El cuello de botella más grande que se forma en la educación mexicana es el que afecta a los niveles superiores de escolaridad. A partir del bachillerato, las opciones se estrechan cada vez más y afectan particularmente a los estudios profesionales.
Existen colegios y universidades particulares que ofrecen una amplia gama de carreras profesionales, sobre todo humanísticas y sociales, pero no están al alcance de quienes fallan en el intento de ingresar a la universidad pública.
Entre los que asisten a universidades privadas están los que desde el principio, por su condición socioeconómica y por el grupo social al que pertenecen escogieron esa opción.
Los que carecen de recursos económicos para estudiar una profesión que vaya de acuerdo con sus aspiraciones, si es que son elevadas, tienen dos caminos a seguir: bajar el nivel de su proyecto de vida y estudiar una carrera diferente o dejar la escuela y buscar acomodo, sin especialización, en el mercado de trabajo.
Previendo que suceda lo primero, las autoridades estatales han puesto a disposición de los no aceptados por las facultades de la Universidad cinco mil espacios educativos que están vacantes en las universidades e institutos tecnológicos y que corresponden a carreras y profesiones que son necesarias para cubrir plazas de trabajo en el sector productivo.
Algo semejante va a suceder a partir de la próxima semana, pero en el nivel de bachillerato, cuando aparezcan las listas de los alumnos aceptados, que cubren menos del 50 por ciento de la demanda educativa.
Algunas familias realizarán un gran esfuerzo para inscribir a sus hijos en escuelas preparatorias particulares, pero la mayor parte buscará la opción de los planteles estatales, que han incorporado a sus planes de estudio algunas modalidades de educación dual o bivalente en las que jóvenes de ambos sexos tendrán oportunidad de estudiar una carrera técnica en forma simultánea al bachillerato y adquirir un medio de vida que, eventualmente, les proporcionará los medios para seguir en el futuro estudios superiores.
De cualquier modo, la Secretaría de Educación y la Universidad Autónoma del Estado de México firmaron recientemente un acuerdo estratégico para disminuir el número de estudiantes que se ven obligados en determinado momento a dejar la escuela y no encuentran fácilmente ubicación en el aparato productivo.
El comercio informal no es ya una buena opción en este caso porque, si bien absorbe a un buen número de desocupados, trunca violentamente el plan de vida de jóvenes que, con plena justicia, aspiran a un futuro mejor.