/ viernes 11 de mayo de 2018

Pensamiento Universitario


Día del maestro

La prosperidad de una nación depende del nivel educativo de sus habitantes, pues la calidad de los conocimientos adquiridos permite contar con mujeres y hombres libres, críticos e independientes, capaces no sólo de impulsar el progreso, sino de generar modelos de dignidad y de congruencia, indispensables en los tiempos actuales. Obviamente, el adecuado crecimiento intelectual del ser humano es una tarea de alta complejidad, donde la figura del maestro se convierte en un elemento de gran importancia, un recurso esencial e insustituible, siempre y cuando se cultive un elevado sentido de vocación y se garantice la legitimidad del desempeño.

Con motivo del próximo 15 de mayo, es oportuno felicitar a las y los maestros, sobre todo a quienes, más allá de la tarea rutinaria, reducida a la simple trasmisión de contenidos, se preocupan por desarrollar en el alumno habilidades y destrezas, por formar mentalidades analíticas, innovadoras y creativas, además de fomentar la cultura del esfuerzo y la práctica de los valores universales. En el cumplimiento de su función, la mayor satisfacción de un docente, y la máxima prueba de su razón de ser, es la evidencia de haber contribuido a la integración de una sociedad independiente, solidaria y productiva.

En esta época, el desafío del profesorado en la manera de enseñar y conectar con los estudiantes no se limita a ser expertos de asignatura, sino en constituirse en proveedores de contexto, con las competencias necesarias para inspirar, motivar y mover conciencias. Hoy en día la información abunda, y los cambios ocurren con enorme rapidez, ante lo cual el papel del mentor, del guía, es sumamente valioso, tomando en cuenta que en la evolución de los jóvenes es indispensable distinguir lo relevante, lo auténtico y provechoso, con la finalidad de convertirlo en conocimientos al servicio del bien y la verdad.

Nuestro sistema educativo nacional tiene problemas múltiples, graves y variados. Por ello, y en estricta justicia, es obligado apreciar la contribución de un trabajo docente de calidad, con la asignación de remuneraciones y estímulos decorosos, oportunidades de superación académica y personal, y condiciones idóneas para aumentar el aporte. Asimismo, es indispensable revalorar y prestigiar la actividad pedagógica, por la vía de combatir la falta de profesionalismo, el desinterés de servir a los demás y la actitud de tantos individuos frustrados y simuladores, cuya actuación demerita la premisa de creer en lo perfectible del ser humano, en la capacidad de aprender cosas útiles y saber usarlas; en la posibilidad de mejorarnos unos a otros por medio de la instrucción.

En consecuencia, si se trata felicitar a las y los maestros en su día, el énfasis debe ir hacia quienes cotidianamente se esmeran en inculcar la buena educación, que es, como bien lo dijo el filósofo, aquella donde el efecto es despertar el apetito de más educación, de nuevos aprendizajes y enseñanzas. Si el egresado de una escuela cree así concluida su formación, si no tiene el deseo de fortalecer el pensamiento racional, entonces los profesores no cumplieron cabalmente su misión, al no saber encauzarlo hacia los beneficios de la ciencia, la cultura y la conducta intelectualmente correcta.


Día del maestro

La prosperidad de una nación depende del nivel educativo de sus habitantes, pues la calidad de los conocimientos adquiridos permite contar con mujeres y hombres libres, críticos e independientes, capaces no sólo de impulsar el progreso, sino de generar modelos de dignidad y de congruencia, indispensables en los tiempos actuales. Obviamente, el adecuado crecimiento intelectual del ser humano es una tarea de alta complejidad, donde la figura del maestro se convierte en un elemento de gran importancia, un recurso esencial e insustituible, siempre y cuando se cultive un elevado sentido de vocación y se garantice la legitimidad del desempeño.

Con motivo del próximo 15 de mayo, es oportuno felicitar a las y los maestros, sobre todo a quienes, más allá de la tarea rutinaria, reducida a la simple trasmisión de contenidos, se preocupan por desarrollar en el alumno habilidades y destrezas, por formar mentalidades analíticas, innovadoras y creativas, además de fomentar la cultura del esfuerzo y la práctica de los valores universales. En el cumplimiento de su función, la mayor satisfacción de un docente, y la máxima prueba de su razón de ser, es la evidencia de haber contribuido a la integración de una sociedad independiente, solidaria y productiva.

En esta época, el desafío del profesorado en la manera de enseñar y conectar con los estudiantes no se limita a ser expertos de asignatura, sino en constituirse en proveedores de contexto, con las competencias necesarias para inspirar, motivar y mover conciencias. Hoy en día la información abunda, y los cambios ocurren con enorme rapidez, ante lo cual el papel del mentor, del guía, es sumamente valioso, tomando en cuenta que en la evolución de los jóvenes es indispensable distinguir lo relevante, lo auténtico y provechoso, con la finalidad de convertirlo en conocimientos al servicio del bien y la verdad.

Nuestro sistema educativo nacional tiene problemas múltiples, graves y variados. Por ello, y en estricta justicia, es obligado apreciar la contribución de un trabajo docente de calidad, con la asignación de remuneraciones y estímulos decorosos, oportunidades de superación académica y personal, y condiciones idóneas para aumentar el aporte. Asimismo, es indispensable revalorar y prestigiar la actividad pedagógica, por la vía de combatir la falta de profesionalismo, el desinterés de servir a los demás y la actitud de tantos individuos frustrados y simuladores, cuya actuación demerita la premisa de creer en lo perfectible del ser humano, en la capacidad de aprender cosas útiles y saber usarlas; en la posibilidad de mejorarnos unos a otros por medio de la instrucción.

En consecuencia, si se trata felicitar a las y los maestros en su día, el énfasis debe ir hacia quienes cotidianamente se esmeran en inculcar la buena educación, que es, como bien lo dijo el filósofo, aquella donde el efecto es despertar el apetito de más educación, de nuevos aprendizajes y enseñanzas. Si el egresado de una escuela cree así concluida su formación, si no tiene el deseo de fortalecer el pensamiento racional, entonces los profesores no cumplieron cabalmente su misión, al no saber encauzarlo hacia los beneficios de la ciencia, la cultura y la conducta intelectualmente correcta.