/ martes 16 de enero de 2024

Llegaron los cierres… Gálvez-Sheinbaum

Escuchando los cierres del fin de semana de las dos candidatas presidenciales, Xóchitl Gálvez, -con acento las dos- y Claudia Sheinbaum, -corcholata presidencial- resaltan varios mensajes, Xóchitl dice no, a la continuidad y explicó, continuidad de asesinatos, inseguridad, falta de medicamentos, corrupción, pérdida de valores y recursos, no a esa continuidad. Sheinbaum, dijo que había acuerdos en el “Frente”, en los gobiernos donde hoy los opositores representan al gobierno, pero no explicó si el acuerdo se extendía hacia ella.

En los discursos difundidos por redes la candidata del Frente Amplio resaltó que esta elección sería de Estado, que sus partidos, -en este bipartidismo forzado- se enfrentarían al poder presidencial intentando controlar todo en el proceso y que esa manipulación, sólo el poder del pueblo sería capaz de vencerla. Sheinbaum, resaltó los éxitos, económicos, la menor pobreza y desigualdad como logros presidenciales, no habló de lo que ella haría por si, en el gobierno, pero resaltó el trabajo presidencial, esbozando el marco de continuidad en que gobernaría.

El mensaje de una y otra, son dos visiones diferentes, Sheinbaum usa peligrosamente la palabra continuidad, olvidando que varios gobiernos anteriores al año 2000 practicaron la continuidad en los dichos y los hechos. Desde que tengo memoria conforme se acercaba el fin de un mandato, comenzaban las especulaciones sobre quien sería el destapado, el ungido del señor, aquel que recibiría el dedazo.

Entre los ciudadanos se analizaban fichas, perfiles y posición necesaria para México. Requeríamos seguridad, seguramente sería el de gobernación el candidatos, a fines de los sesentas, que había falta de gobierno, va López Portillo, que hace falta uno que planeé bien, llega el de la Secretaría de Programación y Presupuesto, nos faltaba afinar finanzas e impuestos, llegó Salinas.

Nada garantizó que tendrían éxito y lograrían las anheladas estabilidad y progreso del país, pero fueron los elegidos.

La necesidad de cambio, no de continuidad, el hartazgo ante las devaluaciones, las mentiras, los asesinatos y la corrupción galopante, empoderó a la oposición y llegó Fox y Calderón, el país se estabilizó económicamente, las devaluaciones se frenaron, se pagaron deudas históricas y México se perfiló entre los 5 países de Latinoamérica con posibilidades de figurar entre las naciones desarrolladas del planeta, la oportunidad se perdió con Peña y con Obrador, fue sepultada.

Los resultados de las dos últimas elecciones fueron motivados por el rechazo al partido en el poder y al gobernante en turno, que representaba ese poder. Era como si cada seis años, la esperanza de que ahora si nos fuera bien dominara los instintos, los deseos y los sueños, nada garantizaba que el ganador cumpliría sus promesas y gobernaría para el pueblo, pero uno les quería creer. Haber si ahora si, nos sale bueno -pensabamos- y después venia aguantar los guachicolazos, las devaluaciones, los pactos económicos, la pérdida de servicios médicos familiares, el crecimiento de los criminales como Caro Quintero en el pasado y el Chapo Guzmán, en el presente.

Los mexicanos no queremos floridas declaraciones, como la de: “Defenderé la moneda como un perro”, ni escuchar que “ya nos engañaron, pero no lo volverán a hacer”, ni esa de, “ni los veo ni los oigo” o “el que se mueve no sale en la foto”, ni esa de “a mis amigos justicia y gracia y a mis enemigos sólo justicia” o “nadie resiste un cañonazo de 50 mil pesos” ni la de que, “él que se mueve, no sale en la foto”.

Hoy, vemos romperse paradigmas y aunque intenten controlar al pueblo, los mexicanos, deciden, a veces para bien, otras, para mal. Esperemos que ahora sí, escojamos bien y no, nos engañen.

