/ sábado 6 de noviembre de 2021

Reflexiones en textos cortos | La BONDAD les pertenece a los pobres (Parte 2)


Hace un mes escribí sobre el Juego del Calamar, la serie coreana difundida en Netflix que ha alcanzado una popularidad notable entre la comunidad mexicana; el análisis que abordaba estaba centrado en la pobreza y la forma de identificación entre el bien y el mal desde la perspectiva del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.

Sin embargo, me resultó no ser suficiente lo que escribí para abordar un tema que me resulta apasionante: la moralidad. Sobre todo, los valores humanos que cumplen un propósito que no necesariamente es ver por el “otro” desde la sociología o el “prójimo” desde la religión católica.

Las relaciones sociales son una constante en mis análisis, siempre en favor del beneficio mutuo y colectivo y no desde la individualidad o el egoísmo de los seres humanos.

El pobre es una categoría construida y en un sistema capitalista debe de adoctrinarse al instruir sobre una serie de características en su pensamiento propio. El pobre cumple una función en el sistema político y social que debe asegurarse que adquiera ciertas formas de pensar. Una de ellas es cargarse de responsabilidad; todo lo malo y lo bueno que le ocurre es gracias a él mismo, el pobre. Pensar que el pobre tiene esa condición porque no trabaja más o no piensa de determinada manera, descuida por completo la responsabilidad de las personas que tienen decisiones más grandes sobre él.

Me explico, su bondad, esfuerzo y perseverancia sirven de poco cuando está subordinado a un sueldo miserable con mucha presión y vive en un lugar inseguro, tiene un montón de cosas por resolver más allá de su trabajo, sobrevivir no sólo es en cuestión de sus ingresos, también de su seguridad y recursos humanos que casi siempre no son garantizados. Puede trabajar mucho, ser el más honesto entre los demás; pero cuando llega a casa se da cuenta que sus hijos fueron agredidos, que no tiene agua potable y la instalación eléctrica está fallando constantemente. El entorno del pobre no es tan sencillo como para reducirse a un ingreso monetario que ingenuamente se relaciona con su esfuerzo.

El pobre también se vuelve la ilustración al castigo de lo que no obedecen. -Tienes suerte de tener empleo- es una frase que muchos de nosotros hemos escuchado, no tener trabajo nos alimenta el temor de convertirnos en el sujeto que tiene condiciones miserables. Mejor seguimos obedeciendo.

El extrañamiento, concepto utilizado por la neomarxista Agnes Heller es esa característica en la que los sujetos son ajenos a sí mismos, se desconocen. Un ejemplo es el obrero que promueve el discurso empresarial, que está a favor del capitalismo, las formas de pensar tienen un propósito en las acciones, en este caso defender al victimario cuando se es la víctima, legitima las acciones del victimario; o mejor dicho ser obrero y defender al empresario es legitimar la explotación propia.

Esas formas de violencia están tan arraigadas que pasan desapercibidas y es que la bondad del pobre está tan acentuada que piensa que la mayor parte de las veces el sistema político y económico es bien intencionado.


Hace un mes escribí sobre el Juego del Calamar, la serie coreana difundida en Netflix que ha alcanzado una popularidad notable entre la comunidad mexicana; el análisis que abordaba estaba centrado en la pobreza y la forma de identificación entre el bien y el mal desde la perspectiva del filósofo alemán Friedrich Nietzsche.

Sin embargo, me resultó no ser suficiente lo que escribí para abordar un tema que me resulta apasionante: la moralidad. Sobre todo, los valores humanos que cumplen un propósito que no necesariamente es ver por el “otro” desde la sociología o el “prójimo” desde la religión católica.

Las relaciones sociales son una constante en mis análisis, siempre en favor del beneficio mutuo y colectivo y no desde la individualidad o el egoísmo de los seres humanos.

El pobre es una categoría construida y en un sistema capitalista debe de adoctrinarse al instruir sobre una serie de características en su pensamiento propio. El pobre cumple una función en el sistema político y social que debe asegurarse que adquiera ciertas formas de pensar. Una de ellas es cargarse de responsabilidad; todo lo malo y lo bueno que le ocurre es gracias a él mismo, el pobre. Pensar que el pobre tiene esa condición porque no trabaja más o no piensa de determinada manera, descuida por completo la responsabilidad de las personas que tienen decisiones más grandes sobre él.

Me explico, su bondad, esfuerzo y perseverancia sirven de poco cuando está subordinado a un sueldo miserable con mucha presión y vive en un lugar inseguro, tiene un montón de cosas por resolver más allá de su trabajo, sobrevivir no sólo es en cuestión de sus ingresos, también de su seguridad y recursos humanos que casi siempre no son garantizados. Puede trabajar mucho, ser el más honesto entre los demás; pero cuando llega a casa se da cuenta que sus hijos fueron agredidos, que no tiene agua potable y la instalación eléctrica está fallando constantemente. El entorno del pobre no es tan sencillo como para reducirse a un ingreso monetario que ingenuamente se relaciona con su esfuerzo.

El pobre también se vuelve la ilustración al castigo de lo que no obedecen. -Tienes suerte de tener empleo- es una frase que muchos de nosotros hemos escuchado, no tener trabajo nos alimenta el temor de convertirnos en el sujeto que tiene condiciones miserables. Mejor seguimos obedeciendo.

El extrañamiento, concepto utilizado por la neomarxista Agnes Heller es esa característica en la que los sujetos son ajenos a sí mismos, se desconocen. Un ejemplo es el obrero que promueve el discurso empresarial, que está a favor del capitalismo, las formas de pensar tienen un propósito en las acciones, en este caso defender al victimario cuando se es la víctima, legitima las acciones del victimario; o mejor dicho ser obrero y defender al empresario es legitimar la explotación propia.

Esas formas de violencia están tan arraigadas que pasan desapercibidas y es que la bondad del pobre está tan acentuada que piensa que la mayor parte de las veces el sistema político y económico es bien intencionado.