/ jueves 30 de abril de 2020

Imagogenia | Fatiga de Videollamadas I

Ciertamente quería evitar tocar temas relacionados con COVD-19, sin embargo hubo un tema que llamó mucho mi atención porque lo abordó National Geographic y se le conoce como “Zoom Fatigue” o fatiga Zoom –termino que se está aplicando igualmente para quienes usan Skype, Google Hangouts, Facetime, o cualquier interface del tipo-. Y es que, desde que inició este proceso de la pandemia, las redes sociales que facilitan el contacto entre personas han tenido mucho movimiento, nada menos la aplicación Zoom contabiliza en sus filas más de 200 millones de usuarios diarios, apps como WhatsApp incrementó el límite de participantes en sus videollamadas de 4 a 8 y finalmente Google el día de ayer anunció que liberará sus sistema de videoconferencias Meet sin costo para quienes tienen el servicio de G Suite.

Tenemos que reconocerlo las videollamadas se han convertido en una parte fundamental de nuestras vidas laborales y su uso se ha incrementado derivado del confinamiento; sin embargo, por este mismo motivo, éstas son ahora empleadas no sólo con motivos de trabajo sino para la “nueva realidad de esparcimiento”: cumpleaños, citas, reuniones entre amigos, reuniones familiares y más; y, claro está, más de uno se confiesa agobiado de este tipo de comunicación.

Lo cierto es que, si bien en un principio éstas se veían como una excelente alternativa para acortar la distancia y mantener la comunicación, hoy son motivo de estrés y es que tenemos muchos factores a considerar cuando se trata de hacer videollamadas que en un principio pasamos de largo. Empecemos por el cerebro, ése hermoso órgano con el que interpretamos la vida misma, no está acostumbrado a entender el mundo a través de una pantalla, tal y como lo dice el Dr. Paul Penn de la Facultad de Psicología de la Universidad de East London para IFLScience “…en la comunicación digital, las señales no verbales (expresiones faciales, trayectoria de la mirada, gesticulación) a menudo están ausentes o distorsionadas…” y para las videoconferencias además nos topamos con factores como retrasos en la entrega de imagen o sonido, mala resolución o iluminación, problemas técnicos, entre otros; mismos que requerirán que nuestro cerebro esté doblemente alerta para que pueda percibir, interpretar y responder –si es que es factible- a dichas señales de comunicación no verbal; la realidad es que en cuanto al tema este es sólo el principio del estudio de este nuevo e interesante fenómeno de ciberpsicología.


Ahora, es importante el aporte personal que damos a esta “nueva práctica”, si bien es cierto que gracias a las videollamadas estamos “hiperconscientes” de nuestra imagen –ya que estamos constantemente frente a una cámara-, también es importante evitar prácticas que nos agoten más ¿qué quiero decir? Bueno, antes que nada evitar asistir a las reuniones de trabajo con la pijama abajo, si iniciamos el día arreglándonos como lo haríamos para cualquier otra reunión no sólo nos percibiremos de manera positiva sino que además nuestro estado de ánimo también se verá beneficiado, estaremos más atentos a la conferencia virtual y no a que se nos ve el almohadazo o no nos maquillamos. Otro factor importante es la imagen que damos a aquellos que nos ven en este tipo de reuniones virtuales y no sólo me refiero a nuestra imagen personal, es fundamental que pongamos atención a nuestro entorno. Como las videollamadas son hoy una práctica habitual tenemos que escoger el entorno en el cual las haremos: el fondo –un librero, una ventana iluminada, el mueble con fotos, etc- tenemos que pensar qué de todo nos hará ver más profesionales; el ruido - honestamente ya sabemos si pasará el de los camotes o si los niños estarán presentes, el objetivo sería reducir estos distractores- buscar la manera de aislar el ruido exterior; el espacio –asegurarse de estar cómodo es fundamental, no sólo evitará que nos distraigamos, sino que propiciará que, al final, nos sintamos menos agotados- tener una buena silla y una mesa acorde, por ejemplo.


