/ viernes 25 de marzo de 2022

Pensamiento Universitario | Autoridades auxiliares de Toluca

Como centro político y económico de gran importancia, la capital mexiquense padece un marcado deterioro; los problemas estructurales se agudizan y la calidad de vida de sus habitantes de ninguna manera es para presumirse. De aquel espacio en el cual era satisfactorio vivir, hoy queda poco, pues la incapacidad oficial y las acciones fuera de la ley van destruyendo la aspiración de tener una ciudad progresista, ordenada y segura.

Así, somos testigos del daño a nuestro valioso entorno, frente a las limitaciones e indiferencia de un sector público sometido o cómplice de los intereses de quienes se benefician a costa de las carencias de pueblos y colonias. Con el cambio de gobierno no se aprecia mejoría, y las responsabilidades adquiridas ni siquiera se traducen en tener una metrópoli limpia, sin baches y mucho menos en una presencia de autoridad dispuesta a imponer el respeto a las normas establecidas.

Esto porque la descomposición va en aumento, y la inseguridad se ha convertido en uno de los principales motivos de angustia y temor entre la gente. Los hechos delictivos ocurren en todos lados y a cualquier hora, mientras la rendición de cuentas de los cuerpos policíacos y de los organismos encargados de procurar y administrar justicia dista de ser positiva, y en no pocos casos el objetivo de cuidar la ley significa mantenerla secuestrada yevitar su aplicación, a fin de seguir el ejemplo de dar abrazos y no afectar los ingresos de las bien cuidadas cadenas productivas.

Aunque la lista de pendientes es muy extensa, destaca otro de enorme gravedad, relativo a la incontrolable contaminación, cuyos efectos no sólo han llevado a Toluca a ser una de las ciudades más sucias del país, sino constituye un serio atentado a la salud de la población. Burocracias corruptas y sumamente ignorantes han incrementado este peligro en forma constante, al permitir, entre muchas otras cosas, el tránsito vehicular caótico, vialidades llenas de humo y ruido, hasta convertirlas en coto exclusivo de conductores agresivos, sin educación y en extremo omisos de las reglas básicas de la circulación.

Por otra parte, cuando los procesos electorales dependientes del cabildo debieran servir para impulsar la participación ciudadana y reconocer a quienes son realmente aceptados en una determinada colectividad, se decide ir en sentido contrario, al recurrir a las viejas prácticas partidistas y envilecer la democracia. Una muestra de esto se tiene en las presuntas irregularidades cometidas el domingo pasado, con motivo de la elección de las autoridades auxiliares, y donde se ha denunciado la entrega de despensas, apoyos monetarios y coerción encubierta en la tarjeta rosa, que, en lugares como Santiago Tlacotepec, San Juan Tilapa, El Refugio y San Pedro Totoltepec, hicieron ganar a las planillas registradas con el color rojo.

Frente a lo complejo de una administración municipal, en la selección de delegados lo sensato sería actuar con limpieza, buscando privilegiar la preparación, el compromiso vecinal y la vocación de servicio. Sin embargo, de nueva cuenta se impone la política del desaseo y la falta de respeto a la autonomía de las personas, rechazando los liderazgos auténticos, imprescindibles en la organización del trabajo comunitario, en gestionar la atención de las necesidades y en constituirse en contrapesos efectivos del tradicional desinterés y la ineficiencia de alcaldes y gobernadores.

Como centro político y económico de gran importancia, la capital mexiquense padece un marcado deterioro; los problemas estructurales se agudizan y la calidad de vida de sus habitantes de ninguna manera es para presumirse. De aquel espacio en el cual era satisfactorio vivir, hoy queda poco, pues la incapacidad oficial y las acciones fuera de la ley van destruyendo la aspiración de tener una ciudad progresista, ordenada y segura.

Así, somos testigos del daño a nuestro valioso entorno, frente a las limitaciones e indiferencia de un sector público sometido o cómplice de los intereses de quienes se benefician a costa de las carencias de pueblos y colonias. Con el cambio de gobierno no se aprecia mejoría, y las responsabilidades adquiridas ni siquiera se traducen en tener una metrópoli limpia, sin baches y mucho menos en una presencia de autoridad dispuesta a imponer el respeto a las normas establecidas.

Esto porque la descomposición va en aumento, y la inseguridad se ha convertido en uno de los principales motivos de angustia y temor entre la gente. Los hechos delictivos ocurren en todos lados y a cualquier hora, mientras la rendición de cuentas de los cuerpos policíacos y de los organismos encargados de procurar y administrar justicia dista de ser positiva, y en no pocos casos el objetivo de cuidar la ley significa mantenerla secuestrada yevitar su aplicación, a fin de seguir el ejemplo de dar abrazos y no afectar los ingresos de las bien cuidadas cadenas productivas.

Aunque la lista de pendientes es muy extensa, destaca otro de enorme gravedad, relativo a la incontrolable contaminación, cuyos efectos no sólo han llevado a Toluca a ser una de las ciudades más sucias del país, sino constituye un serio atentado a la salud de la población. Burocracias corruptas y sumamente ignorantes han incrementado este peligro en forma constante, al permitir, entre muchas otras cosas, el tránsito vehicular caótico, vialidades llenas de humo y ruido, hasta convertirlas en coto exclusivo de conductores agresivos, sin educación y en extremo omisos de las reglas básicas de la circulación.

Por otra parte, cuando los procesos electorales dependientes del cabildo debieran servir para impulsar la participación ciudadana y reconocer a quienes son realmente aceptados en una determinada colectividad, se decide ir en sentido contrario, al recurrir a las viejas prácticas partidistas y envilecer la democracia. Una muestra de esto se tiene en las presuntas irregularidades cometidas el domingo pasado, con motivo de la elección de las autoridades auxiliares, y donde se ha denunciado la entrega de despensas, apoyos monetarios y coerción encubierta en la tarjeta rosa, que, en lugares como Santiago Tlacotepec, San Juan Tilapa, El Refugio y San Pedro Totoltepec, hicieron ganar a las planillas registradas con el color rojo.

Frente a lo complejo de una administración municipal, en la selección de delegados lo sensato sería actuar con limpieza, buscando privilegiar la preparación, el compromiso vecinal y la vocación de servicio. Sin embargo, de nueva cuenta se impone la política del desaseo y la falta de respeto a la autonomía de las personas, rechazando los liderazgos auténticos, imprescindibles en la organización del trabajo comunitario, en gestionar la atención de las necesidades y en constituirse en contrapesos efectivos del tradicional desinterés y la ineficiencia de alcaldes y gobernadores.