/ viernes 20 de marzo de 2020

Pensamiento Universitario | Emergencia


La disonancia cognitiva es un proceso en el que sesgamos información a partir de seleccionar lo que refuerza nuestras creencias, y desechar aquellos datos que la cuestiona. Este es un proceso natural en los seres humanos, sin embargo por su visibilidad pública, la disonancia cognitiva del Presidente López Obrador cobra particular interés en el contexto de la crisis sanitaria por el coronavirus, y los efectos devastadores en la economía: la caída del precio del petróleo, el alza del dólar a 24 pesos, y la expectativa de decrecimiento económico de -4% para este año.

Después de meses de controlar la agenda casi monopólicamente, AMLO pierde el control, primero con la irrupción del movimiento feminista, y ahora con la crisis del coronavirus. Ha dejado de ejercer un liderazgo positivo, y ha generado un vacío de poder en estos temas.

El Presidente cree vehementemente que la corrupción, y la desigualdad son el origen de todos los males de México, y esta consistencia le ha valido ganar la agenda en estos temas. No hay nadie que pueda tener una credibilidad mayor para combatir la corrupción. Sin embargo frente a la crisis del coronavirus se ha empecinado en continuar impulsando los temas de su agenda. De igual forma, ha subestimado los protocolos sanitarios relacionados con la pandemia por el coronavirus.

La disonancia cognitiva lo lleva calificar a las feministas como conservadores, a los medios que lo cuestionan, como neoliberales; y al coronavirus como un enemigo que sus adversarios aprovechan para atacarlo. La narrativa de AMLO es consistente: hay un adversario común (conservadores o neoliberales) que reaccionan a los cambios que conlleva la llamada cuarta transformación. Ante esta reacción, sus fieles seguidores son alentados para organizarse en redes sociales para atacar a quienes cuestionan el desempeño del gobierno en esta crisis.

Por el lado del mercado, la realidad lo ha rebasado; la caída del precio del petróleo a menos de 20 dólares, provoca que los costos de producción sean más caros que su valor en el mercado, y pone en entredicho la viabilidad de uno de las obras bandera de su gobierno: la refinería de dos bocas, Tabasco.

En la crisis del coronavirus, se perciben contradicciones; por un lado el encargado López Gatel emite protocolos que evitan el contacto físico y el aislamiento social; y por otro, López Obrador convoca a las masas, besa y abraza a los ciudadanos.

El triunfo en la elección presidencial se dio en el contexto del hartazgo en los políticos tradicionales, y encumbro a AMLO como un político exitoso, sin embargo esto no quiere decir que sea un buen gobernante. A lo largo de los 15 meses de gobierno, los criterios políticos han estado por encima de los criterios técnico-económicos. El Presidente ha desafiado al sistema y al mercado; y la actual crisis puede erosionar fuertemente su credibilidad y competencia como gobernante.

La disonancia cognitiva de AMLO o la terquedad por imponer los temas de su agenda puede llevarlo a perder todo el sexenio, y paradójicamente perjudicar gravemente a los que menos tienen.

La mandataria alemana, Angela Merkel califico la actual crisis como el desafío más fuerte de la humanidad, casi igual al de la segunda guerra mundial. México necesita un liderazgo positivo, un liderazgo que en lugar de polarizar y dividir, convoque a la unidad; en lugar de empecinarse en su agenda, priorice los recursos del Estado para proteger la economía y la salud. Definitivamente, esta crisis requiere un liderazgo más responsable y menos populista.

paul.valdes@gmail.com


La disonancia cognitiva es un proceso en el que sesgamos información a partir de seleccionar lo que refuerza nuestras creencias, y desechar aquellos datos que la cuestiona. Este es un proceso natural en los seres humanos, sin embargo por su visibilidad pública, la disonancia cognitiva del Presidente López Obrador cobra particular interés en el contexto de la crisis sanitaria por el coronavirus, y los efectos devastadores en la economía: la caída del precio del petróleo, el alza del dólar a 24 pesos, y la expectativa de decrecimiento económico de -4% para este año.

Después de meses de controlar la agenda casi monopólicamente, AMLO pierde el control, primero con la irrupción del movimiento feminista, y ahora con la crisis del coronavirus. Ha dejado de ejercer un liderazgo positivo, y ha generado un vacío de poder en estos temas.

El Presidente cree vehementemente que la corrupción, y la desigualdad son el origen de todos los males de México, y esta consistencia le ha valido ganar la agenda en estos temas. No hay nadie que pueda tener una credibilidad mayor para combatir la corrupción. Sin embargo frente a la crisis del coronavirus se ha empecinado en continuar impulsando los temas de su agenda. De igual forma, ha subestimado los protocolos sanitarios relacionados con la pandemia por el coronavirus.

La disonancia cognitiva lo lleva calificar a las feministas como conservadores, a los medios que lo cuestionan, como neoliberales; y al coronavirus como un enemigo que sus adversarios aprovechan para atacarlo. La narrativa de AMLO es consistente: hay un adversario común (conservadores o neoliberales) que reaccionan a los cambios que conlleva la llamada cuarta transformación. Ante esta reacción, sus fieles seguidores son alentados para organizarse en redes sociales para atacar a quienes cuestionan el desempeño del gobierno en esta crisis.

Por el lado del mercado, la realidad lo ha rebasado; la caída del precio del petróleo a menos de 20 dólares, provoca que los costos de producción sean más caros que su valor en el mercado, y pone en entredicho la viabilidad de uno de las obras bandera de su gobierno: la refinería de dos bocas, Tabasco.

En la crisis del coronavirus, se perciben contradicciones; por un lado el encargado López Gatel emite protocolos que evitan el contacto físico y el aislamiento social; y por otro, López Obrador convoca a las masas, besa y abraza a los ciudadanos.

El triunfo en la elección presidencial se dio en el contexto del hartazgo en los políticos tradicionales, y encumbro a AMLO como un político exitoso, sin embargo esto no quiere decir que sea un buen gobernante. A lo largo de los 15 meses de gobierno, los criterios políticos han estado por encima de los criterios técnico-económicos. El Presidente ha desafiado al sistema y al mercado; y la actual crisis puede erosionar fuertemente su credibilidad y competencia como gobernante.

La disonancia cognitiva de AMLO o la terquedad por imponer los temas de su agenda puede llevarlo a perder todo el sexenio, y paradójicamente perjudicar gravemente a los que menos tienen.

La mandataria alemana, Angela Merkel califico la actual crisis como el desafío más fuerte de la humanidad, casi igual al de la segunda guerra mundial. México necesita un liderazgo positivo, un liderazgo que en lugar de polarizar y dividir, convoque a la unidad; en lugar de empecinarse en su agenda, priorice los recursos del Estado para proteger la economía y la salud. Definitivamente, esta crisis requiere un liderazgo más responsable y menos populista.

paul.valdes@gmail.com