/ viernes 18 de mayo de 2018

Pensamiento Universitario


Universiada nacional 2018

Después de dos semanas y media de competencias, la máxima justa deportiva universitaria llegó a su fin el pasado 9 de mayo. En esta ocasión la sede correspondió a la Universidad Autónoma del Estado de México, y ante el principal objetivo de fomentar el deporte respondieron a la convocatoria más de 8 mil 300 atletas de todo el país.

Como ya es costumbre, la Universidad Autónoma de Nuevo León obtuvo los mejores resultados, con 47 medallas de oro, 39 de plata y 53 de bronce, para un total de 139 preseas. En cambio, la institución anfitriona quedó muy lejos de estos logros, pues la cosecha de su delegación, compuesta por 350 elementos, fue apenas de 31 medallas, distribuidas en 4 de oro, 17 de plata y 10 de bronce.

No obstante, es de elemental justicia el reconocer y elogiar la participación de estos jóvenes, tomando en cuenta que lo ganado en ésta y en las ocasiones anteriores es producto del aporte individual, de los méritos propios, y no tanto de los apoyos provenientes de una administración ineficiente y poco interesada en el tema. Es decir, si la admiración y el respeto van hacia el esfuerzo de los seleccionados, lo negativo debe atribuirse a la actuación de una burocracia inútil, incapaz ya no digamos de encauzar las aptitudes hacia niveles de alto rendimiento, sino al menos de reconocer lo prioritario de la actividad física en los planes y programas de estudio.

Sin contar con la ayuda necesaria, la mayor parte de quienes van a estos eventos enfrentan condiciones sumamente difíciles, a pesar de lo cual anteponen disciplina y empeño desde la etapa de preparación, con la finalidad de representar dignamente a su alma mater. Salvo algunas excepciones, en los espacios deportivos de la autónoma mexiquense predomina el abandono y se carece de la infraestructura adecuada. Con aparatos y mobiliario obsoletos, en mal estado o de plano inservibles, tampoco se cuenta con el número suficiente de instructores realmente capacitados.

Muchas cosas cambiarían en la UAEM si la conciencia de las autoridades funcionara en el sentido correcto, y pudieran comprender las enormes ventajas de fortalecer el hábito del ejercicio entre alumnos, docentes y personal administrativo, reconociéndolo como un recurso bastante efectivo para mejorar la salud física y mental, combatir la obesidad y el sobrepeso, ayudar a la buena convivencia y, en resumen, elevar la calidad de vida del individuo. Mientras esto no se entienda, seguiremos en el atraso, contribuyendo al incremento del sedentarismo, por cuya causa estamos lejos de cumplir con los estándares mínimos de ejercitación recomendados en el ser humano.

El éxito deportivo no surge de la improvisación. Requiere de una planeación estratégica, de infraestructura idónea y apoyos en cantidades suficientes, destinados a generar procesos de calidad, con entrenadores de nivel máximo, más la contribución de médicos, nutriólogos y sicólogos. Pero sobre todo, de ese paradigma hoy en peligro de extinción entre los dirigentes universitarios: liderazgos inteligentes, comprometidos y éticos.

UNIVERSIDAD DIGNA

La UAEM de ninguna manera es corrupta, como bien se declaró a este diario. Lo son quienes con premeditación, alevosía y ventaja manchan los cargos encomendados.


Universiada nacional 2018

Después de dos semanas y media de competencias, la máxima justa deportiva universitaria llegó a su fin el pasado 9 de mayo. En esta ocasión la sede correspondió a la Universidad Autónoma del Estado de México, y ante el principal objetivo de fomentar el deporte respondieron a la convocatoria más de 8 mil 300 atletas de todo el país.

Como ya es costumbre, la Universidad Autónoma de Nuevo León obtuvo los mejores resultados, con 47 medallas de oro, 39 de plata y 53 de bronce, para un total de 139 preseas. En cambio, la institución anfitriona quedó muy lejos de estos logros, pues la cosecha de su delegación, compuesta por 350 elementos, fue apenas de 31 medallas, distribuidas en 4 de oro, 17 de plata y 10 de bronce.

No obstante, es de elemental justicia el reconocer y elogiar la participación de estos jóvenes, tomando en cuenta que lo ganado en ésta y en las ocasiones anteriores es producto del aporte individual, de los méritos propios, y no tanto de los apoyos provenientes de una administración ineficiente y poco interesada en el tema. Es decir, si la admiración y el respeto van hacia el esfuerzo de los seleccionados, lo negativo debe atribuirse a la actuación de una burocracia inútil, incapaz ya no digamos de encauzar las aptitudes hacia niveles de alto rendimiento, sino al menos de reconocer lo prioritario de la actividad física en los planes y programas de estudio.

Sin contar con la ayuda necesaria, la mayor parte de quienes van a estos eventos enfrentan condiciones sumamente difíciles, a pesar de lo cual anteponen disciplina y empeño desde la etapa de preparación, con la finalidad de representar dignamente a su alma mater. Salvo algunas excepciones, en los espacios deportivos de la autónoma mexiquense predomina el abandono y se carece de la infraestructura adecuada. Con aparatos y mobiliario obsoletos, en mal estado o de plano inservibles, tampoco se cuenta con el número suficiente de instructores realmente capacitados.

Muchas cosas cambiarían en la UAEM si la conciencia de las autoridades funcionara en el sentido correcto, y pudieran comprender las enormes ventajas de fortalecer el hábito del ejercicio entre alumnos, docentes y personal administrativo, reconociéndolo como un recurso bastante efectivo para mejorar la salud física y mental, combatir la obesidad y el sobrepeso, ayudar a la buena convivencia y, en resumen, elevar la calidad de vida del individuo. Mientras esto no se entienda, seguiremos en el atraso, contribuyendo al incremento del sedentarismo, por cuya causa estamos lejos de cumplir con los estándares mínimos de ejercitación recomendados en el ser humano.

El éxito deportivo no surge de la improvisación. Requiere de una planeación estratégica, de infraestructura idónea y apoyos en cantidades suficientes, destinados a generar procesos de calidad, con entrenadores de nivel máximo, más la contribución de médicos, nutriólogos y sicólogos. Pero sobre todo, de ese paradigma hoy en peligro de extinción entre los dirigentes universitarios: liderazgos inteligentes, comprometidos y éticos.

UNIVERSIDAD DIGNA

La UAEM de ninguna manera es corrupta, como bien se declaró a este diario. Lo son quienes con premeditación, alevosía y ventaja manchan los cargos encomendados.