Recién iniciado el periodo de sesiones en el Congreso de la Unión, la anteriormente mayoritaria bancada de Morena no perdió la oportunidad de querer imponer los caprichos del Presidente de la República como venía haciéndolo permanentemente durante la legislatura pasada.
Parece que no han asimilado que el poder se repartió y que ya no tienen los legisladores necesarios para hacer de las suyas su libre antojo, no ahora los ciudadanos decidieron repartir el poder, al menos lo suficiente para evitar los sorprendimientos y las imposiciones de los caprichos del inquilino de Palacio Nacional.
Esto es muy relevante pues ahora el debate, el diálogo y los acuerdos deberán ser la constante para sacar adelante los pendientes legislativos, así se resolvió la asignación de espacios en las presidencias de la Mesa Directiva que le correspondió a Morena y la Junta de Coordinación Política que le corresponde a la coalición legislativa opositora que en este caso ejercicio anual encabeza el PRI.
El PAN presidirá la Mesa y la Junta en los períodos restantes, lo que según la ley orgánica y su reglamento le corresponderán rotar a las tres fuerzas mayoritarias, Morena, PAN, PRI en ese orden de representación en cantidad de legisladores, nuestra bancada es la segunda fuerza en la cámara de los diputados.
Pero el equilibrio de fuerzas desafortunadamente aún no llega al Senado de la República, en la cámara de diputados la bancada de Morena sólo logró alargar la primera sesión por mucho tiempo hasta altas horas de la madrugada, pero su intento de imponer decisiones sobre la consulta de revocación de mandato no fructífero.
En el senado no fue así sacaron la propuesta inclusive modificando la pregunta que ahora se expresa más allá de lo que la revocación de mandato significa pues esta es que la población se exprese sobre si considera que el presidente debe dejar el cargo.
Adicionar una pregunta sobre si se quiere que se quede es una manipulación perversa para que se genere el caldo de cultivo que permita inocular la idea de que el pueblo quiere que el presidente se quede en el cargo, algo que en un gobierno democrático sería inocuo pero en este gobierno mentiroso, autoritario e impositivo esto resulta muy peligroso.
Las elecciones democráticas de 2018 dictaron que el presidente fuera López Obrador y que su mandato concluye en el año 2024, la vida democrática plena debe cumplirse, el Presidente tiene un mandato de seis años lleva tres, por lo tanto se debe esperar a la conclusión de su periodo de gobierno.
Debe irse porque en el 2024 debemos tener un muevo proceso electoral que determine un nuevo gobernante pues ese es el mandato constitucional que nos hemos dado como nación, no puede ser que uno de los poderes constituidos cambié las reglas del juego.
El presidente debe someterse a los principios de la democracia y ceñirse a la Constitución, ojalá así lo comprenda y lo haga, pero si no lo hace así en el legislativo debemos ser el contrapeso para evitar que su pretensión autoritaria de quedarse en el poder se lleve a cabo.
@JorgeInzunzaPAN
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