En tres tiempos
Uno
A diferencia del Partido Revolucionario Institucional y del Partido de la Revolución Democrática, algunos de cuyos retos hemos expuesto en este espacio, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no vive una crisis de popularidad, sino de un “hipertiroidismo electoral” que rebasa las expectativas de sus más entusiastas promotores.
Morena recibió en las urnas 30 millones de votos –según el Instituto Nacional Electoral− cifra notablemente superior a la de sus militantes, simpatizantes y migrantes de otros partidos.
Este resultado fue producto de una campaña que se abrió paso a tambor batiente entre el mal disimulado rechazo de la mayoría de los medios de información, particularmente electrónicos.
¿Cómo retener esa abrumadora mayoría y planear el desarrollo de Morena en todos los niveles de gobierno? Esa es la cuestión que hoy preocupa –o debiera preocupar− al partido que no tuvo rival en las pasadas elecciones.
Dos
Cuando las aguas vuelvan a su cauce, puesto que se van a seguir organizando elecciones de todo tipo –gubernaturas, diputaciones, alcaldías−, ¿cuántos electores volverán a votar por candidatos de Morena, cuántos regresarán a su partido anterior, si es que aún existe, cuántos volverán al abstencionismo o decidirán probar suerte en un nuevo partido, de esos que surgen en cada temporada electoral?
Morena aplicará seguramente su mayor esfuerzo en retener a su elevado número de votantes, pero la situación no será la misma sin candidatos carismáticos o porque los demás partidos estarán empeñados también en recuperar a sus antiguos adeptos.
Los partidos que perdieron las elecciones recibirán teóricamente menos dinero público, ya que sus prerrogativas bajarán de acuerdo con su porcentaje de votos, que en algunos casos fue un verdadero desastre. ¿A qué fuentes de financiamiento recurrirán para mantener sus finanzas lejos del punto de quiebra?
Las conjeturas que pueden hacerse en este sentido constituyen un reto para la imaginación popular.
Tres
Todo mundo está de acuerdo en que Morena podrá mantener su popularidad si sus candidatos cumplen rigurosamente las promesas que hicieron a los ciudadanos y si las nuevas formas de gobierno demuestran ser más eficaces que las anteriores, ya que, de otro modo, los partidos que ayer conocieron el éxito y hoy militan en la oposición, estarán atentos a cualquier falla, por pequeña que sea, y la harán notar si eso les permite llevar agua a su molino.
Es inevitable que los que perdieron traten de ir por la revancha y eso aumentará el interés de las luchas políticas del futuro.
Por lo pronto, el turno es de Morena.