/ viernes 7 de febrero de 2020

Pensamiento Universitario | Gobiernos sin capacidad

Mucho se habla de la falta de capacidad, conocimientos y experiencia en un alto porcentaje de los llamados servidores públicos. Según las evidencias, hay quienes su perfil de estudios o antecedentes no va de acuerdo con la responsabilidad encomendada, y para muestra ahí están los casos del director de Pemex en el gobierno federal y del secretario de Movilidad en el estatal.

La tarea corresponde a una actividad organizada en apego a las disposiciones legales en vigor, y su finalidad es generar un valor tangible, no sólo en cuanto a satisfacer de las necesidades del usuario, sino en su destacada contribución al bien común. Por ello, los cargos debieran recaer en gente especializada, cuya carta de vida pudiese garantizar el manejo escrupuloso de los recursos y el impulso al progreso de una entidad o de una nación.

Incluso, en algún momento se sentaron las bases del servicio civil de carrera, con la intención de aumentar la efectividad social del aparato administrativo, tener actuaciones productivas y lograr un ejercicio pleno de rendición de cuantas. Objetivos específicos eran designar al personal mediante sistemas basados en apreciar los conocimientos y aptitudes de los aspirantes, y además garantizar el derecho de escalafón, a fin de otorgar los ascensos en función de dichas cualidades, más el factor antigüedad, considerándose también la necesidad de la capacitación.

Sin embargo, preocupan los criterios con los cuales se integra ahora el gobierno de la famosa 4T, en el sentido de requerirle a los contratados 90% de honestidad y 10% de experiencia. La traducción de esto ya es una realidad, pues, según los registros de la Secretaría de la Función Pública, en un año han causado baja casi un tercio de los funcionarios con esas características de profesionalismo.

Naturalmente, la carencia de atributos en un líder se manifiesta de diferentes maneras, y en todas ellas es posible identificar el origen de tantos males y desviaciones, en perjuicio de los legítimos intereses de la población. Es decir, la preparación deficiente de quienes tienen como único aval del nombramiento su lealtad y sumisión al régimen, sólo puede derivar en la toma de decisiones erróneas y, en general, en la ausencia de una visión clara de lo que significa ser una administración de calidad y buenos resultados.

En contraste con esa fuerza creativa, solidaria y responsable, susceptible de ser adquirida a través de la sabiduría y los principios éticos, en numerosas ocasiones hemos constatado el efecto destructor del poder asociado a la ignorancia, al inducir al individuo, mujeres y hombres, a desentenderse de lo esencial de su función y a concentrarse en el mero disfrute de una falsa popularidad. Por lo tanto, es indispensable impulsar cambios en la vida pública, ante la demanda de formar las estructuras de gobierno con gente mucho mejor capacitada, cuyo desempeño se lleve a cabo con legalidad, honradez, imparcialidad y eficiencia.

Si México continúa sufriendo las consecuencias de tomar un rumbo equivocado, lo menos que se puede exigir es un cambio de estrategias, con el aporte de verdaderos expertos. Nada justifica el seguir aguantando la ignorancia, la soberbia y la falta de solución a los grandes retos actuales.

juancuencadiaz@hotmail.com

Mucho se habla de la falta de capacidad, conocimientos y experiencia en un alto porcentaje de los llamados servidores públicos. Según las evidencias, hay quienes su perfil de estudios o antecedentes no va de acuerdo con la responsabilidad encomendada, y para muestra ahí están los casos del director de Pemex en el gobierno federal y del secretario de Movilidad en el estatal.

La tarea corresponde a una actividad organizada en apego a las disposiciones legales en vigor, y su finalidad es generar un valor tangible, no sólo en cuanto a satisfacer de las necesidades del usuario, sino en su destacada contribución al bien común. Por ello, los cargos debieran recaer en gente especializada, cuya carta de vida pudiese garantizar el manejo escrupuloso de los recursos y el impulso al progreso de una entidad o de una nación.

Incluso, en algún momento se sentaron las bases del servicio civil de carrera, con la intención de aumentar la efectividad social del aparato administrativo, tener actuaciones productivas y lograr un ejercicio pleno de rendición de cuantas. Objetivos específicos eran designar al personal mediante sistemas basados en apreciar los conocimientos y aptitudes de los aspirantes, y además garantizar el derecho de escalafón, a fin de otorgar los ascensos en función de dichas cualidades, más el factor antigüedad, considerándose también la necesidad de la capacitación.

Sin embargo, preocupan los criterios con los cuales se integra ahora el gobierno de la famosa 4T, en el sentido de requerirle a los contratados 90% de honestidad y 10% de experiencia. La traducción de esto ya es una realidad, pues, según los registros de la Secretaría de la Función Pública, en un año han causado baja casi un tercio de los funcionarios con esas características de profesionalismo.

Naturalmente, la carencia de atributos en un líder se manifiesta de diferentes maneras, y en todas ellas es posible identificar el origen de tantos males y desviaciones, en perjuicio de los legítimos intereses de la población. Es decir, la preparación deficiente de quienes tienen como único aval del nombramiento su lealtad y sumisión al régimen, sólo puede derivar en la toma de decisiones erróneas y, en general, en la ausencia de una visión clara de lo que significa ser una administración de calidad y buenos resultados.

En contraste con esa fuerza creativa, solidaria y responsable, susceptible de ser adquirida a través de la sabiduría y los principios éticos, en numerosas ocasiones hemos constatado el efecto destructor del poder asociado a la ignorancia, al inducir al individuo, mujeres y hombres, a desentenderse de lo esencial de su función y a concentrarse en el mero disfrute de una falsa popularidad. Por lo tanto, es indispensable impulsar cambios en la vida pública, ante la demanda de formar las estructuras de gobierno con gente mucho mejor capacitada, cuyo desempeño se lleve a cabo con legalidad, honradez, imparcialidad y eficiencia.

Si México continúa sufriendo las consecuencias de tomar un rumbo equivocado, lo menos que se puede exigir es un cambio de estrategias, con el aporte de verdaderos expertos. Nada justifica el seguir aguantando la ignorancia, la soberbia y la falta de solución a los grandes retos actuales.

juancuencadiaz@hotmail.com