/ viernes 15 de octubre de 2021

Pensamiento Universitario | Clases presenciales en la UAEM

El señor de palacio nuevamente se fue en contra de las universidades públicas. En sus “mañaneras” del 7 y 12 de octubre las cuestionó porque no han regresado a clases presenciales, las urgió a volver a las aulas y criticó a quienes reciben un salario en la comodidad de la casa y sin correr ningún riesgo.

En respuesta a estos comentarios la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó un comunicado, en el cual afirma que, si bien las actividades masivas se han suspendido para no generar contagios, el regreso se da en forma paulatina desde hace varias semanas, y al operar también a distancia la institución no se ha detenido ni un solo día. El retorno, dijo el propio rector y médico Enrique Graue, se intensificará cuando el semáforo epidemiológico pase al color verde y los jóvenes completen su esquema de vacunación contra el Covid – 19, aunque sin incurrir en coerción, con todas las medidas de seguridad y atendiendo a las condiciones de cada plantel.

En cambio, la reacción de las autoridades de la UAEM fue de inmediata sumisión y obediencia, y el viernes 8 de octubre la secretaría de Docencia emitió un memorándum, ordenando a los titulares de los distintos espacios retomar a la brevedad sus funciones de manera presencial, con base, según dicho escrito, en el avance de los procesos de vacunación de profesores, administrativos y alumnos. Aparte de mostrar el contraste con la racional y digna postura de la UNAM, sin duda la burocracia local debió sentirse aludida por el reclamo presidencial, pues lejos está de justificar sus altos sueldos y canonjías con el raquítico desempeño exhibido, después de casi medio año de haberse incorporado a la selecta nómina.

Obviamente, la mayoría de la comunidad desea estar en las aulas, pero el escenario presenta aún varios inconvenientes, destacando entre ellos la falta de inoculación de miles de estudiantes, específicamente los de nivel medio superior y un alto porcentaje de los comprendidos en el rango de 18 a 29 años, aunado a la vulnerabilidad de una buena parte del personal docente y administrativo, incluso de quienes han recibido la dosis de un biológico de efectividad cuestionable. Si además se toma en cuenta que el semestre está a pocas semanas de terminar, es absurdo imponer ahora este tipo de decisiones, susceptibles no sólo de modificar la planeación en la trasmisión de contenidos y fechas de evaluación, sino, sobre todo, de incrementar los riesgos de contagio y propiciar la ocurrencia de otras situaciones lamentables, con los desplazamientos de los jóvenes y las reuniones en grupo, en espacios cerrados, mal ventilados y sin la limpieza adecuada.

El grave problema de la pandemia no se ha resuelto, sigue presente y ocasiona víctimas de cualquier edad. Por eso, es imperativo actuar con responsabilidad y procurar al máximo la salud colectiva, a partir de diagnósticos serios, donde participen expertos en la materia y se escuche la voz de los tres sectores y de los padres del alumnado. De ninguna manera se pueden acatar ciegamente indicaciones erróneas y frases de sabelotodo, cuya repercusión, desde el inicio de la tragedia, se refleja en cientos de miles de fallecimientos acumulados.

Muchos en la UAEM estamos hartos de liderazgos simuladores y con valores invertidos; de la pérdida de los atributos de la autonomía, de la falta de compromiso con las funciones esenciales y hasta de ese sindicalismo inútil. En resumen, de la presencia de administraciones ineficientes, vividoras del presupuesto y convertidas en simples instrumentos de control al servicio del poder.

El señor de palacio nuevamente se fue en contra de las universidades públicas. En sus “mañaneras” del 7 y 12 de octubre las cuestionó porque no han regresado a clases presenciales, las urgió a volver a las aulas y criticó a quienes reciben un salario en la comodidad de la casa y sin correr ningún riesgo.

En respuesta a estos comentarios la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó un comunicado, en el cual afirma que, si bien las actividades masivas se han suspendido para no generar contagios, el regreso se da en forma paulatina desde hace varias semanas, y al operar también a distancia la institución no se ha detenido ni un solo día. El retorno, dijo el propio rector y médico Enrique Graue, se intensificará cuando el semáforo epidemiológico pase al color verde y los jóvenes completen su esquema de vacunación contra el Covid – 19, aunque sin incurrir en coerción, con todas las medidas de seguridad y atendiendo a las condiciones de cada plantel.

En cambio, la reacción de las autoridades de la UAEM fue de inmediata sumisión y obediencia, y el viernes 8 de octubre la secretaría de Docencia emitió un memorándum, ordenando a los titulares de los distintos espacios retomar a la brevedad sus funciones de manera presencial, con base, según dicho escrito, en el avance de los procesos de vacunación de profesores, administrativos y alumnos. Aparte de mostrar el contraste con la racional y digna postura de la UNAM, sin duda la burocracia local debió sentirse aludida por el reclamo presidencial, pues lejos está de justificar sus altos sueldos y canonjías con el raquítico desempeño exhibido, después de casi medio año de haberse incorporado a la selecta nómina.

Obviamente, la mayoría de la comunidad desea estar en las aulas, pero el escenario presenta aún varios inconvenientes, destacando entre ellos la falta de inoculación de miles de estudiantes, específicamente los de nivel medio superior y un alto porcentaje de los comprendidos en el rango de 18 a 29 años, aunado a la vulnerabilidad de una buena parte del personal docente y administrativo, incluso de quienes han recibido la dosis de un biológico de efectividad cuestionable. Si además se toma en cuenta que el semestre está a pocas semanas de terminar, es absurdo imponer ahora este tipo de decisiones, susceptibles no sólo de modificar la planeación en la trasmisión de contenidos y fechas de evaluación, sino, sobre todo, de incrementar los riesgos de contagio y propiciar la ocurrencia de otras situaciones lamentables, con los desplazamientos de los jóvenes y las reuniones en grupo, en espacios cerrados, mal ventilados y sin la limpieza adecuada.

El grave problema de la pandemia no se ha resuelto, sigue presente y ocasiona víctimas de cualquier edad. Por eso, es imperativo actuar con responsabilidad y procurar al máximo la salud colectiva, a partir de diagnósticos serios, donde participen expertos en la materia y se escuche la voz de los tres sectores y de los padres del alumnado. De ninguna manera se pueden acatar ciegamente indicaciones erróneas y frases de sabelotodo, cuya repercusión, desde el inicio de la tragedia, se refleja en cientos de miles de fallecimientos acumulados.

Muchos en la UAEM estamos hartos de liderazgos simuladores y con valores invertidos; de la pérdida de los atributos de la autonomía, de la falta de compromiso con las funciones esenciales y hasta de ese sindicalismo inútil. En resumen, de la presencia de administraciones ineficientes, vividoras del presupuesto y convertidas en simples instrumentos de control al servicio del poder.