/ viernes 24 de septiembre de 2021

Pensamiento Universitario | Dictadores

Desde el palacio presidencial, cada mañana de lunes a viernes se promueve una agenda y se habla de un México de fantasía. Las preguntas a modo de una prensa dócil dan la oportunidad de presumir una supuesta transformación histórica, aunque también se insiste en la retórica divisiva, de ataques y descalificaciones hacia quienes se atreven a disentir.

Con el menor motivo los fieles aplaudidores le expresan al líder su reconocimiento y devoción, como ocurrió la noche del 15 de septiembre pasado, cuando una cónsul mexicana en Estambul, la alcaldesa de Iztapalapa y el gobernador de Baja California llegaron al extremo de gritarle vivas, al considerarlo ya merecedor del culto que se rinde a los héroes nacionales. Por su parte, él asegura no aceptar ese tipo de reverencias e incluso, en una muestra de sencillez y modestia aparentes, declara haber dejado en su testamento el rechazo a usar su nombre en calles, estatuas o edificio públicos.

Sin embargo, la realidad es otra y se traduce en una extensa serie de errores, a consecuencia de tener un gobierno aferrado a la prédica y la autopromoción, incapaz de construir prosperidad y ambientes de paz y justicia. Lejos de resolver los problemas éstos han empeorado, y algunos se ven en la crisis del sector salud, derivada del pésimo manejo de la pandemia y el desabasto de medicamentos e insumos, por cuya causa han muerto miles de seres inocentes, entre ellos gente del personal médico y niños enfermos de cáncer.

Aparte de los daños ocasionados a educación, ciencia y tecnología, la falta de apoyos a la planta productiva, los recortes presupuestales absurdos y el dinero empleado en ocurrencias y caprichos han repercutido también en el aumento de 3.8 millones de pobres con respecto a 2018, según la última medición del Coneval. La corrupción no sólo no disminuye sino se fortalece, con la presencia de individuos impresentables, licitaciones amañadas, gastos sin rendir cuentas y la designación de una alta burocracia incompetente, sin los conocimientos ni la experiencia necesarios para cumplir cabalmente con la responsabilidad encomendada.

El asunto de la violencia es algo muy preocupante. Los resultados se agravan, tomando en cuenta los hechos atribuidos al crimen organizado y la respuesta del ejército y policía, con todo y sus elevados presupuestos. La terrible situación que predomina en lugares como Michoacán, con miles de desplazados de sus lugares de origen, es el reflejo de un populismo nefasto, cuyos sueños de pacificar con abrazos y regaños de las abuelitas han perjudicado enormemente a la población y nos han convertido en el hazmerreír del mundo.

Por si el panorama no estuviera completo, en las fechas significativas del llamado mes patrio se le da bienvenida de alfombra roja al presidente de Cuba, designándolo orador distinguido en la ceremonia donde se habló de la libertad e Independencia de nuestro país. Esto mientras, por mencionar lo ocurrido recientemente en esa sufrida nación caribeña, cientos de personas están en la cárcel o bajo arresto domiciliario, después de salir a las calles el pasado 11 de julio a pedir libertad, alimentos y medicinas.

El discurso y los actos en favor de los regímenes dictatoriales de la región, aunado a los reproches y críticas al gobierno norteamericano, nada bueno pueden aportar a los intereses nacionales. Así entonces, y ante la falta de una oposición inteligente y efectiva, es la sociedad mexicana quien debiera organizarse y exigir la aplicación de controles y contrapesos, tendientes a evitar las manifestaciones de la autocracia.

Desde el palacio presidencial, cada mañana de lunes a viernes se promueve una agenda y se habla de un México de fantasía. Las preguntas a modo de una prensa dócil dan la oportunidad de presumir una supuesta transformación histórica, aunque también se insiste en la retórica divisiva, de ataques y descalificaciones hacia quienes se atreven a disentir.

Con el menor motivo los fieles aplaudidores le expresan al líder su reconocimiento y devoción, como ocurrió la noche del 15 de septiembre pasado, cuando una cónsul mexicana en Estambul, la alcaldesa de Iztapalapa y el gobernador de Baja California llegaron al extremo de gritarle vivas, al considerarlo ya merecedor del culto que se rinde a los héroes nacionales. Por su parte, él asegura no aceptar ese tipo de reverencias e incluso, en una muestra de sencillez y modestia aparentes, declara haber dejado en su testamento el rechazo a usar su nombre en calles, estatuas o edificio públicos.

Sin embargo, la realidad es otra y se traduce en una extensa serie de errores, a consecuencia de tener un gobierno aferrado a la prédica y la autopromoción, incapaz de construir prosperidad y ambientes de paz y justicia. Lejos de resolver los problemas éstos han empeorado, y algunos se ven en la crisis del sector salud, derivada del pésimo manejo de la pandemia y el desabasto de medicamentos e insumos, por cuya causa han muerto miles de seres inocentes, entre ellos gente del personal médico y niños enfermos de cáncer.

Aparte de los daños ocasionados a educación, ciencia y tecnología, la falta de apoyos a la planta productiva, los recortes presupuestales absurdos y el dinero empleado en ocurrencias y caprichos han repercutido también en el aumento de 3.8 millones de pobres con respecto a 2018, según la última medición del Coneval. La corrupción no sólo no disminuye sino se fortalece, con la presencia de individuos impresentables, licitaciones amañadas, gastos sin rendir cuentas y la designación de una alta burocracia incompetente, sin los conocimientos ni la experiencia necesarios para cumplir cabalmente con la responsabilidad encomendada.

El asunto de la violencia es algo muy preocupante. Los resultados se agravan, tomando en cuenta los hechos atribuidos al crimen organizado y la respuesta del ejército y policía, con todo y sus elevados presupuestos. La terrible situación que predomina en lugares como Michoacán, con miles de desplazados de sus lugares de origen, es el reflejo de un populismo nefasto, cuyos sueños de pacificar con abrazos y regaños de las abuelitas han perjudicado enormemente a la población y nos han convertido en el hazmerreír del mundo.

Por si el panorama no estuviera completo, en las fechas significativas del llamado mes patrio se le da bienvenida de alfombra roja al presidente de Cuba, designándolo orador distinguido en la ceremonia donde se habló de la libertad e Independencia de nuestro país. Esto mientras, por mencionar lo ocurrido recientemente en esa sufrida nación caribeña, cientos de personas están en la cárcel o bajo arresto domiciliario, después de salir a las calles el pasado 11 de julio a pedir libertad, alimentos y medicinas.

El discurso y los actos en favor de los regímenes dictatoriales de la región, aunado a los reproches y críticas al gobierno norteamericano, nada bueno pueden aportar a los intereses nacionales. Así entonces, y ante la falta de una oposición inteligente y efectiva, es la sociedad mexicana quien debiera organizarse y exigir la aplicación de controles y contrapesos, tendientes a evitar las manifestaciones de la autocracia.