En tres tiempos
Uno
Cuatro explosiones de pólvora sembraron la muerte en los modestos talleres de pirotecnia de Tultepec, municipio del Estado de México, que ha ganado fama dentro y fuera del país por la belleza de sus fuegos artificiales, pero al mismo tiempo por haberse convertido en un infierno permanente.
De las 24 personas que perdieron la vida en el accidente del jueves pasado, siete eran bomberos y dos policías que auxiliaban a las víctimas del primer estallido. Otros 49 lesionados, algunos muy graves, están siendo atendidos en diferentes hospitales.
En lo que va del año han sucedido 14 accidentes de pólvora en Tultepec y en los últimos dos años el número de víctimas mortales se eleva casi al centenar.
Dos
La fabricación de fuegos artificiales en Tultepec es una artesanía que viene de mucho tiempo atrás, pero que en el siglo pasado alcanzó su máximo esplendor cuando sus coheteros fueron contratados por primera vez para ofrecer un bello espectáculo de luz y color en la nueva Plaza de los Mártires de Toluca, tras de la remodelación hecha por el gobierno del licenciado Juan Fernández Albarrán.
En la década de los 70, otro gobernador, Carlos Hank González, patrocinó a los artesanos de Tultepec para que asistieran en representación del Estado de México a un festival internacional de pirotecnia en el cual resultaron triunfadores.
Ellos se encargaban también −como hasta la fecha lo hacen− de adornar los edificios públicos para el lucido espectáculo de luces y colores con que se ameniza la tradicional noche del “Grito” del 15 de septiembre.
No obstante, ésta que es una de las grandes expresiones de alegría en las fiestas populares, está asociada a grandes tragedias que suceden con frecuencia en mercados, templos y talleres donde se manejan los productos.
Tres
En Tultepec parece inevitable que estos percances se registren constantemente y cobren una elevada cuota de vidas, sobre todo entre quienes se dedican a la fabricación, distribución y venta de explosivos.
Y parece inevitable porque existe una ley federal de manejo de explosivos cuya aplicación es básicamente responsabilidad de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Secretaría de Gobernación, que son las que reglamentan, inspeccionan y la actividad de los artesanos desde que adquieren la pólvora –que es hoy día un producto chino, claro− hasta que venden los cohetones, “castillos”, cascadas y demás ingenios producidos por ese antiguo oficio.
Existe, en realidad, una ley y también existe un reglamento, pero, a la vista de los últimos acontecimientos, cabe preguntar: ¿se aplican?; las autoridades responsables, ¿cumplen?, o, como bien puede sospecharse: ¿la ley es letra muerta?