/ viernes 9 de marzo de 2018

Pensamiento Universitario


Municipios Ineficientes

En la vida de la sociedad, el municipio es un espacio primario, cuyas funciones y competencias debieran llevarse a cabo con las mejores características de calidad. Sin embargo, en la generalidad de los casos esto no ocurre, en cambio se padecen los malos servicios, derivados de la errónea conducción de los asuntos públicos, de su manejo inexperto y negligente, por parte de una burocracia enemistada con lo digno de la actividad política.

Evidencia de ello se tiene en la entidad mexiquense, donde, conforme a lo declarado por el titular de la Contraloría del Poder Legislativo, la falta de responsabilidad y compromiso de un buen número de ediles ha creado escenarios bastante adversos, donde se incluyen la incapacidad recaudatoria, la dependencia hasta en más del 90 por ciento de las participaciones federales, las formas inadecuadas de gastar los recursos y un elevado nivel de endeudamiento. En consecuencia, sólo una decena de los 125 ayuntamientos puede cubrir parcialmente sus necesidades, entre las cuales destaca lo destinado al gasto corriente, que en ciertos lugares se estima del orden del 80 por ciento del presupuesto.

En el mismo sentido se pronunció una investigadora del Instituto Politécnico Nacional, al impartir en días pasados una conferencia relativa al tema, organizada precisamente por la mencionada Contraloría. Además de reiterar la percepción anterior, la ponente habló de otras dificultades comunes, como son la carencia de procesos eficientes, eficaces y transparentes, de no contar con un marco legal actualizado, tampoco con personal directivo de perfil idóneo, ni saber hacer alianzas con los sectores público y privado.

En resumen, la mayoría de los gobiernos de estas instancias no muestran la aptitud para enfrentar los retos planteados por los diversos problemas estructurales, cuya frecuencia y magnitud tienden a incrementarse día con día. Cuando la realidad los rebasa y no se ven resultados, la credibilidad se pierde y la palabra empeñada se deshonra, al no tener la capacidad de fortalecer la base financiera, con la cual promover el desarrollo y mejorar las condiciones de vida de los habitantes.

Así, como hoy lo vemos en la sufrida Toluca, las deficiencias se radicalizan y la ausencia de un manejo administrativo inteligente y pulcro se traduce en servicios básicos pésimos, crecimiento desordenado, inseguridad en aumento, imposibilidad de controlar y regularizar el comercio informal, y por supuesto el desaseo en la asignación de la obra pública. Todo eso aunado a la destrucción del medio ambiente, por haberse permitido que los espacios urbanos se conviertan en coto exclusivo de los cavernícolas al volante, obsesionados en sembrar el terror, mientras las autoridades quedan no sólo reducidas a simples figuras decorativas, sino también en cómplices por omisión.

Sin duda, es prioritario controlar y revertir esta degradación, con el apoyo de una conciencia ciudadana de participación, dispuesta a dejar atrás la apatía, hacer valer la democracia y pasar ya a la etapa de la acción organizada. Una población digna, realmente comprometida con su tiempo, no puede seguir aguantando liderazgos incompetentes, causantes de destruir el patrimonio de múltiples generaciones.


Municipios Ineficientes

En la vida de la sociedad, el municipio es un espacio primario, cuyas funciones y competencias debieran llevarse a cabo con las mejores características de calidad. Sin embargo, en la generalidad de los casos esto no ocurre, en cambio se padecen los malos servicios, derivados de la errónea conducción de los asuntos públicos, de su manejo inexperto y negligente, por parte de una burocracia enemistada con lo digno de la actividad política.

Evidencia de ello se tiene en la entidad mexiquense, donde, conforme a lo declarado por el titular de la Contraloría del Poder Legislativo, la falta de responsabilidad y compromiso de un buen número de ediles ha creado escenarios bastante adversos, donde se incluyen la incapacidad recaudatoria, la dependencia hasta en más del 90 por ciento de las participaciones federales, las formas inadecuadas de gastar los recursos y un elevado nivel de endeudamiento. En consecuencia, sólo una decena de los 125 ayuntamientos puede cubrir parcialmente sus necesidades, entre las cuales destaca lo destinado al gasto corriente, que en ciertos lugares se estima del orden del 80 por ciento del presupuesto.

En el mismo sentido se pronunció una investigadora del Instituto Politécnico Nacional, al impartir en días pasados una conferencia relativa al tema, organizada precisamente por la mencionada Contraloría. Además de reiterar la percepción anterior, la ponente habló de otras dificultades comunes, como son la carencia de procesos eficientes, eficaces y transparentes, de no contar con un marco legal actualizado, tampoco con personal directivo de perfil idóneo, ni saber hacer alianzas con los sectores público y privado.

En resumen, la mayoría de los gobiernos de estas instancias no muestran la aptitud para enfrentar los retos planteados por los diversos problemas estructurales, cuya frecuencia y magnitud tienden a incrementarse día con día. Cuando la realidad los rebasa y no se ven resultados, la credibilidad se pierde y la palabra empeñada se deshonra, al no tener la capacidad de fortalecer la base financiera, con la cual promover el desarrollo y mejorar las condiciones de vida de los habitantes.

Así, como hoy lo vemos en la sufrida Toluca, las deficiencias se radicalizan y la ausencia de un manejo administrativo inteligente y pulcro se traduce en servicios básicos pésimos, crecimiento desordenado, inseguridad en aumento, imposibilidad de controlar y regularizar el comercio informal, y por supuesto el desaseo en la asignación de la obra pública. Todo eso aunado a la destrucción del medio ambiente, por haberse permitido que los espacios urbanos se conviertan en coto exclusivo de los cavernícolas al volante, obsesionados en sembrar el terror, mientras las autoridades quedan no sólo reducidas a simples figuras decorativas, sino también en cómplices por omisión.

Sin duda, es prioritario controlar y revertir esta degradación, con el apoyo de una conciencia ciudadana de participación, dispuesta a dejar atrás la apatía, hacer valer la democracia y pasar ya a la etapa de la acción organizada. Una población digna, realmente comprometida con su tiempo, no puede seguir aguantando liderazgos incompetentes, causantes de destruir el patrimonio de múltiples generaciones.