/ viernes 19 de febrero de 2021

Reflexiones en textos cortos | La confianza en disputa: La vacuna contra el Covid-19

Es inevitable pensar que las compañías farmacéuticas pueden generar nuevos vínculos entre las naciones que solicitan la cura para hacerle frente a uno de los peores males globales del siglo XXI. Y que las empresas privadas adquieren un poder reconocible que condiciona las negociaciones de las empresas farmacéuticas con los gobiernos en el mundo.

El papel del gobierno se constituye como regulador de la distribución, y la resolución del problema de manera pronta e inmediata, esto deriva en una percepción de confianza de una nación frente al mundo, volverse los primeros en erradicar el problema y no ser un riesgo para quien visita al país es bastante atractivo para cualquiera. El desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 ha sido comparado con la carrera espacial entre Estados Unidos y Rusia a mediados de los 50s y mediados de los 70s, quien consiga alcanzar el objetivo lograría consolidar su hegemonía mundial.

No sólo basta con tener la solución en forma de vacuna. También hay que implementar estrategias de aplicación para inmunizar a la nación lo antes posible. Los reflectores están sobre Israel con más de 6 millones y medio de vacunados, tomando en cuenta que su población total es de 9 millones; por otro lado, Estados Unidos lleva más de 56 millones de vacunados con una población total de 330 millones de habitantes. La carrera espacial ahora está en inmunizar lo más pronto posible.

Sin embargo, ante las diversas vacunas que están posicionadas en el mercado farmacéutico, no basta con generar negociaciones entre las empresas privadas y los gobiernos. La confianza también es un terreno en disputa, pues los vínculos entre el sector privado y el estado deben buscar prevalecer, y las relaciones políticas no se van a constituir si no existe confianza, entendiendo que se asimila una percepción positiva cuando se obtiene lo que se promete, cuando hay advertencias y datos precisos sobre los riesgos y las posibilidades de éxito entre cada una de las vacunas.

No es suficiente conocer el precio o la capacidad de distribución, la efectividad de las vacunas para los gobiernos constituye una oportunidad de establecer lazos políticos sólidos que permitirán resolver problemas en un futuro a partir de esas alianzas. Aunque no debemos cargar esta lógica hacia la parte positiva, pues un país enfermo es un país que está afectando su producción y su capacidad de acaparar económicamente, más cuando la corrupción es la norma en el funcionamiento del estado. Pero hasta la misma utilidad que forma parte del estandarte de los corruptos se ve afectada cuando no hay confianza ni se obtiene lo que se adquiere.

El desafío de las empresas privadas y farmacéuticas no está sólo en controlar la producción, aceptar o negar la distribución, también deben buscar la forma de que el mundo les crea.

Es inevitable pensar que las compañías farmacéuticas pueden generar nuevos vínculos entre las naciones que solicitan la cura para hacerle frente a uno de los peores males globales del siglo XXI. Y que las empresas privadas adquieren un poder reconocible que condiciona las negociaciones de las empresas farmacéuticas con los gobiernos en el mundo.

El papel del gobierno se constituye como regulador de la distribución, y la resolución del problema de manera pronta e inmediata, esto deriva en una percepción de confianza de una nación frente al mundo, volverse los primeros en erradicar el problema y no ser un riesgo para quien visita al país es bastante atractivo para cualquiera. El desarrollo de la vacuna contra el Covid-19 ha sido comparado con la carrera espacial entre Estados Unidos y Rusia a mediados de los 50s y mediados de los 70s, quien consiga alcanzar el objetivo lograría consolidar su hegemonía mundial.

No sólo basta con tener la solución en forma de vacuna. También hay que implementar estrategias de aplicación para inmunizar a la nación lo antes posible. Los reflectores están sobre Israel con más de 6 millones y medio de vacunados, tomando en cuenta que su población total es de 9 millones; por otro lado, Estados Unidos lleva más de 56 millones de vacunados con una población total de 330 millones de habitantes. La carrera espacial ahora está en inmunizar lo más pronto posible.

Sin embargo, ante las diversas vacunas que están posicionadas en el mercado farmacéutico, no basta con generar negociaciones entre las empresas privadas y los gobiernos. La confianza también es un terreno en disputa, pues los vínculos entre el sector privado y el estado deben buscar prevalecer, y las relaciones políticas no se van a constituir si no existe confianza, entendiendo que se asimila una percepción positiva cuando se obtiene lo que se promete, cuando hay advertencias y datos precisos sobre los riesgos y las posibilidades de éxito entre cada una de las vacunas.

No es suficiente conocer el precio o la capacidad de distribución, la efectividad de las vacunas para los gobiernos constituye una oportunidad de establecer lazos políticos sólidos que permitirán resolver problemas en un futuro a partir de esas alianzas. Aunque no debemos cargar esta lógica hacia la parte positiva, pues un país enfermo es un país que está afectando su producción y su capacidad de acaparar económicamente, más cuando la corrupción es la norma en el funcionamiento del estado. Pero hasta la misma utilidad que forma parte del estandarte de los corruptos se ve afectada cuando no hay confianza ni se obtiene lo que se adquiere.

El desafío de las empresas privadas y farmacéuticas no está sólo en controlar la producción, aceptar o negar la distribución, también deben buscar la forma de que el mundo les crea.