/ domingo 26 de abril de 2020

Panorama Político | Lo mejor y lo peor

Bien se dice qué: en las grandes, crisis, catástrofes o problemas sale lo mejor de los seres humanos, es una buena forma de pensar, pero desafortunadamente no necesariamente es así, ello depende de cada persona en lo individual, de como asuma, procese y reaccione ante esos hechos. También depende de los objetivos, principios, y asideros éticos con los que se cuenten.

Porque en estas circunstancias también surge lo peor de las personas, las que no tienen escrúpulos, las que les importa salvarse por encima de todos e imponer sus planes, proyectos o intereses particulares. En tal sentido podemos concluir que en las crisis, catástrofes o problemas sale lo mejor y lo peor de las personas.

Mientras estamos padeciendo el confinamiento en casa. Ya en plena fase 3 que es la de mayor riesgo de contagio o muerte, seguimos viendo acciones solidarias de muchas personas que comparten alimentos, ayudas y consuelo.

Médicos, enfermeras y personal de salud que se juega la vida a pesar de que no cuentan con lo necesario para realizar su labor y cuidarse de no ser contagiados. Ellos entregan generosamente su tiempo y conocimiento. Si bien es cierto que para ello se prepararon, no menos cierto resulta que lo están haciendo solos, sin el apoyo gubernamental. Lo hacen por vocación y servicio, lo cual les reconozco, porque la sociedad mexicana los necesitamos mucho.

Pero, así como vemos estas nobles, loables, esperanzadoras actitudes y acciones, también estamos padeciendo a quienes ven esto como un río revuelto, pretendiendo tener ganancias a como de lugar, a costa de quien sea, lucrando con la crisis sanitaria provocada por el Covid19.

En lo personal e individual cada uno somos responsables frente a nosotros mismos y los que afectamos del mal que generamos. Pero en el caso de las autoridades que hacen el mal, además de ser responsables ante si y los demás que son afectados, debemos sumar el daño a los fines para los que fue electo, o la institución fue creada.

En estos casos hablamos de los fines y bienes públicos, del Bien Común como Fin del Estado y sus entes creados para cumplirlo. La función Pública es servicio y las acciones deben ser encaminadas al interés general, al mayor bien colectivo posible, pero si se atenta contra estos fines por motivos ideológicos, sectarios, de grupo, por corrupción e inclusive generados por errores, desconocimientos y fallas, sabiéndolas estas o sus consecuencias, entonces estamos frente a personas dañadas, insensibles e inhumanas.

Aprovechar la crisis de salud para continuar con los trabajos de los proyectos faraónicos del Presidente, a costa de la salud de los que ahí laboran es perverso. Proponer cambios a la ley para tener el control total de los egresos es pasar por encima de las instituciones y el Estado de Derecho.

Atacar a periodistas y comunicadores por expresar información que desnuda, exhibe y demuestra que los voceros o inclusive el propio Presidente no se conducen apegados a la verdad, es propio de un régimen dictatorial. Esto nos demuestra que en lugar de que el Gobierno Federal busque hacer el Bien Común, está más preocupado por imponer su visión, exponiendo lo peor que puede hacer un gobernante: ir en contra de las personas y las instituciones, violar la ley, imponer sus caprichos.



Bien se dice qué: en las grandes, crisis, catástrofes o problemas sale lo mejor de los seres humanos, es una buena forma de pensar, pero desafortunadamente no necesariamente es así, ello depende de cada persona en lo individual, de como asuma, procese y reaccione ante esos hechos. También depende de los objetivos, principios, y asideros éticos con los que se cuenten.

Porque en estas circunstancias también surge lo peor de las personas, las que no tienen escrúpulos, las que les importa salvarse por encima de todos e imponer sus planes, proyectos o intereses particulares. En tal sentido podemos concluir que en las crisis, catástrofes o problemas sale lo mejor y lo peor de las personas.

Mientras estamos padeciendo el confinamiento en casa. Ya en plena fase 3 que es la de mayor riesgo de contagio o muerte, seguimos viendo acciones solidarias de muchas personas que comparten alimentos, ayudas y consuelo.

Médicos, enfermeras y personal de salud que se juega la vida a pesar de que no cuentan con lo necesario para realizar su labor y cuidarse de no ser contagiados. Ellos entregan generosamente su tiempo y conocimiento. Si bien es cierto que para ello se prepararon, no menos cierto resulta que lo están haciendo solos, sin el apoyo gubernamental. Lo hacen por vocación y servicio, lo cual les reconozco, porque la sociedad mexicana los necesitamos mucho.

Pero, así como vemos estas nobles, loables, esperanzadoras actitudes y acciones, también estamos padeciendo a quienes ven esto como un río revuelto, pretendiendo tener ganancias a como de lugar, a costa de quien sea, lucrando con la crisis sanitaria provocada por el Covid19.

En lo personal e individual cada uno somos responsables frente a nosotros mismos y los que afectamos del mal que generamos. Pero en el caso de las autoridades que hacen el mal, además de ser responsables ante si y los demás que son afectados, debemos sumar el daño a los fines para los que fue electo, o la institución fue creada.

En estos casos hablamos de los fines y bienes públicos, del Bien Común como Fin del Estado y sus entes creados para cumplirlo. La función Pública es servicio y las acciones deben ser encaminadas al interés general, al mayor bien colectivo posible, pero si se atenta contra estos fines por motivos ideológicos, sectarios, de grupo, por corrupción e inclusive generados por errores, desconocimientos y fallas, sabiéndolas estas o sus consecuencias, entonces estamos frente a personas dañadas, insensibles e inhumanas.

Aprovechar la crisis de salud para continuar con los trabajos de los proyectos faraónicos del Presidente, a costa de la salud de los que ahí laboran es perverso. Proponer cambios a la ley para tener el control total de los egresos es pasar por encima de las instituciones y el Estado de Derecho.

Atacar a periodistas y comunicadores por expresar información que desnuda, exhibe y demuestra que los voceros o inclusive el propio Presidente no se conducen apegados a la verdad, es propio de un régimen dictatorial. Esto nos demuestra que en lugar de que el Gobierno Federal busque hacer el Bien Común, está más preocupado por imponer su visión, exponiendo lo peor que puede hacer un gobernante: ir en contra de las personas y las instituciones, violar la ley, imponer sus caprichos.