/ viernes 22 de mayo de 2020

Pensamiento Universitario | Periodismo independiente

Para desgracia de nuestro país, en la administración federal los errores se acumulan, tanto en la manera de enfrentar los diversos problemas como en la de evitar el surgimiento de otros. Las evidencias están ahí, con los enormes daños a la economía, los graves efectos de la austeridad republicana, los cuestionados proyectos faraónicos, la exagerada presencia del crimen organizado y las formas de prevenir y enfrentar la actual emergencia sanitaria.

Esta situación, además de los justos reclamos y protestas, ha dado lugar a numerosos análisis, reportes y comentarios en los medios de comunicación, quizá no siempre con la objetividad debida. Sin embargo, en lugar de aceptar las verdades, o refutar con argumentos ciertos y comprobables, guardando la compostura propia de su cargo, el presidente ha optado por la confrontación, ubicando a la generalidad de la prensa en la posición de adversario, vocera de los conservadores, fifí, opuesta al cambio y promotora de la corrupción.

Apenas en días pasados, al continuar con su retórica beligerante, el señor afirmó que en México no hay un periodismo profesional, independiente y ético. Según su percepción, el actual no ha sabido entender la nueva realidad, la mayoría ha seguido con lo mismo, “se echó a perder” y falta a la verdad. Incluso se refirió a ciertos periódicos famosos, de presencia internacional, a quienes también acusó de mentir y calumniar en el manejo de la información, cuando ésta da a conocer los desaciertos de su gestión.

Ante este clima adverso, los organismos de protección a periodistas y de derechos humanos han advertido acerca del riesgo de enfrentar una de las etapas más críticas de los últimos tiempos, pues a los ataques presidenciales se suman las agresiones en redes sociales, el fanatismo estimulado con dádivas, y acaso hasta el apoyo de ciertos grupos delictivos. Esto último por lo ocurrido el miércoles 13 de mayo, cuando, de acuerdo con la nota publicada, en las oficinas del diario Reforma se recibió la llamada de un supuesto integrante de un Cártel, amenazando con “volar” el edificio de la empresa si no dejan de difamar y corrigen la línea crítica al gobierno.

La función de la prensa no es “portarse bien” con los poderosos, es decir, llenarlos de adulación y justificar sus deficiencias, sino difundir hechos, investigar y revelar cuestiones encubiertas; analizar contextos, mostrar la relación entre personajes y circunstancias, y exhibir las consecuencias de esos actos. En el presente caso, algunas preguntas serían cómo reconocerle validez absoluta a una administración cuyo desempeño en materia económica es desastroso; cuando afirma que la pandemia y su secuela de mortandad le cayó “como anillo al dedo” a un proyecto político, o al pretender heredar un país contaminado y devastado en temas ambientales, al impulsar la generación de energías sucias, causantes de 25 mil muertes prematuras al año, según estudios de la UNAM, IPN y el Instituto Mexicano del Petróleo.

Frente a un escenario donde las cosas no están bien y van para peor, el periodismo debe ser un soporte de la vida democrática y un contrapeso efectivo en el ejercicio del poder. En el estricto cumplimiento de la encomienda, siempre habrá enemistades que honren.

Para desgracia de nuestro país, en la administración federal los errores se acumulan, tanto en la manera de enfrentar los diversos problemas como en la de evitar el surgimiento de otros. Las evidencias están ahí, con los enormes daños a la economía, los graves efectos de la austeridad republicana, los cuestionados proyectos faraónicos, la exagerada presencia del crimen organizado y las formas de prevenir y enfrentar la actual emergencia sanitaria.

Esta situación, además de los justos reclamos y protestas, ha dado lugar a numerosos análisis, reportes y comentarios en los medios de comunicación, quizá no siempre con la objetividad debida. Sin embargo, en lugar de aceptar las verdades, o refutar con argumentos ciertos y comprobables, guardando la compostura propia de su cargo, el presidente ha optado por la confrontación, ubicando a la generalidad de la prensa en la posición de adversario, vocera de los conservadores, fifí, opuesta al cambio y promotora de la corrupción.

Apenas en días pasados, al continuar con su retórica beligerante, el señor afirmó que en México no hay un periodismo profesional, independiente y ético. Según su percepción, el actual no ha sabido entender la nueva realidad, la mayoría ha seguido con lo mismo, “se echó a perder” y falta a la verdad. Incluso se refirió a ciertos periódicos famosos, de presencia internacional, a quienes también acusó de mentir y calumniar en el manejo de la información, cuando ésta da a conocer los desaciertos de su gestión.

Ante este clima adverso, los organismos de protección a periodistas y de derechos humanos han advertido acerca del riesgo de enfrentar una de las etapas más críticas de los últimos tiempos, pues a los ataques presidenciales se suman las agresiones en redes sociales, el fanatismo estimulado con dádivas, y acaso hasta el apoyo de ciertos grupos delictivos. Esto último por lo ocurrido el miércoles 13 de mayo, cuando, de acuerdo con la nota publicada, en las oficinas del diario Reforma se recibió la llamada de un supuesto integrante de un Cártel, amenazando con “volar” el edificio de la empresa si no dejan de difamar y corrigen la línea crítica al gobierno.

La función de la prensa no es “portarse bien” con los poderosos, es decir, llenarlos de adulación y justificar sus deficiencias, sino difundir hechos, investigar y revelar cuestiones encubiertas; analizar contextos, mostrar la relación entre personajes y circunstancias, y exhibir las consecuencias de esos actos. En el presente caso, algunas preguntas serían cómo reconocerle validez absoluta a una administración cuyo desempeño en materia económica es desastroso; cuando afirma que la pandemia y su secuela de mortandad le cayó “como anillo al dedo” a un proyecto político, o al pretender heredar un país contaminado y devastado en temas ambientales, al impulsar la generación de energías sucias, causantes de 25 mil muertes prematuras al año, según estudios de la UNAM, IPN y el Instituto Mexicano del Petróleo.

Frente a un escenario donde las cosas no están bien y van para peor, el periodismo debe ser un soporte de la vida democrática y un contrapeso efectivo en el ejercicio del poder. En el estricto cumplimiento de la encomienda, siempre habrá enemistades que honren.