Uno
A diferencia de otros años, la celebración del Día del Trabajo en Toluca no fue tranquila ni ordenada. Hubo algunos incidentes que, si bien no llegaron a mayores, expresaron de algún modo descontento laboral.
Los trabajadores del sector salud plantearon demandas urgentes y exigieron una investigación de las anomalías financieras que afectan el abastecimiento de medicinas, material hospitalario y equipo en las clínicas y dependencias del ISEM (Instituto de Salud del Estado de México). Los empleados protestan: “La gente nos culpa a nosotros”.
En otro escenario, durante la acostumbrada reunión del Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México (SMSEM) en sus instalaciones de Santa Cruz Azcapotzaltongo los asistentes expresaron su irritación por la indiferencia de sus líderes abucheando a un representante del comité ejecutivo y coreando la exigencia de un aumento salarial que parece no estar contemplado en un futuro inmediato.
Dos
En otro tiempo, el desfile del Día del Trabajo era organizado por las centrales obreras para rendir homenaje a los mártires de Chicago –un grupo de huelguistas masacrados en aquella ciudad de Estados Unidos− y era ocasión para portar mantas y demandar públicamente mejores salarios, reformas legales y medidas que beneficiaran a los obreros.
Los reproches subieron de tono cuando empezaron a participar sindicatos que no eran controlados por la CTM ni por el Congreso del Trabajo y que expresaban, por medio de sus consignas, el malestar de los trabajadores. Cómo llegó el momento en que se registraron incidentes en el desfile –una vez estalló un poderoso petardo− los líderes obreros oficialistas y el gobierno decidieron suspenderlo para el siguiente año, pero los sindicatos independientes se empeñaron en seguir marchando. Hoy se vive una doble situación: los trabajadores protestan en las calles y los líderes se reúnen es espacios cerrados con las autoridades. Existe un desencuentro.
Tres
Los rezagos laborales y la indiferencia con que son vistos por los líderes y por las autoridades están haciendo subir la presión entre los trabajadores, pues se da el caso, por ejemplo, de que el incremento −a todas luces necesario− del salario mínimo ya no es una demanda obrera, sino patronal, pues son los organismos empresariales quienes lo plantean como algo urgente y necesario, no para elevar el bienestar de los laborantes y de sus angustiadas familias −¡qué bueno fuera!− sino como una medida necesaria para equilibrar el mercado interno y estimular el crecimiento de la economía.
No es de sorprender, entonces, que ocurran incidentes en la fiesta internacional del trabajo, pues los líderes escurren el bulto y los trabajadores sienten que el agua les llega al cuello.