/ miércoles 1 de noviembre de 2017

Política y Negocios

Primero, hay que entender el por qué hoy Estados Unidos está parado en esta situación política llamada Rusiagate. Esta tensión diplomática surge en el año 2011 a raíz de que Vladimir Putin quiere contender por un tercer mandato presidencial, Hillary Clinton, siendo secretaria de Estado de EU, manifiesta abiertamente que el pueblo ruso tenía todo el derecho de expresarse libremente y de tener un gobierno democrático. Por lo que obviamente Putin la consideró su enemiga pública número uno, pues incluso expresó que ella había sido la culpable de que los rusos se manifestaran intensamente en dicho país como nunca antes lo habían hecho después del fin de la guerra fría.

A partir de ese momento, quedó al descubierto la antipatía entre Clinton y Putin, la cual se agudizó en el año 2014 cuando Rusia se anexó la zona de Crimea bajo el argumento de ser una comunidad rusa. Nuevamente, Hillary Clinton expresó su rotundo rechazo de esta acción rusa y comparó a Putin con Hitler.

Con lo anterior, Putin quedó sumamente preocupado de que llegara a la presidencia de EU una de sus grandes enemigas políticas que se la había pasado criticándolo los últimos años y que incluso, podría agudizar más aún las sanciones económicas de EU hacia Rusia. Por lo que la alternativa que el gobierno ruso exploró fue apoyar la candidatura del rival político de Clinton, es decir, a Trump. ¿Cómo? Manipulando el voto de manera directa y de manera electrónica.

Hay evidencias del FBI que el gobierno ruso pagó miles de millones de dólares en publicidad en buscadores de internet y en páginas de redes sociales para favorecer el voto a Trump. De igual forma, se ha publicado en los medios de comunicación el vínculo que el hijo mayor de Trump tuvo con una abogada rusa para darle información sensible de Clinton que podían usar durante la campaña y peor aún, el yerno de Trump también tuvo encuentros con diplomáticos rusos en Washington y ni qué decir de la contratación de un estadounidense llamado Paul Manafort como jefe de campaña de Trump.

Este personaje es la clave en el caso Rusiagate. El Sr. Manafort trabajó como jefe de campaña de junio a agosto de 2016 y se dice que Trump pidió su renuncia porque la prensa ya lo traía en la mira con el tema de una operación encubierta de cabildeo a favor de los rusos en Ucrania, donde se había identificado que durante los últimos años había ganado unos 18 millones de dólares que no había declarado al fisco de EU y que había desviado dichos ingresos hacia: Chipre, San Vicente y las Granadinas, y las Islas Seychelles. En total, más de 75 millones de dólares pasaron por esas cuentas, pero hoy, está acusado de lavar más de 18 millones de dólares, conspirar contra EU, dar falso testimonio, promover el cabildeo en el exterior, entre muchos otros cargos.

Hace dos días se entregó a las autoridades derivado de una orden de aprehensión en su contra, junto con su socio y amigo Rick Gates, y ahora se encuentran en arresto domiciliario. A eso habrá que sumar la declaración de culpable por mentir sobre los vínculos con los rusos durante la contienda electoral, por parte del que fuera consejero en política exterior, por parte del Sr. George Papadopolous.

¿Qué vínculo tiene todo esto con Trump? El destape de la elección más sucia de toda la historia de EU ya que si no hubiera sido por la intromisión rusa, Clinton hubiera ganado o mejor dicho, Trump no hubiera ganado. Tan fácil como eso. Pero hoy, Rusia y Trump están más ensuciados que en cualquier punto de la historia de sus relaciones bilaterales, la cual inició el 5 de noviembre de 1809. Esta relación ha tenido altibajos muy pronunciados, pero hoy, no se sabe hacia dónde se dirigirá dicha relación. Por lo que habrá que esperar los resultados de esta investigación. Ya que esto es sólo el inicio de una larga historia, llamada “Rusiagate”.

