/ jueves 3 de diciembre de 2020

Imagogenia | Responsabilidad compartida

No me cabe la menor duda de que el presidente, Andrés Manuel López Obrador debe dirigir con el ejemplo y específicamente en el caso de la pandemia está fallando tanto, que la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya hizo un llamado directo a nuestro país señalando que “La situación en #México es preocupante. Los números muestran que el país está en mala situación… pediríamos a México sea serio.”

Y ¿por qué en este caso el ejemplo de AMLO es específicamente importante? Empecemos por lo siguiente, en términos de imagen existen dos axiomas que dicen que: “La imagen de la titularidad permea en la institución” y “La imagen de la institución permea en sus miembros” ¿qué significa esto? Bueno, significa que la imagen del personaje que dirige una empresa o institución (AMLO) afectará directamente su imagen (México), por lo que es sumamente importante entender que las acciones de la titularidad tendrán repercusiones en la imagen de dicha institución y, por otra parte, el segundo axioma hace referencia a que los miembros de la institución (gabinete, ciudadanos) serán también parte integral de su imagen y, por ende, la imagen de estos deberá ir acorde a la de la institución pues, en conjunto, son una imagen integral.

Entendido esto, para muchos mexicanos, muchos, lo que diga y haga la titularidad (AMLO) es ley, y es lo que se tiene que hacer, porque es quien dirige al país; y esa lógica no está errada. Así, por ejemplo, con el uso del cubrebocas, se han enviado mensajes encontrados por parte de la titularidad y la institución, porque si bien las campañas de salud nos invitan a usarlo, él no lo usa. Y es que se entiende que el presidente no le impide a nadie usarlo, ya lo dejó en claro “el que quiera ponerse cubrebocas y sentirse más seguro lo puede hacer, yo no lo estoy impidiendo…”, pero también no ha dejado de compartir que el uso del accesorio no es indispensable.

Sin embargo, nos topamos también con las recomendaciones por parte de la OMS respecto del uso del cubrebocas, en el que se exhorta a la población que se encuentre en lugares públicos cerrados a usar el cubrebocas si no se puede mantener una distancia física de un metro o no se cuenta con buena ventilación, o en caso de no tener certeza sobre la calidad de la ventilación usar el cubrebocas en todo momento.

Y ¿qué pasa? Mientras unos dicen que sí, y otros dicen que no, y la titularidad no da una guía y ejemplo claro, cada quien hace lo que se le pega la gana.

Lo cierto, es que la recomendación de la OMS no es en balde por algo México está como el país peor calificado de 53 –sí, estamos en el último lugar- respecto del manejo de la pandemia, según un listado hecho por Bloomberg. Y es que si al “mal ejemplo” de nuestra titularidad le sumamos que, como ciudadanos, no seguimos los lineamientos que la titularidad en efecto nos pide seguir – sana distancia, no reunirnos, no convivir, lavado de manos-, entonces ¿de quién es la culpa?

No me cabe la menor duda de que el presidente, Andrés Manuel López Obrador debe dirigir con el ejemplo y específicamente en el caso de la pandemia está fallando tanto, que la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya hizo un llamado directo a nuestro país señalando que “La situación en #México es preocupante. Los números muestran que el país está en mala situación… pediríamos a México sea serio.”

Y ¿por qué en este caso el ejemplo de AMLO es específicamente importante? Empecemos por lo siguiente, en términos de imagen existen dos axiomas que dicen que: “La imagen de la titularidad permea en la institución” y “La imagen de la institución permea en sus miembros” ¿qué significa esto? Bueno, significa que la imagen del personaje que dirige una empresa o institución (AMLO) afectará directamente su imagen (México), por lo que es sumamente importante entender que las acciones de la titularidad tendrán repercusiones en la imagen de dicha institución y, por otra parte, el segundo axioma hace referencia a que los miembros de la institución (gabinete, ciudadanos) serán también parte integral de su imagen y, por ende, la imagen de estos deberá ir acorde a la de la institución pues, en conjunto, son una imagen integral.

Entendido esto, para muchos mexicanos, muchos, lo que diga y haga la titularidad (AMLO) es ley, y es lo que se tiene que hacer, porque es quien dirige al país; y esa lógica no está errada. Así, por ejemplo, con el uso del cubrebocas, se han enviado mensajes encontrados por parte de la titularidad y la institución, porque si bien las campañas de salud nos invitan a usarlo, él no lo usa. Y es que se entiende que el presidente no le impide a nadie usarlo, ya lo dejó en claro “el que quiera ponerse cubrebocas y sentirse más seguro lo puede hacer, yo no lo estoy impidiendo…”, pero también no ha dejado de compartir que el uso del accesorio no es indispensable.

Sin embargo, nos topamos también con las recomendaciones por parte de la OMS respecto del uso del cubrebocas, en el que se exhorta a la población que se encuentre en lugares públicos cerrados a usar el cubrebocas si no se puede mantener una distancia física de un metro o no se cuenta con buena ventilación, o en caso de no tener certeza sobre la calidad de la ventilación usar el cubrebocas en todo momento.

Y ¿qué pasa? Mientras unos dicen que sí, y otros dicen que no, y la titularidad no da una guía y ejemplo claro, cada quien hace lo que se le pega la gana.

Lo cierto, es que la recomendación de la OMS no es en balde por algo México está como el país peor calificado de 53 –sí, estamos en el último lugar- respecto del manejo de la pandemia, según un listado hecho por Bloomberg. Y es que si al “mal ejemplo” de nuestra titularidad le sumamos que, como ciudadanos, no seguimos los lineamientos que la titularidad en efecto nos pide seguir – sana distancia, no reunirnos, no convivir, lavado de manos-, entonces ¿de quién es la culpa?