Uno
La Cámara de Comercio de Toluca muestra preocupación por el hecho de que en algunas calles del primer cuadro existen locales comerciales vacíos, lo cual indica que la actividad económica se está contrayendo. El fenómeno obedece básicamente a la inseguridad, pues ya pocas personas se arriesgan a sufrir robos, asaltos y agresiones a plena luz del día, así que un día sencillamente bajan la cortina y no vuelven a levantarla.
Otros factores actúan en contra de los emprendedores, como es el auge que a últimas fechas ha cobrado el comercio ambulante que, sin pagar impuestos, se planta en las calles para competir con los establecidos.
Periódicamente, la policía municipal lanza redadas contra los vendedores callejeros, pero a final de cuentas, por mucha vigilancia que se ejerza sobre ellos, vuelven a la carga y se salen con la suya. En calles tan utilizadas como Juárez, el espacio dedicado en las aceras a la vendimia supera en ocasiones al disponible para que circulen los peatones.
Dos
Quienes vivieron en Toluca durante las últimas décadas del siglo pasado pueden dar testimonio de que los negocios tradicionales del primer cuadro, especialmente los instalados desde tiempo atrás en el área de los Portales, se vieron arrollados cuando empezaron a llegar tiendas de ropa, zapaterías, restaurantes de hamburguesas, dulcerías y hasta “centros joyeros” auspiciados por cadenas comerciales de la Ciudad de México.
El capital toluqueño, francamente no resistió el embate y fue fragmentándose y desapareciendo con sorprendente rapidez, algunas veces por retiro o desaparición de sus fundadores. Así, el negocio de los hermanos Caire, la mercería El Refugio, la tienda de ropa La Moda, Artículos Importados, la CIMMSA, la Mueblería Imperial, el restaurante del Rey, la Casa Teja, las farmacias locales, Joyería Blanco, El Nuevo Mundo, la juguetería La Esmeralda y otras firmas acreditadas por largo tiempo simplemente desaparecieron del mapa, otras se mudaron a locales menos céntricos y algunas más, como la Perfumería Corona, se fueron encogiendo dramáticamente hasta quedar reducidas a su mínima expresión.
Como dice la canción revolucionaria: “Vino el remolino y nos <alevantó>”.
Tres
La migración o desaparición de negocios que hoy se observa en ciertos casos puede decirse que es todavía secuela de aquel fenómeno, pues donde queda libre un espacio llega a o se ensancha el capital viajero.
Al inversionista toluqueño le faltó fuerza y careció apoyo para llenar los huecos que se observaban en el comercio como producto del crecimiento y de la evolución normal, como lo demuestra el caso de las tiendas departamentales, las farmacias y los centros comerciales.
Eso ya pasó, pero lo que ahora es más grave es que la gente, la que maneja pequeñas empresas, se resista a abrir nuevos negocios por temor a la rapacidad de los delincuentes, según se observa en el caso del creciente número de locales vacíos y de negocios fugaces que abren sus puertas hoy y las cierran mañana.