/ viernes 27 de mayo de 2022

Pensamiento Universitario | Nuevos directores en la UAEM

En los próximos días se llevará a cabo el proceso de cambio de director en tres planteles de la Escuela Preparatoria de la UAEM. Esta clase de sustituciones es ahora más importante, luego de que la contingencia sanitaria causada por el Covid-19 evidenciara las debilidades del sistema educativo universitario, en gran medida por la ineficacia de una buena parte de las autoridades, quienes no supieron orientar el trabajo docente en cuanto a diseñar y aplicar las estrategias requeridas, a fin de garantizar los aprendizajes y la salud emocional del alumnado.

Aunque lo complejo de la situación tiende a generalizarse, en el nivel medio superior es prioritario atender las necesidades propias de los adolescentes, las cuales rebasan la simple trasmisión de conocimientos y exigen reforzar su formación integral como seres humanos. Es decir, el objetivo central de descubrir o encauzar vocaciones y preparar el ingreso a los estudios profesionales demanda un complemento indispensable, en el sentido de desarrollar las cualidades del colegial creativo, investigador, consciente de su responsabilidad, con deseos de ascender en la escala social y un proyecto de vida sustentado en valores.

Por eso, es imperativo crear conciencia acerca de la elección de los futuros directivos, ante el propósito de que, en su momento, la toma de decisiones se apegue a los principios fundamentales y leyes de nuestra alma mater. Es forzoso tener liderazgos bien preparados, con la capacidad de motivar y conducir a la comunidad por el camino del progreso en sus diversas manifestaciones.

La aspiración de representar un centro escolar debiera basarse no sólo en una historia de vida intachable, sino en nociones o saberes específicos, donde se incluyan desde la cultura y la experiencia profesional comprobadas, hasta la administración de instituciones educativas, el manejo de recursos humanos y la planeación estratégica y operativa. Las y los universitarios dignos están cansados de soportar tanta mediocridad, ignorancia, conductas cuestionadas, fantasía académica, nepotismo y abusos de poder, gracias al desinterés y sumisión de algunos sectores y al apoyo de una alta burocracia cómplice.

Derivado precisamente de estos excesos, es también un compromiso ineludible erradicar la improvisación del profesorado y evitar el ingreso de gente arribista, por lo común sin el perfil correspondiente a la asignatura impartida, y cuyo único mérito se encuentra en el parentesco o la amistad con la autoridad en turno. Individuos de este sub estrato son sumamente nocivos, pues sus acciones los convierte en autores de fomentar en no pocos alumnos la actitud facilista y desinteresada, el bajo aprovechamiento, la carencia de metas, la indisciplina y el rechazo al hábito del esfuerzo.

La superación académica e intelectual de los jóvenes depende en mucho del sentido de vocación de sus maestros, de sus competencias y de la legitimidad de su desempeño, tomando en cuenta que la calidad de la instrucción trasmitida permitirá forjar mujeres y hombres libres, críticos e independientes, capaces de contribuir a la prosperidad del país y de generar los tan necesarios modelos de congruencia ciudadana. Obviamente, quienes por costumbre destaquen en la labor de compartir el conocimiento útil y significativo, de fortalecer el talento y la aptitud de raciocinio, son las y los justos merecedores de promoción y estímulos adecuados, y no esa élite consentida, simuladora e improductiva, cómodamente refugiada en sus posgrados “gansito”.

En los próximos días se llevará a cabo el proceso de cambio de director en tres planteles de la Escuela Preparatoria de la UAEM. Esta clase de sustituciones es ahora más importante, luego de que la contingencia sanitaria causada por el Covid-19 evidenciara las debilidades del sistema educativo universitario, en gran medida por la ineficacia de una buena parte de las autoridades, quienes no supieron orientar el trabajo docente en cuanto a diseñar y aplicar las estrategias requeridas, a fin de garantizar los aprendizajes y la salud emocional del alumnado.

Aunque lo complejo de la situación tiende a generalizarse, en el nivel medio superior es prioritario atender las necesidades propias de los adolescentes, las cuales rebasan la simple trasmisión de conocimientos y exigen reforzar su formación integral como seres humanos. Es decir, el objetivo central de descubrir o encauzar vocaciones y preparar el ingreso a los estudios profesionales demanda un complemento indispensable, en el sentido de desarrollar las cualidades del colegial creativo, investigador, consciente de su responsabilidad, con deseos de ascender en la escala social y un proyecto de vida sustentado en valores.

Por eso, es imperativo crear conciencia acerca de la elección de los futuros directivos, ante el propósito de que, en su momento, la toma de decisiones se apegue a los principios fundamentales y leyes de nuestra alma mater. Es forzoso tener liderazgos bien preparados, con la capacidad de motivar y conducir a la comunidad por el camino del progreso en sus diversas manifestaciones.

La aspiración de representar un centro escolar debiera basarse no sólo en una historia de vida intachable, sino en nociones o saberes específicos, donde se incluyan desde la cultura y la experiencia profesional comprobadas, hasta la administración de instituciones educativas, el manejo de recursos humanos y la planeación estratégica y operativa. Las y los universitarios dignos están cansados de soportar tanta mediocridad, ignorancia, conductas cuestionadas, fantasía académica, nepotismo y abusos de poder, gracias al desinterés y sumisión de algunos sectores y al apoyo de una alta burocracia cómplice.

Derivado precisamente de estos excesos, es también un compromiso ineludible erradicar la improvisación del profesorado y evitar el ingreso de gente arribista, por lo común sin el perfil correspondiente a la asignatura impartida, y cuyo único mérito se encuentra en el parentesco o la amistad con la autoridad en turno. Individuos de este sub estrato son sumamente nocivos, pues sus acciones los convierte en autores de fomentar en no pocos alumnos la actitud facilista y desinteresada, el bajo aprovechamiento, la carencia de metas, la indisciplina y el rechazo al hábito del esfuerzo.

La superación académica e intelectual de los jóvenes depende en mucho del sentido de vocación de sus maestros, de sus competencias y de la legitimidad de su desempeño, tomando en cuenta que la calidad de la instrucción trasmitida permitirá forjar mujeres y hombres libres, críticos e independientes, capaces de contribuir a la prosperidad del país y de generar los tan necesarios modelos de congruencia ciudadana. Obviamente, quienes por costumbre destaquen en la labor de compartir el conocimiento útil y significativo, de fortalecer el talento y la aptitud de raciocinio, son las y los justos merecedores de promoción y estímulos adecuados, y no esa élite consentida, simuladora e improductiva, cómodamente refugiada en sus posgrados “gansito”.