/ sábado 9 de febrero de 2019

Política en Blanco y Negro


Brasil y sus enseñanzas para el mundo

En una mirada mundial para comprender diversos contextos internacionales, pero sobre todo latinoamericano, se hace necesario enfocarnos en las elecciones generales de Brasil celebradas en octubre de 2018, las cuales han sido quizá las más importantes en la historia moderna del país sudamericano.

Sin duda, este cambio de rumbo le deja lecciones a México y toda América Latina, sobre todo para los que atraviesan por coyunturas de inseguridad, hartazgo social, corrupción, pérdida de confianza en los gobernantes y en las instituciones; desigualdad e incapacidad para atender las necesidades de sus naciones.

Brasil celebró los comicios federales para elegir a su trigésimo octavo presidente bajo la sombra de años tumultuosos por el impeachment a Dilma Rousseff y por la investigación contra el expresidente Lula Da Silva. Ambos sucesos, interconectados y vinculados a escándalos de corrupción, manipulación de cuentas públicas, desvíos de recursos y sobornos, lastimaron la confianza y el prestigio de una de las democracias más grandes del mundo. Aunado a ello, la desaceleración en el crecimiento del Producto Interno bruto (PIB) y el aumento del desempleo fueron factores que estimularon el llamado al voto para los comicios, que arrojaron una participación de 79.67% en la primera vuelta y 78.70% en la segunda, tras la cual se consumó la victoria del candidato ultraconservador Jair Bolsonaro, provocando la atención y asombro desde distintas partes del mundo.

Si bien la situación actual en la “chavista” Venezuela es un foco de atención primordial, el nombre de Jair Bolsonaro, puede significar especial atención por sus polémicas declaraciones y posturas respecto a diversos temas, como por ejemplo: ha manifestado abiertamente su simpatía por los regímenes militares, argumentando que los problemas del país no pueden resolverse con “democracias irresponsables”.

En lo que respecta, es menester recordar la historia de un país como Brasil, la cual está marcada por 20 años de Dictadura Militar que inició con Humberto Castelo en el 64 y terminó con Baptista en el 85 y que se caracterizó por la supresión de garantías y derechos políticos, así como la intolerancia a la oposición, que se traducida en persecución y desapariciones forzadas.

Bolsonaro también ha sido señalado como racista, misógino, xenófobo y homófobo, así que puede ya presumir un singular parecido al presidente de los Estados Unidos Donald Trump, pero sobre todo la peculiaridad de que a pesar de tener ambos estas características fueron elegidos por sus conciudadanos otorgándoles la presidencia.

Sin duda bajo estas circunstancias, los votantes brasileños votaron por el panorama "menos peor", se diría coloquialmente. Bolsonaro personificaba la esperanza para su país como una nación renovada y su desafío al status quo y aun cuando cualquier pronóstico para Brasil es apresurado, demostró el poder del voto de castigo, los alcances de la pérdida de confianza y los efectos de tomar decisiones fundamentadas en el hartazgo social.


Brasil y sus enseñanzas para el mundo

En una mirada mundial para comprender diversos contextos internacionales, pero sobre todo latinoamericano, se hace necesario enfocarnos en las elecciones generales de Brasil celebradas en octubre de 2018, las cuales han sido quizá las más importantes en la historia moderna del país sudamericano.

Sin duda, este cambio de rumbo le deja lecciones a México y toda América Latina, sobre todo para los que atraviesan por coyunturas de inseguridad, hartazgo social, corrupción, pérdida de confianza en los gobernantes y en las instituciones; desigualdad e incapacidad para atender las necesidades de sus naciones.

Brasil celebró los comicios federales para elegir a su trigésimo octavo presidente bajo la sombra de años tumultuosos por el impeachment a Dilma Rousseff y por la investigación contra el expresidente Lula Da Silva. Ambos sucesos, interconectados y vinculados a escándalos de corrupción, manipulación de cuentas públicas, desvíos de recursos y sobornos, lastimaron la confianza y el prestigio de una de las democracias más grandes del mundo. Aunado a ello, la desaceleración en el crecimiento del Producto Interno bruto (PIB) y el aumento del desempleo fueron factores que estimularon el llamado al voto para los comicios, que arrojaron una participación de 79.67% en la primera vuelta y 78.70% en la segunda, tras la cual se consumó la victoria del candidato ultraconservador Jair Bolsonaro, provocando la atención y asombro desde distintas partes del mundo.

Si bien la situación actual en la “chavista” Venezuela es un foco de atención primordial, el nombre de Jair Bolsonaro, puede significar especial atención por sus polémicas declaraciones y posturas respecto a diversos temas, como por ejemplo: ha manifestado abiertamente su simpatía por los regímenes militares, argumentando que los problemas del país no pueden resolverse con “democracias irresponsables”.

En lo que respecta, es menester recordar la historia de un país como Brasil, la cual está marcada por 20 años de Dictadura Militar que inició con Humberto Castelo en el 64 y terminó con Baptista en el 85 y que se caracterizó por la supresión de garantías y derechos políticos, así como la intolerancia a la oposición, que se traducida en persecución y desapariciones forzadas.

Bolsonaro también ha sido señalado como racista, misógino, xenófobo y homófobo, así que puede ya presumir un singular parecido al presidente de los Estados Unidos Donald Trump, pero sobre todo la peculiaridad de que a pesar de tener ambos estas características fueron elegidos por sus conciudadanos otorgándoles la presidencia.

Sin duda bajo estas circunstancias, los votantes brasileños votaron por el panorama "menos peor", se diría coloquialmente. Bolsonaro personificaba la esperanza para su país como una nación renovada y su desafío al status quo y aun cuando cualquier pronóstico para Brasil es apresurado, demostró el poder del voto de castigo, los alcances de la pérdida de confianza y los efectos de tomar decisiones fundamentadas en el hartazgo social.