Doctoranda en Imagen Pública

Directora π en SCIO Group

Ex godín Gubernamental

Fisgona por naturaleza y delirante por la imagen

Facebook: Mar Nava Argüelles Twitter: @Mar_Naa


Ciertamente quería evitar tocar temas relacionados con COVD-19, sin embargo hubo un tema que llamó mucho mi atención porque lo abordó National Geographic y se le conoce como “Zoom Fatigue” o fatiga Zoom –termino que se está aplicando igualmente para quienes usan Skype, Google Hangouts, Facetime, o cualquier interface del tipo-. Y es que, desde que inició este proceso de la pandemia, las redes sociales que facilitan el contacto entre personas han tenido mucho movimiento, nada menos la aplicación Zoom contabiliza en sus filas más de 200 millones de usuarios diarios, apps como WhatsApp incrementó el límite de participantes en sus videollamadas de 4 a 8 y finalmente Google el día de ayer anunció que liberará sus sistema de videoconferencias Meet sin costo para quienes tienen el servicio de G Suite.

Tenemos que reconocerlo las videollamadas se han convertido en una parte fundamental de nuestras vidas laborales y su uso se ha incrementado derivado del confinamiento; sin embargo, por este mismo motivo, éstas son ahora empleadas no sólo con motivos de trabajo sino para la “nueva realidad de esparcimiento”: cumpleaños, citas, reuniones entre amigos, reuniones familiares y más; y, claro está, más de uno se confiesa agobiado de este tipo de comunicación.

Lo cierto es que, si bien en un principio éstas se veían como una excelente alternativa para acortar la distancia y mantener la comunicación, hoy son motivo de estrés y es que tenemos muchos factores a considerar cuando se trata de hacer videollamadas que en un principio pasamos de largo. Empecemos por el cerebro, ése hermoso órgano con el que interpretamos la vida misma, no está acostumbrado a entender el mundo a través de una pantalla, tal y como lo dice el Dr. Paul Penn de la Facultad de Psicología de la Universidad de East London para IFLScience “…en la comunicación digital, las señales no verbales (expresiones faciales, trayectoria de la mirada, gesticulación) a menudo están ausentes o distorsionadas…” y para las videoconferencias además nos topamos con factores como retrasos en la entrega de imagen o sonido, mala resolución o iluminación, problemas técnicos, entre otros; mismos que requerirán que nuestro cerebro esté doblemente alerta para que pueda percibir, interpretar y responder –si es que es factible- a dichas señales de comunicación no verbal; la realidad es que en cuanto al tema este es sólo el principio del estudio de este nuevo e interesante fenómeno de ciberpsicología.


Ahora, es importante el aporte personal que damos a esta “nueva práctica”, si bien es cierto que gracias a las videollamadas estamos “hiperconscientes” de nuestra imagen –ya que estamos constantemente frente a una cámara-, también es importante evitar prácticas que nos agoten más ¿qué quiero decir? Bueno, antes que nada evitar asistir a las reuniones de trabajo con la pijama abajo, si iniciamos el día arreglándonos como lo haríamos para cualquier otra reunión no sólo nos percibiremos de manera positiva sino que además nuestro estado de ánimo también se verá beneficiado, estaremos más atentos a la conferencia virtual y no a que se nos ve el almohadazo o no nos maquillamos. Otro factor importante es la imagen que damos a aquellos que nos ven en este tipo de reuniones virtuales y no sólo me refiero a nuestra imagen personal, es fundamental que pongamos atención a nuestro entorno. Como las videollamadas son hoy una práctica habitual tenemos que escoger el entorno en el cual las haremos: el fondo –un librero, una ventana iluminada, el mueble con fotos, etc- tenemos que pensar qué de todo nos hará ver más profesionales; el ruido - honestamente ya sabemos si pasará el de los camotes o si los niños estarán presentes, el objetivo sería reducir estos distractores- buscar la manera de aislar el ruido exterior; el espacio –asegurarse de estar cómodo es fundamental, no sólo evitará que nos distraigamos, sino que propiciará que, al final, nos sintamos menos agotados- tener una buena silla y una mesa acorde, por ejemplo.


Doctoranda en Imagen Pública

Directora π en SCIO Group

Ex godín Gubernamental

Fisgona por naturaleza y delirante por la imagen

Facebook: Mar Nava Argüelles Twitter: @Mar_Naa