¿Renunciar? ¿No renunciar?
Los servidores públicos que ocupan actualmente un cargo y quieran ir por la reelección tienen hasta el 15 de mayo para tomar una importante decisión: ¿firman su renuncia y se dedican a hacer campaña o permanecen en el puesto hasta el cambio de gobierno, sin perder una sola quincena, pero bajo una afilada espada de Damocles que penderá sobre su cabeza, pues tendrán prohibido realizar actos proselitistas que favorezcan sus aspiraciones?
El representante del Partido Revolucionario Institucional ante el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), Isael Montoya Arce, declaró hace un par de días: “No porque estén obligados legalmente, sino por cuestiones de ética, todos los candidatos que busquen la elección consecutiva o reelección bajo las siglas del PRI deberán separarse de sus cargos a más tardar el 15 de mayo, antes de que inicien las campañas”.
¿Cuestiones de ética, de esa bella disciplina que llenó las mejores páginas de Aristóteles y de tantos y tan ilustres pensadores que han transitado sobre la senda de las ideas?
Y Montoya Arce remacha así su declaración: “Si bien la ley les permite seguir ejerciendo sus cargos, también les prohíbe hacer campaña desde un puesto público, por lo que todos los candidatos que postula el tricolor tendrán que acatar las decisiones del partido, que son realizar campaña y separarse del cargo”.
Esto va en serio y debe aplicarse a todos los partidos. No es ético que un presidente municipal o un diputado salga de su despacho, se quite el chaleco de alcalde o legislador y haga gracejadas que le atraigan la voluntad de sus conciudadanos para que vuelvan a votar por él.
La ley electoral es reformada continuamente por los partidos políticos para adaptarla a sus particulares intereses. Al ver que las cámaras y los cabildos se vaciaban en época de elecciones para saltar de un puesto a otro, el legislador se las puso fácil, no para los que buscan un nuevo cargo, sino para los que se conforman con el mismo: si quieren renunciar, bien; si no, también; sólo que tienen que esperar a que la reelección los busque, porque si decidieron quedarse y hacen algo que parezca un acto de campaña, entonces su propio partido les pedirá cuentas −¿será?− y ya no se diga la autoridad electoral de su jurisdicción que conoce también la ética.
En cuanto llegue el 15 de mayo, Día del Maestro, podrá verse quiénes optan por una vía y quiénes por otra, pues no debemos olvidarlo: “de todo hay en la viña del Señor”.
Aunque existe una tercera posibilidad: que algunos no renuncien ni se mantengan en su puesto, sino que soliciten licencia, a fin de que, si el voto no los favorece, regresen a la nómina por las quincenas que les faltaron.