así, y es que, poco sabía que tenías una noticia aún más difícil que darme, lloramos juntas, nunca en silencio, eso no era lo nuestro y lo más impresionante es que, a pesar de todo aquello que estabas viviendo, tuviste la delicadeza de preocuparte por mi duelo antes que querer agobiarme con el tuyo; te lo dije, eres magia.

Y no, Rossy, no se me olvida tampoco esa llamada de hace un año exactamente, cuando te dije “Estás haciendo magia, respeta ese proceso. Cuan largo sea, es tuyo” poco entendía yo que ya eras magia, pues hoy estoy segura que tu espíritu no se venció, eso jamás, fue tu cuerpo el que ya no pudo.

Me queda claro que para los que nos quedamos tu ausencia será latente, pero la magia que has dejado en cada persona que tuvo la fortuna de quererte, latirá aún con más fuerza.

Hasta pronto mi Rossy


Doctoranda en Imagen Pública

Directora π en SCIO Group
Ex godín Gubernamental
Fisgona por naturaleza y delirante por la imagen
Facebook: Mar Nava Argüelles

Twitter: @Mar_Naa

Spotify: Imagogenia