El camino ha sido largo y sinuoso, como si ejercer nuestros derechos fuera una concesión graciosa, como si no urgiera frenar la violencia que se vive en las calles y en los hogares, como si pudiéramos permitir que de un plumazo, desaparezcan presupuestos y servicios que responden a realidades crecientes, como los refugios para víctimas de violencia o las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo que respaldan a las madres trabajadoras o a las mujeres jefas de hogar.
Por mucho tiempo en México, la perspectiva de género ha estado excluida de políticas públicas y hoy atestiguamos con sorpresa la incongruencia de un gobierno que se dice de izquierda, pero cuya visión populista elimina los insuficientes, pero valiosos avances sin un plan alternativo.
La discriminación y las resistencias en política han superado lo imaginable: primero con las“Juanitas”, mujeres que los partidos políticos registraban como candidatas propietarias para que, una vez alcanzado el puesto de elección popular, “renunciaran voluntariamente” cediendo el espacio a su compañero de fórmula: un varón.
Y cuando la ley obligó a que las suplencias fueran del mismo género, la realidad nos vuelve a rebasar: los colectivos muxes y organizaciones civiles de Oaxaca, acusaron que 17 de 19 candidatos en el pasado proceso electoral falsearon su identidad, asumiéndose como transgénero para evadir el porcentaje de paridad de género, por lo que el Instituto EstatalElectoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca, deberá investigar y tomar medidas para la suspensión temporal de dichas candidaturas.
Hoy, la reforma constitucional que aprobamos en 2013, obliga a los partidos a garantizar la paridad en las candidaturas al Poder Legislativo federal y locales. Sin embargo, la interpretación del Tribunal Electoral del Poder Judicial, esclara: “debe garantizarse la paridad de género en la postulación de candidaturas municipales desde una doble dimensión: vertical y horizontal”.
Por eso es una gran noticia que elSenado aprobara por unanimidad la paridad transversal, que recibimos ya en la Cámara de Diputados y que busca equilibrar la participación política de hombres y mujeres ya no solo en candidaturas, sino en la ocupación de cargos, en los distintos niveles de gobierno y poderes.Se trata de una medida permanente para que las mujeres estemos representadas en los órganos de decisión.
Si los acuerdos se cumplen por parte de la mayoría en San Lázaro, estaremos aprobando la paridad en los siguientes días. Es preciso que así sea, a fin de que esté vigente en el próximo proceso electoral.
Por lo pronto que quede claro:participación no es sinónimo de representación. Deben llegar no solo las mejores y las más preparadas, sino las más valientes y congruentes, para enfrentar a quienes hoy se dicen decididos a “hacer historia”, pero ignoran las necesidades y los apoyos que requieren millones de mexicanas y sus familias, que merecen tener voz a través de esta reforma constitucional.
*Maestra en Derechos Humanos y Garantías
Diputada Federal del Estado de México
