/ viernes 24 de diciembre de 2021

Pensamiento Universitario | Trabajadores universitarios agradecidos

El lunes pasado, el personal académico y administrativo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) fue víctima de la perversidad de las autoridades, al no cumplirse la obligación de pagarles íntegro el monto del aguinaldo correspondiente a este año. En franca violación a lo establecido en el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), de dicha prestación fue deducido el Impuesto Sobre la Renta (ISR), a pesar de que esto no se había aplicado en más de cuarenta años, precisamente por estar incluido en el convenio suscrito entre las partes patronal y asalariada.

Las protestas fueron inmediatas, al ser esta acción incluso contraria a lo estipulado en la propia Ley de la UAEM (Artículo 8), relativo a garantizar el respeto a la existencia y ejercicio de los derechos laborales o de prestación de servicios de los sectores citados. Ante la magnitud del problema, los representantes sindicales se vieron forzados a intervenir, lográndose establecer el compromiso de reintegrar a los afectados el total de lo retenido, en dos exhibiciones: una antes de concluir este mes y la otra en febrero de 2022.

Aparte de aceptar esta denigrante forma de pago en abonos, otros argumentos son absurdos y perjudiciales, pues los supuestos líderes validan que el acuerdo es de manera extraordinaria, esto es, fuera del orden natural o común, y se da en el contexto actual de la pandemia, con el ánimo de generar condiciones a favor del personal universitario. Es decir, en lugar de exigir por escrito y debidamente firmado el acatamiento oficial en esa decisión a la Cláusula No. 43 del CCT, se recibe como una muestra de generosidad y benevolencia del burócrata mayor.

Obviamente, el asunto es sumamente delicado, deja un precedente indeseable y no puede quedar reducido a una simple anécdota. Por lo tanto, es indispensable identificar omisiones y deslindar responsabilidades, a fin de demandar las sanciones correspondientes.

Para empezar, está la patética actuación de los dirigentes sindicales, cuya mediocridad y presencia mínima es evidenciada sin atenuantes. Apenas hace unos días armaron un costoso espectáculo en escuelas y facultades, recabando firmas de los agremiados con el objetivo de legitimar el CCT. La pregunta es: ¿y de qué sirvió esto?, si después permiten y avalan el desprecio y pisoteo al documento. Al no estar a la altura de las circunstancias y sólo preocuparse por mantener sus privilegios y los de sus incondicionales, lo mejor será hacer a un lado a estos individuos y elegir a personas realmente dispuestos a ostentar con dignidad la representación de miles de universitarios.

Y qué decir del “señor rector”, cuyos errores en las diferentes asignaturas se acumulan y motivan también a reflexionar acerca de su permanencia en el cargo. De un gris intenso y bastante sumiso al poder político, no tiene la aptitud necesaria para, entre otras cosas, darle a la UAEM el rumbo correcto en lo académico, financiero, combate a la impunidad, transparencia y rendición de cuentas, y por lo visto es muy obsecuente con la consigna presidencial de golpear a las universidades públicas.

Su participación en este conflicto, susceptible de causar hasta una huelga, fortalece la conveniencia de aplicarle lo previsto en fracciones específicas del Artículo 122 del Estatuto Universitario, donde se habla de las consecuencias de lesionar los principios universitarios o el desarrollo de la vida institucional; de incumplir las responsabilidades y obligaciones, y de mostrar desatención, negligencia o incapacidad.

El lunes pasado, el personal académico y administrativo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) fue víctima de la perversidad de las autoridades, al no cumplirse la obligación de pagarles íntegro el monto del aguinaldo correspondiente a este año. En franca violación a lo establecido en el Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), de dicha prestación fue deducido el Impuesto Sobre la Renta (ISR), a pesar de que esto no se había aplicado en más de cuarenta años, precisamente por estar incluido en el convenio suscrito entre las partes patronal y asalariada.

Las protestas fueron inmediatas, al ser esta acción incluso contraria a lo estipulado en la propia Ley de la UAEM (Artículo 8), relativo a garantizar el respeto a la existencia y ejercicio de los derechos laborales o de prestación de servicios de los sectores citados. Ante la magnitud del problema, los representantes sindicales se vieron forzados a intervenir, lográndose establecer el compromiso de reintegrar a los afectados el total de lo retenido, en dos exhibiciones: una antes de concluir este mes y la otra en febrero de 2022.

Aparte de aceptar esta denigrante forma de pago en abonos, otros argumentos son absurdos y perjudiciales, pues los supuestos líderes validan que el acuerdo es de manera extraordinaria, esto es, fuera del orden natural o común, y se da en el contexto actual de la pandemia, con el ánimo de generar condiciones a favor del personal universitario. Es decir, en lugar de exigir por escrito y debidamente firmado el acatamiento oficial en esa decisión a la Cláusula No. 43 del CCT, se recibe como una muestra de generosidad y benevolencia del burócrata mayor.

Obviamente, el asunto es sumamente delicado, deja un precedente indeseable y no puede quedar reducido a una simple anécdota. Por lo tanto, es indispensable identificar omisiones y deslindar responsabilidades, a fin de demandar las sanciones correspondientes.

Para empezar, está la patética actuación de los dirigentes sindicales, cuya mediocridad y presencia mínima es evidenciada sin atenuantes. Apenas hace unos días armaron un costoso espectáculo en escuelas y facultades, recabando firmas de los agremiados con el objetivo de legitimar el CCT. La pregunta es: ¿y de qué sirvió esto?, si después permiten y avalan el desprecio y pisoteo al documento. Al no estar a la altura de las circunstancias y sólo preocuparse por mantener sus privilegios y los de sus incondicionales, lo mejor será hacer a un lado a estos individuos y elegir a personas realmente dispuestos a ostentar con dignidad la representación de miles de universitarios.

Y qué decir del “señor rector”, cuyos errores en las diferentes asignaturas se acumulan y motivan también a reflexionar acerca de su permanencia en el cargo. De un gris intenso y bastante sumiso al poder político, no tiene la aptitud necesaria para, entre otras cosas, darle a la UAEM el rumbo correcto en lo académico, financiero, combate a la impunidad, transparencia y rendición de cuentas, y por lo visto es muy obsecuente con la consigna presidencial de golpear a las universidades públicas.

Su participación en este conflicto, susceptible de causar hasta una huelga, fortalece la conveniencia de aplicarle lo previsto en fracciones específicas del Artículo 122 del Estatuto Universitario, donde se habla de las consecuencias de lesionar los principios universitarios o el desarrollo de la vida institucional; de incumplir las responsabilidades y obligaciones, y de mostrar desatención, negligencia o incapacidad.