/ viernes 18 de marzo de 2022

Pensamiento Universitario | Sindicalismo Universitario Devaluado


En la Universidad Autónoma del Estado de México se continúa padeciendo la falta de un sindicalismo independiente, con la capacidad de negociación necesaria para lograr condiciones de bienestar y un trato digno hacia las y los agremiados. Aquí, por desgracia, a la tradicional indolencia de la comunidad se suma la ineptitud y sumisión de los liderazgos, los cuales han quedado muy lejos de entender la importancia de su función en estos tiempos de crisis.

Cuando en un ambiente laboral el sistema tiende a invertir los valores de estas personas, las características esenciales de una representación de calidad se van perdiendo, dando lugar a comportamientos ineficientes y serviles, hasta convertirse en simples instrumentos de control al gusto del poder. En México, a los individuos así subordinados se les califica con el término despectivo de “charros”, y son una forma de ese corporativismo nefasto, que ha permitido la acumulación de grandes beneficios particulares, además de mantener y reproducir regímenes autoritarios y corruptos, a cambio de minimizar o negar la atención a las justas demandas de los afiliados.

Una muestra de esa falta de compromiso está en las acciones de la actual cúpula de la llamada Federación de Asociaciones Autónomas del Personal Académico de la UAEM, sin duda a consecuencia del deterioro y la obsolescencia de ciertos atributos. Apenas en diciembre del año pasado se les permitió a las autoridades de la institución violar la cláusula número 43 del Contrato Colectivo de Trabajo, al no entregar íntegro el monto del aguinaldo, como se había hecho durante más de cuarenta años, aunque después, debido a las protestas de una minoría, se devolvió lo retenido en dos partes, la segunda al final del mes anterior, con el denigrante mensaje de otorgarlo “bajo el concepto de apoyo solidario por pandemia”.

Se tiene también el proceso de revisión salarial, donde los obedientes líderes aceptan un incremento de 3.5 por ciento, equivalente a menos de la mitad de la inflación anual reconocida oficialmente. Por supuesto, nada se ha dicho sobre el cumplimiento de las reformas al artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo, las cuales entraron en vigor en enero de 2021, y se refieren a la obligación patronal de remunerar el teletrabajo; es decir, las actividades realizadas con sus propios medios y en los domicilios u oficinas del sector docente, a lo largo de casi dos años.

En apoyo a cientos de afectados, tampoco se levanta la voz ni se le exige a la burocracia del ISSEMyM la solución inmediata al problema del desabasto de medicamentos, y una atención adecuada y oportuna por parte del personal de salud. Si los descuentos a los derechohabientes se efectúan cada quincena, es condenable no darles el servicio y dañar su economía al tener que comprar ellos las medicinas, o incluso poner en riesgo su vida cuando sus recursos no son suficientes para tratar determinadas enfermedades.

En fin, las evidencias se acumulan y por ello es indispensable adoptar una conciencia de cambio, encauzada a erradicar el clientelismo y las formas pasivas y simuladoras, si se desea al menos conservar los beneficios alcanzados en periodos anteriores. Los valores y principios universitarios requieren de un sindicalismo responsable, independiente y efectivo, capaz de honrar en los hechos la encomienda de lograr justicia, respeto y solidaridad.

Al no estar a la altura de las circunstancias, reitero la sugerencia de hacer a un lado a esta dirigencia y elegir otra realmente libre, dispuesta a defender con dignidad las conquistas laborales del gremio.


En la Universidad Autónoma del Estado de México se continúa padeciendo la falta de un sindicalismo independiente, con la capacidad de negociación necesaria para lograr condiciones de bienestar y un trato digno hacia las y los agremiados. Aquí, por desgracia, a la tradicional indolencia de la comunidad se suma la ineptitud y sumisión de los liderazgos, los cuales han quedado muy lejos de entender la importancia de su función en estos tiempos de crisis.

Cuando en un ambiente laboral el sistema tiende a invertir los valores de estas personas, las características esenciales de una representación de calidad se van perdiendo, dando lugar a comportamientos ineficientes y serviles, hasta convertirse en simples instrumentos de control al gusto del poder. En México, a los individuos así subordinados se les califica con el término despectivo de “charros”, y son una forma de ese corporativismo nefasto, que ha permitido la acumulación de grandes beneficios particulares, además de mantener y reproducir regímenes autoritarios y corruptos, a cambio de minimizar o negar la atención a las justas demandas de los afiliados.

Una muestra de esa falta de compromiso está en las acciones de la actual cúpula de la llamada Federación de Asociaciones Autónomas del Personal Académico de la UAEM, sin duda a consecuencia del deterioro y la obsolescencia de ciertos atributos. Apenas en diciembre del año pasado se les permitió a las autoridades de la institución violar la cláusula número 43 del Contrato Colectivo de Trabajo, al no entregar íntegro el monto del aguinaldo, como se había hecho durante más de cuarenta años, aunque después, debido a las protestas de una minoría, se devolvió lo retenido en dos partes, la segunda al final del mes anterior, con el denigrante mensaje de otorgarlo “bajo el concepto de apoyo solidario por pandemia”.

Se tiene también el proceso de revisión salarial, donde los obedientes líderes aceptan un incremento de 3.5 por ciento, equivalente a menos de la mitad de la inflación anual reconocida oficialmente. Por supuesto, nada se ha dicho sobre el cumplimiento de las reformas al artículo 311 de la Ley Federal del Trabajo, las cuales entraron en vigor en enero de 2021, y se refieren a la obligación patronal de remunerar el teletrabajo; es decir, las actividades realizadas con sus propios medios y en los domicilios u oficinas del sector docente, a lo largo de casi dos años.

En apoyo a cientos de afectados, tampoco se levanta la voz ni se le exige a la burocracia del ISSEMyM la solución inmediata al problema del desabasto de medicamentos, y una atención adecuada y oportuna por parte del personal de salud. Si los descuentos a los derechohabientes se efectúan cada quincena, es condenable no darles el servicio y dañar su economía al tener que comprar ellos las medicinas, o incluso poner en riesgo su vida cuando sus recursos no son suficientes para tratar determinadas enfermedades.

En fin, las evidencias se acumulan y por ello es indispensable adoptar una conciencia de cambio, encauzada a erradicar el clientelismo y las formas pasivas y simuladoras, si se desea al menos conservar los beneficios alcanzados en periodos anteriores. Los valores y principios universitarios requieren de un sindicalismo responsable, independiente y efectivo, capaz de honrar en los hechos la encomienda de lograr justicia, respeto y solidaridad.

Al no estar a la altura de las circunstancias, reitero la sugerencia de hacer a un lado a esta dirigencia y elegir otra realmente libre, dispuesta a defender con dignidad las conquistas laborales del gremio.