/ martes 26 de marzo de 2019

Reconciliación aquí y ahora

Un maestro de ciencias de una zona rural en Kenia, que dona la mayor parte de su salario para apoyar a sus alumnos más necesitados, fue reconocido este fin de semana como el mejor profesor del mundo, al ganar el Global Teacher Prize 2019, que otorga la Fundación Varkey.

En la escuela donde labora Peter Tabichi, 95% de los alumnos provienen de familias pobres y casi un tercio son huérfanos o sólo tienen un progenitor; en consecuencia, la deserción escolar y los embarazos adolescentes son habituales. Sin embargo, al igual que muchos profesores mexicanos, él empeña cada día su dedicación y enfrenta la adversidad con una confianza apasionada en el talento de sus estudiantes.

Si existe un consenso generalizado en nuestras sociedades, es que la mejor inversión que puede realizar el Estado es en la educación de las nuevas generaciones, lo que exige una absoluta priorización del interés superior de la niñez y la juventud, así como el reconocimiento al magisterio, que merece certidumbre sobre la función social que desempeña.

La reforma educativa que analizamos todas las fuerzas políticas en el Congreso, reconoce que las maestras y maestros han sido y son un pilar de la educación en México, aún en las condiciones más adversas: con enormes cargas administrativas, escuelas que les reclaman invertir mucho tiempo de gestión para mantenerlas en pie y, reconozcámoslo, con la exigencia adicional de una permanencia laboral condicionada a una evaluación periódica.

Los acuerdos preliminares de quienes participamos en la construcción de la reforma al artículo 3º constitucional, incluyen la eliminación de la permanencia vinculada a la evaluación, garantizar el derecho del magisterio a una capacitación permanente y de calidad e incluso, en el discurso, Morena ha dicho que eliminará las pesadas cargas administrativas que hoy duplican muchas jornadas laborales, sin mayor pago que la satisfacción del deber cumplido.

Coincido. Lo que es inadmisible, es el dictamen de la Secretaría de Hacienda, que a la letra dice: “El PROYECTO no implica impacto presupuestario”.

Entonces, ¿cómo podrán pagarse las capacitaciones o el personal que deberá encargarse de todo el trabajo administrativo que hoy realizan los docentes además de su labor frente a grupo?, ¿cómo incidir en la terca realidad para que la educación pueda ser inclusiva o simplemente para que quien concurse por un ingreso o una promoción, no se quede esperando como hasta ahora, a que haya una plaza vacante aunque sepa que en la escuela más cercana existe la necesidad de más personal?

Decía Aristóteles que “la excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía” y congruentes – agrego— cuando lo que hacemos corresponde con lo que decimos y pensamos. Exijamos congruencia a un gobierno que ayer nos salió muy celoso de la historia de México con España, quizá porque no puede comprometerse con la niñez, la juventud y el magisterio del presente.


*Maestra en Derechos Humanos y Garantías.

Diputada Federal del Estado de México.

Un maestro de ciencias de una zona rural en Kenia, que dona la mayor parte de su salario para apoyar a sus alumnos más necesitados, fue reconocido este fin de semana como el mejor profesor del mundo, al ganar el Global Teacher Prize 2019, que otorga la Fundación Varkey.

En la escuela donde labora Peter Tabichi, 95% de los alumnos provienen de familias pobres y casi un tercio son huérfanos o sólo tienen un progenitor; en consecuencia, la deserción escolar y los embarazos adolescentes son habituales. Sin embargo, al igual que muchos profesores mexicanos, él empeña cada día su dedicación y enfrenta la adversidad con una confianza apasionada en el talento de sus estudiantes.

Si existe un consenso generalizado en nuestras sociedades, es que la mejor inversión que puede realizar el Estado es en la educación de las nuevas generaciones, lo que exige una absoluta priorización del interés superior de la niñez y la juventud, así como el reconocimiento al magisterio, que merece certidumbre sobre la función social que desempeña.

La reforma educativa que analizamos todas las fuerzas políticas en el Congreso, reconoce que las maestras y maestros han sido y son un pilar de la educación en México, aún en las condiciones más adversas: con enormes cargas administrativas, escuelas que les reclaman invertir mucho tiempo de gestión para mantenerlas en pie y, reconozcámoslo, con la exigencia adicional de una permanencia laboral condicionada a una evaluación periódica.

Los acuerdos preliminares de quienes participamos en la construcción de la reforma al artículo 3º constitucional, incluyen la eliminación de la permanencia vinculada a la evaluación, garantizar el derecho del magisterio a una capacitación permanente y de calidad e incluso, en el discurso, Morena ha dicho que eliminará las pesadas cargas administrativas que hoy duplican muchas jornadas laborales, sin mayor pago que la satisfacción del deber cumplido.

Coincido. Lo que es inadmisible, es el dictamen de la Secretaría de Hacienda, que a la letra dice: “El PROYECTO no implica impacto presupuestario”.

Entonces, ¿cómo podrán pagarse las capacitaciones o el personal que deberá encargarse de todo el trabajo administrativo que hoy realizan los docentes además de su labor frente a grupo?, ¿cómo incidir en la terca realidad para que la educación pueda ser inclusiva o simplemente para que quien concurse por un ingreso o una promoción, no se quede esperando como hasta ahora, a que haya una plaza vacante aunque sepa que en la escuela más cercana existe la necesidad de más personal?

Decía Aristóteles que “la excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía” y congruentes – agrego— cuando lo que hacemos corresponde con lo que decimos y pensamos. Exijamos congruencia a un gobierno que ayer nos salió muy celoso de la historia de México con España, quizá porque no puede comprometerse con la niñez, la juventud y el magisterio del presente.


*Maestra en Derechos Humanos y Garantías.

Diputada Federal del Estado de México.

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