/ lunes 20 de septiembre de 2021

Otra Mirada | La pobreza el gran reto de la democracia mexiquense  

Vivimos tiempos de cambio. En estos 18 meses el mundo se ha transformado por completo y las sociedades con él.

Si bien hemos tenido que sortear la pandemia provocada por el COVID existe entre el debate de la vida y la muerte un tema por demás espinoso que es la pobreza, mismo que en la actualidad se recrudece y se convierte en un foco importante de urgente atención.

Pero ¿Qué es la pobreza? ¿qué significa ser pobre? ¿cuál es el papel que juegan las instituciones? ¿para qué medimos la pobreza? ¿Y cómo es que la democracia como forma de gobierno debe o no responder ante la misma?

La pobreza se define como aquella insuficiencia de ingresos de cualquier hombre y mujer para poder satisfacer diversas necesidades o desarrollar determinadas funciones. La pobreza como refiere Amartya Sen es multidimensional es decir obedece a diferentes factores como pueden ser los geográficos, los biológicos, los sociales e incluso los culturales.

Sin duda no es lo mismo vivir en el Municipio de Ixtapan del Oro, Luvianos, Donato Guerra o Villa de Allende[1] que en Toluca o Metepec. No es lo mismo una mujer que cuenta con un grado académico que aquella que no lo tiene y que además vive en un entorno donde el machismo y los estereotipos marcan la conducción de los roles sociales.

Así la pobreza vista desde la filosofía política obliga a que se genere un debate serio en torno a las causas que han llevado a que un gran número de ciudadanos y ciudadanas sean parte de los índices de pobreza y peor aún de pobreza extrema.

Las democracias se caracterizan por garantizar derechos humanos que son fundamentales: derecho al trabajo, a la salud y a la educación. Desde una perspectiva ética, la política no pude apartarse de un problema que es grave y que aqueja a millones de personas.

En el Estado de México 48.9% de la población se encuentra en pobreza, 8.2% en pobreza extrema mientras que solo el 21.2% se considera no pobre y no vulnerable.[2]

Los temas a tratar son el analfabetismo y rezago educativo, la inaccesibilidad a servicios de salud, seguridad social, servicios básicos y la posibilidad de tener una alimentación de calidad; todos están ligados entre sí.

Lograr derribar esas barreras de inequidad que existen es una tarea importante en los sistemas democráticos. Es claro que la desigualdad vista desde cualquier óptica vuelve frágil cualquier democracia.

Es necesario escuchar a la ciudadanía, atender el problema sin buscar beneficio alguno de esos déficits existentes; sin lucrar con esas necesidades no atendidas por décadas, darle la espalda solo traerá mayor rezago, desencanto y rechazo.



[1] De acuerdo con el CONEVAL son los municipios con mayor población en pobreza y pobreza extrema

[2] Resultados generales de la medición de pobreza 2020 en México, CONEVAL.




Vivimos tiempos de cambio. En estos 18 meses el mundo se ha transformado por completo y las sociedades con él.

Si bien hemos tenido que sortear la pandemia provocada por el COVID existe entre el debate de la vida y la muerte un tema por demás espinoso que es la pobreza, mismo que en la actualidad se recrudece y se convierte en un foco importante de urgente atención.

Pero ¿Qué es la pobreza? ¿qué significa ser pobre? ¿cuál es el papel que juegan las instituciones? ¿para qué medimos la pobreza? ¿Y cómo es que la democracia como forma de gobierno debe o no responder ante la misma?

La pobreza se define como aquella insuficiencia de ingresos de cualquier hombre y mujer para poder satisfacer diversas necesidades o desarrollar determinadas funciones. La pobreza como refiere Amartya Sen es multidimensional es decir obedece a diferentes factores como pueden ser los geográficos, los biológicos, los sociales e incluso los culturales.

Sin duda no es lo mismo vivir en el Municipio de Ixtapan del Oro, Luvianos, Donato Guerra o Villa de Allende[1] que en Toluca o Metepec. No es lo mismo una mujer que cuenta con un grado académico que aquella que no lo tiene y que además vive en un entorno donde el machismo y los estereotipos marcan la conducción de los roles sociales.

Así la pobreza vista desde la filosofía política obliga a que se genere un debate serio en torno a las causas que han llevado a que un gran número de ciudadanos y ciudadanas sean parte de los índices de pobreza y peor aún de pobreza extrema.

Las democracias se caracterizan por garantizar derechos humanos que son fundamentales: derecho al trabajo, a la salud y a la educación. Desde una perspectiva ética, la política no pude apartarse de un problema que es grave y que aqueja a millones de personas.

En el Estado de México 48.9% de la población se encuentra en pobreza, 8.2% en pobreza extrema mientras que solo el 21.2% se considera no pobre y no vulnerable.[2]

Los temas a tratar son el analfabetismo y rezago educativo, la inaccesibilidad a servicios de salud, seguridad social, servicios básicos y la posibilidad de tener una alimentación de calidad; todos están ligados entre sí.

Lograr derribar esas barreras de inequidad que existen es una tarea importante en los sistemas democráticos. Es claro que la desigualdad vista desde cualquier óptica vuelve frágil cualquier democracia.

Es necesario escuchar a la ciudadanía, atender el problema sin buscar beneficio alguno de esos déficits existentes; sin lucrar con esas necesidades no atendidas por décadas, darle la espalda solo traerá mayor rezago, desencanto y rechazo.



[1] De acuerdo con el CONEVAL son los municipios con mayor población en pobreza y pobreza extrema

[2] Resultados generales de la medición de pobreza 2020 en México, CONEVAL.