/ martes 29 de diciembre de 2020

Incertidumbre y precarización

Sin las herramientas tecnológicas necesarias, ni la retroalimentación con los docentes que exige el proceso de aprendizaje y con niveles de deserción nunca antes vistos, la niñez y la juventud mexicanas viven en la falta de acceso a la educación, una pandemia que puede marcarlos de por vida.

Datos del Banco Interamericano de Desarrollo revelan que en México la situación es tan grave, que podría significar un retroceso de casi una década, al ser el segundo país que tras la pandemia tendrá el mayor abandono escolar entre los 6 y los 17 años, ya sea por motivos económicos o por carecer de las condiciones mínimas necesarias para el aprendizaje a través de la educación a distancia.

Sí, es mejor tener clases no presenciales que arriesgar la vida por un contagio y sí, la televisión resolvió la emergencia, pero no la cobertura y mucho menos el aprendizaje. Es inadmisible resignarse cuando la educación es un “derecho llave” hacia la libertad económica y de pensamiento.

A finales de octubre, con el patrocinio de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del TEC de Monterrey, se realizó una encuesta nacional a padres de familia con hijos en primarias y/o secundarias públicas, la cual revela las afectaciones que muestran los estudiantes: 70% en su estado de ánimo, 68% en lo escolar y 51% en lo psicológico, con síntomas como enojo, ansiedad, aumento de peso, tristeza, miedo y depresión.

El estudio sugiere reforzar la estrategia Aprende en Casa del gobierno federal, incorporando un mayor número de profesores, más actividades, y uso de materiales atractivos y centrados en los aprendizajes imprescindibles del currículo de educación básica y media superior; acompañamiento docente en estrategias de enseñanza y acompañamiento de los estudiantes a la distancia, así como programación de apoyo emocional para estudiantes y profesores.

Los diagnósticos, como los discursos del gobierno federal, son muy buenos para decirnos qué hace falta. Las verdaderas preguntas son cómo y con qué, si a la pandemia por Covid se han sumado desde el inicio de este sexenio las ocurrencias y los austericidios, a grado tal, que los recursos del Programa de Fortalecimiento de la excelencia y calidad educativa serán menos de la mitad de los que había en 2018, lo que eliminará la posibilidad de elaborar y distribuir materiales educativos complementarios, apoyos para el desarrollo curricular, instrumentación de una segunda lengua (inglés) y financiamiento de proyectos locales en la educación básica y eso sin mencionar la mejora que impulsaba en los programas de licenciatura y posgrado.

Además, la disminución de casi el 50% de presupuesto al Programa de Desarrollo Profesional Docente y la eliminación del programa Fortalecimiento de la excelencia y calidad educativa y del programa de Carrera Docente en UPES, se traduce en que los 2.1 millones de maestros recibirán en promedio 41 centavos diarios para su formación.

Por eso, la llegada de Delfina Gómez a la Secretaría de Educación Pública, representa una esperanza de frenar estos retrocesos por su conocimiento de lo que ocurre en las aulas de nuestras escuelas públicas y del gremio al que pertenece, que no admiten dilación ni sumisión.

Si sucumbe a las instrucciones presidenciales, confirmará lo que dicen sus detractores: que su llegada es una estrategia electoral para intentar frenar el inevitable voto de castigo en 2021 a un gobierno que prometió revalorar al magisterio e invertir en educación y hasta hoy, solo ha garantizado incertidumbre y precarización.

*Diputada federal mexiquense.

@AnaLiliaHerrera

Sin las herramientas tecnológicas necesarias, ni la retroalimentación con los docentes que exige el proceso de aprendizaje y con niveles de deserción nunca antes vistos, la niñez y la juventud mexicanas viven en la falta de acceso a la educación, una pandemia que puede marcarlos de por vida.

Datos del Banco Interamericano de Desarrollo revelan que en México la situación es tan grave, que podría significar un retroceso de casi una década, al ser el segundo país que tras la pandemia tendrá el mayor abandono escolar entre los 6 y los 17 años, ya sea por motivos económicos o por carecer de las condiciones mínimas necesarias para el aprendizaje a través de la educación a distancia.

Sí, es mejor tener clases no presenciales que arriesgar la vida por un contagio y sí, la televisión resolvió la emergencia, pero no la cobertura y mucho menos el aprendizaje. Es inadmisible resignarse cuando la educación es un “derecho llave” hacia la libertad económica y de pensamiento.

A finales de octubre, con el patrocinio de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del TEC de Monterrey, se realizó una encuesta nacional a padres de familia con hijos en primarias y/o secundarias públicas, la cual revela las afectaciones que muestran los estudiantes: 70% en su estado de ánimo, 68% en lo escolar y 51% en lo psicológico, con síntomas como enojo, ansiedad, aumento de peso, tristeza, miedo y depresión.

El estudio sugiere reforzar la estrategia Aprende en Casa del gobierno federal, incorporando un mayor número de profesores, más actividades, y uso de materiales atractivos y centrados en los aprendizajes imprescindibles del currículo de educación básica y media superior; acompañamiento docente en estrategias de enseñanza y acompañamiento de los estudiantes a la distancia, así como programación de apoyo emocional para estudiantes y profesores.

Los diagnósticos, como los discursos del gobierno federal, son muy buenos para decirnos qué hace falta. Las verdaderas preguntas son cómo y con qué, si a la pandemia por Covid se han sumado desde el inicio de este sexenio las ocurrencias y los austericidios, a grado tal, que los recursos del Programa de Fortalecimiento de la excelencia y calidad educativa serán menos de la mitad de los que había en 2018, lo que eliminará la posibilidad de elaborar y distribuir materiales educativos complementarios, apoyos para el desarrollo curricular, instrumentación de una segunda lengua (inglés) y financiamiento de proyectos locales en la educación básica y eso sin mencionar la mejora que impulsaba en los programas de licenciatura y posgrado.

Además, la disminución de casi el 50% de presupuesto al Programa de Desarrollo Profesional Docente y la eliminación del programa Fortalecimiento de la excelencia y calidad educativa y del programa de Carrera Docente en UPES, se traduce en que los 2.1 millones de maestros recibirán en promedio 41 centavos diarios para su formación.

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*Diputada federal mexiquense.

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