En su primer informe de gobierno de este año, correspondiente al período enero-marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo una breve referencia a la obra inconclusa del tren interurbano México-Toluca. Luego de recordar que fue uno de los proyectos más importantes del sexenio anterior, dijo que será terminado durante su gobierno.
No reveló ningún dato nuevo sobre esta obra que fue promovida y supervisada hace más de seis años por el entonces Secretario de Obras Públicas, Gerardo Ruiz Esparza, recientemente fallecido en nuestro país. Mencionó que el tiempo de recorrido sobre la ruta Toluca-Metepec-Lerma-Santa Fe-Observatorio será de 39 minutos y que espera un aforo diario de 230 mil pasajeros: la misma información que se manejó el año pasado durante una entrevista del jefe de la nación con el gobernador mexiquense Alfredo del Mazo.
Aunque todos sabemos que esta obra no es prioridad para el gobierno federal, mucho menos ahora que la economía del país está siendo violentamente sacudida por la pandemia de Covid-19, existe interés por saber si la inversión que ya se hizo y la que podría hacerse en el futuro culminarán realmente en la prestación de un servicio útil e impulsarán el desarrollo económico del Valle de Toluca.
La decisión del gobierno actual sobre el tren México-Toluca fue distinta a la que se anunció, por ejemplo, sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, que inmediatamente fue descartado y declarado inviable por excesivo costo y falta de claridad en la mega−inversión.
Sobre el tren a Observatorio se dijo que el costo era exagerado y que se había encarecido más por el retraso de las obras, además de que no estaba resuelta la situación de los afectados y algunos todavía no estaban de acuerdo en vender o no consideraban justo lo que se les había pagado. Además, la Auditoría Superior de la Federación había detectado movimientos raros y desembolsos no justificados a lo largo del proyecto. Sin embargo, esas y otras dificultades serían subsanadas y la obra continuaría hasta su término, no en Santa Fe sino en Observatorio.
Acerca del impacto que iba a tener en su recorrido, sobre todo en problemas viales por falta de planeación de las estaciones, errores de diseño e incuestionable alteración de la vida cotidiana de los toluqueños, nada se dijo, lo cual se interpretó como aceptación de que el proyecto era viable.
No obstante, allí está el elefante blanco, miles de millones de pesos invertidos sin que se alcance a ver la luz al final del túnel.
Y con el grave inconveniente de que, mientras más tiempo pase, el costo seguirá disparándose y disminuirá la utilidad social.