 

Académica del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana

Experta en asuntos internacionales

aribel.contreras@ibero.mx

Primero, hay que entender el por qué hoy Estados Unidos está parado en esta situación política llamada Rusiagate. Esta tensión diplomática surge en el año 2011 a raíz de que Vladimir Putin quiere contender por un tercer mandato presidencial, Hillary Clinton, siendo secretaria de Estado de EU, manifiesta abiertamente que el pueblo ruso tenía todo el derecho de expresarse libremente y de tener un gobierno democrático. Por lo que obviamente Putin la consideró su enemiga pública número uno, pues incluso expresó que ella había sido la culpable de que los rusos se manifestaran intensamente en dicho país como nunca antes lo habían hecho después del fin de la guerra fría.

A partir de ese momento, quedó al descubierto la antipatía entre Clinton y Putin, la cual se agudizó en el año 2014 cuando Rusia se anexó la zona de Crimea bajo el argumento de ser una comunidad rusa. Nuevamente, Hillary Clinton expresó su rotundo rechazo de esta acción rusa y comparó a Putin con Hitler.

Con lo anterior, Putin quedó sumamente preocupado de que llegara a la presidencia de EU una de sus grandes enemigas políticas que se la había pasado criticándolo los últimos años y que incluso, podría agudizar más aún las sanciones económicas de EU hacia Rusia. Por lo que la alternativa que el gobierno ruso exploró fue apoyar la candidatura del rival político de Clinton, es decir, a Trump. ¿Cómo? Manipulando el voto de manera directa y de manera electrónica.

Hay evidencias del FBI que el gobierno ruso pagó miles de millones de dólares en publicidad en buscadores de internet y en páginas de redes sociales para favorecer el voto a Trump. De igual forma, se ha publicado en los medios de comunicación el vínculo que el hijo mayor de Trump tuvo con una abogada rusa para darle información sensible de Clinton que podían usar durante la campaña y peor aún, el yerno de Trump también tuvo encuentros con diplomáticos rusos en Washington y ni qué decir de la contratación de un estadounidense llamado Paul Manafort como jefe de campaña de Trump.

Este personaje es la clave en el caso Rusiagate. El Sr. Manafort trabajó como jefe de campaña de junio a agosto de 2016 y se dice que Trump pidió su renuncia porque la prensa ya lo traía en la mira con el tema de una operación encubierta de cabildeo a favor de los rusos en Ucrania, donde se había identificado que durante los últimos años había ganado unos 18 millones de dólares que no había declarado al fisco de EU y que había desviado dichos ingresos hacia: Chipre, San Vicente y las Granadinas, y las Islas Seychelles. En total, más de 75 millones de dólares pasaron por esas cuentas, pero hoy, está acusado de lavar más de 18 millones de dólares, conspirar contra EU, dar falso testimonio, promover el cabildeo en el exterior, entre muchos otros cargos.

Hace dos días se entregó a las autoridades derivado de una orden de aprehensión en su contra, junto con su socio y amigo Rick Gates, y ahora se encuentran en arresto domiciliario. A eso habrá que sumar la declaración de culpable por mentir sobre los vínculos con los rusos durante la contienda electoral, por parte del que fuera consejero en política exterior, por parte del Sr. George Papadopolous.

¿Qué vínculo tiene todo esto con Trump? El destape de la elección más sucia de toda la historia de EU ya que si no hubiera sido por la intromisión rusa, Clinton hubiera ganado o mejor dicho, Trump no hubiera ganado. Tan fácil como eso. Pero hoy, Rusia y Trump están más ensuciados que en cualquier punto de la historia de sus relaciones bilaterales, la cual inició el 5 de noviembre de 1809. Esta relación ha tenido altibajos muy pronunciados, pero hoy, no se sabe hacia dónde se dirigirá dicha relación. Por lo que habrá que esperar los resultados de esta investigación. Ya que esto es sólo el inicio de una larga historia, llamada “Rusiagate”.

 

Académica del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana

Experta en asuntos internacionales

aribel.contreras@ibero.mx