/ sábado 30 de enero de 2021

Reflexiones en textos cortos | Apuestas: Dependiendo de las decisiones de alguien más


Muchas personas tienden a ver en la improbabilidad, algo bueno. Se dicen a sí mismas “afortunadas” cuando algo positivo les ocurre, encuentran un trabajo sin buscarlo o incluso algunos hallan dinero tirado en el suelo, muchas cosas en la vida llegan sin estarlas buscando.

Algunas cosas que nos ocurren en la vida están cargadas de una alta dosis de improbabilidad. ¿Qué probabilidad existe de que alguien te llame porque necesita de tus servicios o conocimientos profesionales sin que tú lo hayas buscado? ¿Qué probabilidad existe de encontrarse 500 pesos tirados en la calle, exactamente por donde tú casualmente ibas caminando?

Mucha gente prefiere apostarle a la suerte en lugar de tomar decisiones para conseguir sus propios objetivos. Cuántas veces no hemos escuchado a algún padre mexicano decir: -Ahora que me saque la lotería- cuando tiene la intención de realizar algo. En México parece que con el transcurrir de los años, nuestras decisiones influyen menos en nuestra vida; no es suficiente con hacer un buen trabajo y ser honesto, un día pueden despedirte; no importa si emprendes un plan de negocios, podrías ser la víctima de un fuego cruzado, o ser asesinado mientras intentan asaltarte. Nuestras decisiones por sí mismas desalientan la idea de que para nosotros exista un mañana.

Las apuestas resultan atractivas en primera instancia, porque dependen del azar, de la improbabilidad de que algo ocurra y sin hacer más que dar dinero, podemos ser millonarios o conseguir una buena cantidad de dividendos. Es adictivo pensar que ganar dinero apostando es improbable, pero no imposible. El azar puede que sea más justo que las decisiones que toma la sociedad.

Pero no todas las apuestas involucran el azar; las deportivas, por ejemplo, dependen de las decisiones de alguien más, nuestro dinero “invertido” se sostiene de la buena actuación del Manchester United, que, por cierto, hace unos días perdió 2 a 1 en un partido contra el Sheffield United en la Premier League correspondiente a la temporada 2020-2021. Quién iba a imaginar que el segundo lugar de la tabla iba a perder con aquel que está ubicado en el sótano de las posiciones, donde apenas y había ganado un partido en las 20 jornadas disputadas de la temporada. El dinero en esta apuesta dependía de Paul Pogba, Marcus Rashford y compañía, su incapacidad manifestada en generar 16 remates, 4 al arco y un solo gol, con el 76% de la posesión del balón durante el partido, no fueron suficiente, los goles no cayeron.

Otro caso fue el de Andy Ruiz en 2019, el simpático boxeador regordete, venció por nocaut al escultural y atlético británico Anthony Joshua. Quien apostó al boxeador mexicano se llevó una buena cantidad de dinero, pues el peleador azteca daba 1100 pesos por cada 100 apostados. Difícil imaginarlo.

Los apostadores saben que dependen de alguien más para obtener ganancias, ya sea del azar o de los atletas. Resulta muy atractivo conseguir dinero sin perseverar, ser constante o prepararse para conseguir victorias. A veces el azar es atractivo, a veces trágico.


Muchas personas tienden a ver en la improbabilidad, algo bueno. Se dicen a sí mismas “afortunadas” cuando algo positivo les ocurre, encuentran un trabajo sin buscarlo o incluso algunos hallan dinero tirado en el suelo, muchas cosas en la vida llegan sin estarlas buscando.

Algunas cosas que nos ocurren en la vida están cargadas de una alta dosis de improbabilidad. ¿Qué probabilidad existe de que alguien te llame porque necesita de tus servicios o conocimientos profesionales sin que tú lo hayas buscado? ¿Qué probabilidad existe de encontrarse 500 pesos tirados en la calle, exactamente por donde tú casualmente ibas caminando?

Mucha gente prefiere apostarle a la suerte en lugar de tomar decisiones para conseguir sus propios objetivos. Cuántas veces no hemos escuchado a algún padre mexicano decir: -Ahora que me saque la lotería- cuando tiene la intención de realizar algo. En México parece que con el transcurrir de los años, nuestras decisiones influyen menos en nuestra vida; no es suficiente con hacer un buen trabajo y ser honesto, un día pueden despedirte; no importa si emprendes un plan de negocios, podrías ser la víctima de un fuego cruzado, o ser asesinado mientras intentan asaltarte. Nuestras decisiones por sí mismas desalientan la idea de que para nosotros exista un mañana.

Las apuestas resultan atractivas en primera instancia, porque dependen del azar, de la improbabilidad de que algo ocurra y sin hacer más que dar dinero, podemos ser millonarios o conseguir una buena cantidad de dividendos. Es adictivo pensar que ganar dinero apostando es improbable, pero no imposible. El azar puede que sea más justo que las decisiones que toma la sociedad.

Pero no todas las apuestas involucran el azar; las deportivas, por ejemplo, dependen de las decisiones de alguien más, nuestro dinero “invertido” se sostiene de la buena actuación del Manchester United, que, por cierto, hace unos días perdió 2 a 1 en un partido contra el Sheffield United en la Premier League correspondiente a la temporada 2020-2021. Quién iba a imaginar que el segundo lugar de la tabla iba a perder con aquel que está ubicado en el sótano de las posiciones, donde apenas y había ganado un partido en las 20 jornadas disputadas de la temporada. El dinero en esta apuesta dependía de Paul Pogba, Marcus Rashford y compañía, su incapacidad manifestada en generar 16 remates, 4 al arco y un solo gol, con el 76% de la posesión del balón durante el partido, no fueron suficiente, los goles no cayeron.

Otro caso fue el de Andy Ruiz en 2019, el simpático boxeador regordete, venció por nocaut al escultural y atlético británico Anthony Joshua. Quien apostó al boxeador mexicano se llevó una buena cantidad de dinero, pues el peleador azteca daba 1100 pesos por cada 100 apostados. Difícil imaginarlo.

Los apostadores saben que dependen de alguien más para obtener ganancias, ya sea del azar o de los atletas. Resulta muy atractivo conseguir dinero sin perseverar, ser constante o prepararse para conseguir victorias. A veces el azar es atractivo, a veces trágico.