/ sábado 27 de marzo de 2021

Política en Blanco y Negro | Pandemia y educación

En la semana el INEGI, presentó los resultados de la encuesta para la medición del impacto COVID-19 en la educación (ECOVID-ED) 2020, misma que nos proporciona datos muy duros, al ver que continúa una gran deserción, mientras que en el ciclo escolar 2019-2020 estudiantes de educación básica, media superior y superior (de entre 3 y 29 años) que no concluyeron fueron 740 mil, en lo que corresponde a 2020-2021 no se inscribieron 5.2 millones de personas, producto de la pandemia o por la crisis económica derivada de la misma.

Los datos sin duda representan una amenaza y retroceso en la educación, ya que el impacto por la pandemia ha generado, en primer lugar, el cierre de las escuelas; en segundo, la educación a distancia a través de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC); en tercer lugar, la recesión económica y, en cuarto lugar, enfermedades relacionadas con el virus.

El cierre de las escuelas no ha sido visto con agrado por los niños y jóvenes, además de los padres que han tenido que hacerse cargo de los niños en todos los aspectos (sin duda en caso de que lo puedan hacer); la utilización de la tecnología en hogares donde en el mayor de los casos, solo cuentan con lo necesario para alimentarse, por lo que ni hablar de computadoras o contratación de internet; la pérdida de trabajo de los padres o de los propios jóvenes que se pagaban sus estudios; y el propio contagio del COVID-19 que ha llevado a familias completas a perder la vida o que los niños pierdan a sus progenitores, quienes les cuidaban y proporcionaban económicamente lo necesario.

También la encuesta del INEGI menciona otros motivos para no seguir estudiando, ya que consideran que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, y si duda, tienen razón, ya que en nuestro país no tenemos la cultura del aprendizaje a través de herramientas tecnológicas y, por otra parte, muchos de los alumnos no habían desarrollado la habilidad de la autogestión tan necesaria para esta modalidad. Aunado a la interrupción prolongada de los estudios formales o presenciales va a provocar la pérdida de conocimientos y habilidades fundamentales adquiridas, en especial las relacionadas con la lectura y las matemáticas.

Por ello, las políticas públicas deberán utilizar estrategias más efectivas en la educación con la finalidad de recuperarnos de la crisis educativa, introducir mejoras en los programas, la inclusión de la tecnología (digital) y sobre todo dar un incremento a los presupuestos para el sector, ante una débil economía nacional con alto índice de desempleo en las familias mexicanas.

El sector productivo y el gubernamental deben sentarse y trazar la ruta para la recuperación de los empleos que permitan a las familias tener un ingreso digno y por ende, los estudiantes retomen su formación académica, de la mano con los docentes. Se necesita de todos, para recuperar el ciclo escolar de la pandemia por covid 19. La educación no puede esperar.


En la semana el INEGI, presentó los resultados de la encuesta para la medición del impacto COVID-19 en la educación (ECOVID-ED) 2020, misma que nos proporciona datos muy duros, al ver que continúa una gran deserción, mientras que en el ciclo escolar 2019-2020 estudiantes de educación básica, media superior y superior (de entre 3 y 29 años) que no concluyeron fueron 740 mil, en lo que corresponde a 2020-2021 no se inscribieron 5.2 millones de personas, producto de la pandemia o por la crisis económica derivada de la misma.

Los datos sin duda representan una amenaza y retroceso en la educación, ya que el impacto por la pandemia ha generado, en primer lugar, el cierre de las escuelas; en segundo, la educación a distancia a través de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC); en tercer lugar, la recesión económica y, en cuarto lugar, enfermedades relacionadas con el virus.

El cierre de las escuelas no ha sido visto con agrado por los niños y jóvenes, además de los padres que han tenido que hacerse cargo de los niños en todos los aspectos (sin duda en caso de que lo puedan hacer); la utilización de la tecnología en hogares donde en el mayor de los casos, solo cuentan con lo necesario para alimentarse, por lo que ni hablar de computadoras o contratación de internet; la pérdida de trabajo de los padres o de los propios jóvenes que se pagaban sus estudios; y el propio contagio del COVID-19 que ha llevado a familias completas a perder la vida o que los niños pierdan a sus progenitores, quienes les cuidaban y proporcionaban económicamente lo necesario.

También la encuesta del INEGI menciona otros motivos para no seguir estudiando, ya que consideran que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje, y si duda, tienen razón, ya que en nuestro país no tenemos la cultura del aprendizaje a través de herramientas tecnológicas y, por otra parte, muchos de los alumnos no habían desarrollado la habilidad de la autogestión tan necesaria para esta modalidad. Aunado a la interrupción prolongada de los estudios formales o presenciales va a provocar la pérdida de conocimientos y habilidades fundamentales adquiridas, en especial las relacionadas con la lectura y las matemáticas.

Por ello, las políticas públicas deberán utilizar estrategias más efectivas en la educación con la finalidad de recuperarnos de la crisis educativa, introducir mejoras en los programas, la inclusión de la tecnología (digital) y sobre todo dar un incremento a los presupuestos para el sector, ante una débil economía nacional con alto índice de desempleo en las familias mexicanas.

El sector productivo y el gubernamental deben sentarse y trazar la ruta para la recuperación de los empleos que permitan a las familias tener un ingreso digno y por ende, los estudiantes retomen su formación académica, de la mano con los docentes. Se necesita de todos, para recuperar el ciclo escolar de la pandemia por covid 19. La educación no puede esperar.