Pedro_gomez77@hotmail.com

Licenciado en Comunicación por la UAEM

Maestrando en Periodismo Político por la Carlos Septién García


Escuchando los cierres del fin de semana de las dos candidatas presidenciales, Xóchitl Gálvez, -con acento las dos- y Claudia Sheinbaum, -corcholata presidencial- resaltan varios mensajes, Xóchitl dice no, a la continuidad y explicó, continuidad de asesinatos, inseguridad, falta de medicamentos, corrupción, pérdida de valores y recursos, no a esa continuidad. Sheinbaum, dijo que había acuerdos en el “Frente”, en los gobiernos donde hoy los opositores representan al gobierno, pero no explicó si el acuerdo se extendía hacia ella.

En los discursos difundidos por redes la candidata del Frente Amplio resaltó que esta elección sería de Estado, que sus partidos, -en este bipartidismo forzado- se enfrentarían al poder presidencial intentando controlar todo en el proceso y que esa manipulación, sólo el poder del pueblo sería capaz de vencerla. Sheinbaum, resaltó los éxitos, económicos, la menor pobreza y desigualdad como logros presidenciales, no habló de lo que ella haría por si, en el gobierno, pero resaltó el trabajo presidencial, esbozando el marco de continuidad en que gobernaría.

El mensaje de una y otra, son dos visiones diferentes, Sheinbaum usa peligrosamente la palabra continuidad, olvidando que varios gobiernos anteriores al año 2000 practicaron la continuidad en los dichos y los hechos. Desde que tengo memoria conforme se acercaba el fin de un mandato, comenzaban las especulaciones sobre quien sería el destapado, el ungido del señor, aquel que recibiría el dedazo.

Entre los ciudadanos se analizaban fichas, perfiles y posición necesaria para México. Requeríamos seguridad, seguramente sería el de gobernación el candidatos, a fines de los sesentas, que había falta de gobierno, va López Portillo, que hace falta uno que planeé bien, llega el de la Secretaría de Programación y Presupuesto, nos faltaba afinar finanzas e impuestos, llegó Salinas.

Nada garantizó que tendrían éxito y lograrían las anheladas estabilidad y progreso del país, pero fueron los elegidos.

La necesidad de cambio, no de continuidad, el hartazgo ante las devaluaciones, las mentiras, los asesinatos y la corrupción galopante, empoderó a la oposición y llegó Fox y Calderón, el país se estabilizó económicamente, las devaluaciones se frenaron, se pagaron deudas históricas y México se perfiló entre los 5 países de Latinoamérica con posibilidades de figurar entre las naciones desarrolladas del planeta, la oportunidad se perdió con Peña y con Obrador, fue sepultada.

Los resultados de las dos últimas elecciones fueron motivados por el rechazo al partido en el poder y al gobernante en turno, que representaba ese poder. Era como si cada seis años, la esperanza de que ahora si nos fuera bien dominara los instintos, los deseos y los sueños, nada garantizaba que el ganador cumpliría sus promesas y gobernaría para el pueblo, pero uno les quería creer. Haber si ahora si, nos sale bueno -pensabamos- y después venia aguantar los guachicolazos, las devaluaciones, los pactos económicos, la pérdida de servicios médicos familiares, el crecimiento de los criminales como Caro Quintero en el pasado y el Chapo Guzmán, en el presente.

Los mexicanos no queremos floridas declaraciones, como la de: “Defenderé la moneda como un perro”, ni escuchar que “ya nos engañaron, pero no lo volverán a hacer”, ni esa de, “ni los veo ni los oigo” o “el que se mueve no sale en la foto”, ni esa de “a mis amigos justicia y gracia y a mis enemigos sólo justicia” o “nadie resiste un cañonazo de 50 mil pesos” ni la de que, “él que se mueve, no sale en la foto”.

Hoy, vemos romperse paradigmas y aunque intenten controlar al pueblo, los mexicanos, deciden, a veces para bien, otras, para mal. Esperemos que ahora sí, escojamos bien y no, nos engañen.

Pedro_gomez77@hotmail.com

Licenciado en Comunicación por la UAEM

Maestrando en Periodismo Político por la Carlos Septién García