/ jueves 26 de mayo de 2022

Imagogenia | Evolución remota

A veces creemos que el cómo vestimos poco o nada tiene que ver con el cómo deberíamos ser tratados o percibidos. Sin embargo, esto es completamente falso, aunque nos duela aceptarlo, y es que, a pesar de que mucho han evolucionado las nuevas generaciones en este aspecto, la ropa que usamos como extensión de nuestra imagen siempre será un factor determinante sobre el cómo nos percibe nuestro entorno; ahora, cuando esto lo trasladamos al lo profesional es aún más complejo, pues siempre habrá alguien que nos señale porque no cumplimos con los estándares o expectativas.

Si bien las empresas han buscado estar más apegadas en la salud mental de sus trabajadores que en la ropa que usan, sobre todo después de que vino el COVID y nos encerró más o menos dos años hay algunas personas que opinan que no importa si el trabajo es remoto, los estándares de vestimenta profesional se deben mantener y respetar. Ciertamente, estamos navegando en aguas “nuevas” pues muchas empresas decidieron, hasta el momento, mantener el Home Office ya que este sistema de trabajo demostró ser efectivo en temas de ahorro de tiempo y recursos en general tanto para las empresas como para los empleados.

Como era de esperarse, la vestimenta de los empleados también ha cambiado y en consecuencia, ha sido tema de conversación digital. La realidad es que algunos empleados ven en el trabajo remoto la comodidad de vestir como mejor les plazca, personalmente mientras escribo estas líneas desde la sala de mi casa lo hago en jeans y playera a diferencia de cuando voy a reuniones en vestido con tacones. No obstante, hoy esta “comodidad” es debatible, por ejemplo un usuario de Twitter subió una foto agradeciendo el trabajo remoto porque podía estar con su bebé, en la foto se le ve con una playera sin mangas y el cabello sin arreglar, algunos usuarios criticaron su arreglo considerando que no es propio para trabajar, mientras que él se defendió diciendo, entre otras cosas, que “su vestimenta no define sus capacidades o compromiso con el trabajo” y, sin duda, su premisa es correcta, pues mientras nadie más lo vea, son otros los estímulos los que determinarán la percepción que su entorno tenga de él, como lo es la voz, su redacción y ortografía, su puntualidad en entregas o en llegadas a reuniones, entre otros.

Lo que no podemos pasar por alto es que, las costumbres en el mundo laboral están evolucionando incluido el tema del atuendo personal aunque, no podemos dejar de lado aquellos reglamentos de vestimenta cuyo fundamento es la seguridad de sus trabajadores; ni tampoco, que la vestimenta sigue siendo un fuerte comunicador de mensaje como por ejemplo el presidente, Andrés Manuel López Obrador que su forma de vestir es tan simple que no emplea mancuernillas o reloj de marca, además de que sus trajes son “austeros” y sus zapatos son desgastados, todo con el fin proyectarse amable, lograr la un sentimiento de empatía e identificarse con la mayoría de la ciudadanía.

Al final, lo cierto es que si queremos generar una buena impresión, desde lo visual, la vestimenta es una extensión de quienes somos y comunicará un mensaje inmediato a quién nos está percibiendo por lo que, nos guste o no, debemos cuidar nuestro arreglo personal como parte de nuestra imagen profesional.


Doctoranda en Imagen Pública

Directora π en SCIO Group
Ex godín Gubernamental
Fisgona por naturaleza y delirante por la imagen
Facebook: Mar Nava Argüelles

Twitter: @Mar_Naa

Spotify: Imagogenia

A veces creemos que el cómo vestimos poco o nada tiene que ver con el cómo deberíamos ser tratados o percibidos. Sin embargo, esto es completamente falso, aunque nos duela aceptarlo, y es que, a pesar de que mucho han evolucionado las nuevas generaciones en este aspecto, la ropa que usamos como extensión de nuestra imagen siempre será un factor determinante sobre el cómo nos percibe nuestro entorno; ahora, cuando esto lo trasladamos al lo profesional es aún más complejo, pues siempre habrá alguien que nos señale porque no cumplimos con los estándares o expectativas.

Si bien las empresas han buscado estar más apegadas en la salud mental de sus trabajadores que en la ropa que usan, sobre todo después de que vino el COVID y nos encerró más o menos dos años hay algunas personas que opinan que no importa si el trabajo es remoto, los estándares de vestimenta profesional se deben mantener y respetar. Ciertamente, estamos navegando en aguas “nuevas” pues muchas empresas decidieron, hasta el momento, mantener el Home Office ya que este sistema de trabajo demostró ser efectivo en temas de ahorro de tiempo y recursos en general tanto para las empresas como para los empleados.

Como era de esperarse, la vestimenta de los empleados también ha cambiado y en consecuencia, ha sido tema de conversación digital. La realidad es que algunos empleados ven en el trabajo remoto la comodidad de vestir como mejor les plazca, personalmente mientras escribo estas líneas desde la sala de mi casa lo hago en jeans y playera a diferencia de cuando voy a reuniones en vestido con tacones. No obstante, hoy esta “comodidad” es debatible, por ejemplo un usuario de Twitter subió una foto agradeciendo el trabajo remoto porque podía estar con su bebé, en la foto se le ve con una playera sin mangas y el cabello sin arreglar, algunos usuarios criticaron su arreglo considerando que no es propio para trabajar, mientras que él se defendió diciendo, entre otras cosas, que “su vestimenta no define sus capacidades o compromiso con el trabajo” y, sin duda, su premisa es correcta, pues mientras nadie más lo vea, son otros los estímulos los que determinarán la percepción que su entorno tenga de él, como lo es la voz, su redacción y ortografía, su puntualidad en entregas o en llegadas a reuniones, entre otros.

Lo que no podemos pasar por alto es que, las costumbres en el mundo laboral están evolucionando incluido el tema del atuendo personal aunque, no podemos dejar de lado aquellos reglamentos de vestimenta cuyo fundamento es la seguridad de sus trabajadores; ni tampoco, que la vestimenta sigue siendo un fuerte comunicador de mensaje como por ejemplo el presidente, Andrés Manuel López Obrador que su forma de vestir es tan simple que no emplea mancuernillas o reloj de marca, además de que sus trajes son “austeros” y sus zapatos son desgastados, todo con el fin proyectarse amable, lograr la un sentimiento de empatía e identificarse con la mayoría de la ciudadanía.

Al final, lo cierto es que si queremos generar una buena impresión, desde lo visual, la vestimenta es una extensión de quienes somos y comunicará un mensaje inmediato a quién nos está percibiendo por lo que, nos guste o no, debemos cuidar nuestro arreglo personal como parte de nuestra imagen profesional.


Doctoranda en Imagen Pública

Directora π en SCIO Group
Ex godín Gubernamental
Fisgona por naturaleza y delirante por la imagen
Facebook: Mar Nava Argüelles

Twitter: @Mar_Naa

Spotify: Imagogenia