/ sábado 28 de julio de 2018

Política en Blanco y Negro


Cartas AMLO y Trump

Los cinco meses de la transición mexicana han convertido al presidente Enrique Peña Nieto ante la opinión pública en segundo plano, y la atención de los medios está en las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador y pocas cosas revelan el interés en que ya arranque el próximo Gobierno como el contenido de la carta de siete cuartillas que AMLO le envió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Estando aún lejos de su toma de protesta, el virtual ganador de la elección presidencial parece haber entrado en una ruta de desgaste y de pérdida prematura de capital político, además del envió de una misiva con opiniones divididas, la cual es aplaudida sin considerar que en su contenido se evitaron temas espinosos como el muro y el tráfico de armas, en una estrategia similar a la del actual gobierno, con la finalidad de cultivar la buena voluntad, lo cual termina siendo incómodo para las familias que se están viendo afectadas por la crisis humanitaria que se está viviendo en la frontera y están esperando que el presidente de México asuma una posición en torno a eso que están padeciendo, sumados a los dreamers, las deportaciones, la ansiedad profunda y a la inseguridad que padecen cientos de miles de mexicanos.

En nuestro México sólo existe una persona que se identifica asimismo con Donald Trump hasta por escrito y firmado de su puño y letra, mediante una muy cuestionable misiva, Andrés Manuel López Obrador, reaccionó igual al verse descubierto, igualito que Trump cuando las evidencias apuntan en su contra, acusan confabulación de las instituciones para perjudicarlos. En donde las víctimas son ellos, y peor aún, se ponen a buscar similitudes y semejanzas con el personaje que no se ha cansado de agredir a nuestro país. Ambos con talante autoritario descalifican a los que hacen su trabajo, llámense INE, FBI o Departamento de Justicia. Pero eso sí, ellos sí saben cumplir lo que dicen, sobre todo Trump, quien ya comenzó con los trabajos para un muro de nueva generación, ya aceleró las deportaciones, sigue separando a los migrantes de sus familias, ha movilizado al ejército a la frontera, ha encerrado a niños mexicanos en jaulas, mientras se abrazan en las cordiales envíos de cartas y respuestas en un despropósito con el afán de hacerse de un guiño, ya que ambos son antiestablishment.

Lo que sí es cierto es que faltan muchos detalles en el tema de las relaciones con el vecino del norte y la renegociación del TLC, que por medio de la misiva de AMLO a Trump, en una llamada de urgencia y de ponerse de capa abierta para terminar lo más pronto posible, o algo así como “en caliente”, son puntos a favor para la presión de los estadounidenses sobre la imposición de aranceles, a pesar del comentario positivo de Trump ante la misma, que ya es ganancia en esta era de incertidumbre en un panorama donde llegará el momento de los detalles de la próxima política exterior, por la experiencia anterior toca bajar las expectativas. Y optar por una actitud obsequiosa ante Trump es, en el mejor de los casos, un error político. Mucho trabajo le espera el futuro secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, a quien recuerdo haciendo campaña en Estados Unidos en favor de Hillary Clinton.


Cartas AMLO y Trump

Los cinco meses de la transición mexicana han convertido al presidente Enrique Peña Nieto ante la opinión pública en segundo plano, y la atención de los medios está en las declaraciones de Andrés Manuel López Obrador y pocas cosas revelan el interés en que ya arranque el próximo Gobierno como el contenido de la carta de siete cuartillas que AMLO le envió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Estando aún lejos de su toma de protesta, el virtual ganador de la elección presidencial parece haber entrado en una ruta de desgaste y de pérdida prematura de capital político, además del envió de una misiva con opiniones divididas, la cual es aplaudida sin considerar que en su contenido se evitaron temas espinosos como el muro y el tráfico de armas, en una estrategia similar a la del actual gobierno, con la finalidad de cultivar la buena voluntad, lo cual termina siendo incómodo para las familias que se están viendo afectadas por la crisis humanitaria que se está viviendo en la frontera y están esperando que el presidente de México asuma una posición en torno a eso que están padeciendo, sumados a los dreamers, las deportaciones, la ansiedad profunda y a la inseguridad que padecen cientos de miles de mexicanos.

En nuestro México sólo existe una persona que se identifica asimismo con Donald Trump hasta por escrito y firmado de su puño y letra, mediante una muy cuestionable misiva, Andrés Manuel López Obrador, reaccionó igual al verse descubierto, igualito que Trump cuando las evidencias apuntan en su contra, acusan confabulación de las instituciones para perjudicarlos. En donde las víctimas son ellos, y peor aún, se ponen a buscar similitudes y semejanzas con el personaje que no se ha cansado de agredir a nuestro país. Ambos con talante autoritario descalifican a los que hacen su trabajo, llámense INE, FBI o Departamento de Justicia. Pero eso sí, ellos sí saben cumplir lo que dicen, sobre todo Trump, quien ya comenzó con los trabajos para un muro de nueva generación, ya aceleró las deportaciones, sigue separando a los migrantes de sus familias, ha movilizado al ejército a la frontera, ha encerrado a niños mexicanos en jaulas, mientras se abrazan en las cordiales envíos de cartas y respuestas en un despropósito con el afán de hacerse de un guiño, ya que ambos son antiestablishment.

Lo que sí es cierto es que faltan muchos detalles en el tema de las relaciones con el vecino del norte y la renegociación del TLC, que por medio de la misiva de AMLO a Trump, en una llamada de urgencia y de ponerse de capa abierta para terminar lo más pronto posible, o algo así como “en caliente”, son puntos a favor para la presión de los estadounidenses sobre la imposición de aranceles, a pesar del comentario positivo de Trump ante la misma, que ya es ganancia en esta era de incertidumbre en un panorama donde llegará el momento de los detalles de la próxima política exterior, por la experiencia anterior toca bajar las expectativas. Y optar por una actitud obsequiosa ante Trump es, en el mejor de los casos, un error político. Mucho trabajo le espera el futuro secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, a quien recuerdo haciendo campaña en Estados Unidos en favor de Hillary Clinton.