/ domingo 28 de enero de 2024

Reflexiones en textos cortos | Votar por el que no se parece a ti

Me inquieta un poco las largas filas que se están haciendo en módulos del INE para la renovación de la credencial de elector. Si el interés en tramitar y obtener una identificación oficial es proporcional a la necesidad de votar en las próximas elecciones. Pienso que este país tiene una inquietud empedernida por participar en algo.

Anteriormente había cuestionado esa reducción de la democracia que implica votar, pues si la democracia se remite sólo a eso, resulta injusta, el académico mejor preparado, el comerciante informal o el dueño de una empresa, aportan exactamente el mismo valor en su voto. Pero ¿Cuáles son los parámetros para decidir qué es lo mejor para todos?

Los jóvenes que acaban de sacar su credencial de elector son esa mirada escondida de una decisión incierta, cambian tanto su forma de pensar, que la elección resulta crucial. Sin embargo, el que primero llegue a ellos puede ser determinante en una última decisión. ¿Quién puede influir en los jóvenes y qué debería de decir?

La influencia es un tema estudiado por la psicología social, pero cómo influimos sobre los demás y qué condiciones deben tener los electores para poder ser influenciados. Más allá del desconocimiento; lo que importa y lo atractivo en las campañas políticas es decir lo que la gente quiere escuchar. Eso es muy rentable, no sólo en la política, también en la publicidad o los contenidos en internet.

Hay un culto a la individualidad, en donde si algo te genera un sentimiento negativo, ese algo está mal y se vuelve un enemigo, que se evita o se enfrenta. Sin pensar que la forma en la que yo percibo algo que lastima o me genera inconformidad tiene la posibilidad de generar un cambio. Escuchar solamente lo que queremos oír no cambiará las cosas, sólo nos empecinará en seguir haciendo lo de siempre; y si algo les gusta a las personas, sobre todo a los jóvenes, es escuchar que lo que están haciendo está bien.

Qué pasa entonces con los adultos, pues que resulta mucho más difícil convencerlos de algo distinto que atenta contra lo que han estado creyendo por décadas. No es lo mismo convencer a un anciano de que el socialismo es una alternativa, que convencer a un joven elector.

Las siguientes elecciones seguirán marcadas por lo de siempre, el espectáculo; ahora comandado por un evento histórico, dos mujeres proclamándose para ser la primera mujer presidenta de la historia de nuestro país.

En las próximas semanas debemos estar atentos no sólo a las propuestas que tienen que ver con lo que siempre hemos pensado sobre el país y cómo cambiarlo, hay que dar espacio a entender lo que no tiene que ver con nosotros. La diferencia es lo que va a marcar la pauta de una transformación; y la mayoría de las veces la propuesta diferente viene de las minorías, el pensamiento mayoritario no cambiará nada. La diferencia constituye el cambio, la similitud conserva el estado actual de las cosas.

Me inquieta un poco las largas filas que se están haciendo en módulos del INE para la renovación de la credencial de elector. Si el interés en tramitar y obtener una identificación oficial es proporcional a la necesidad de votar en las próximas elecciones. Pienso que este país tiene una inquietud empedernida por participar en algo.

Anteriormente había cuestionado esa reducción de la democracia que implica votar, pues si la democracia se remite sólo a eso, resulta injusta, el académico mejor preparado, el comerciante informal o el dueño de una empresa, aportan exactamente el mismo valor en su voto. Pero ¿Cuáles son los parámetros para decidir qué es lo mejor para todos?

Los jóvenes que acaban de sacar su credencial de elector son esa mirada escondida de una decisión incierta, cambian tanto su forma de pensar, que la elección resulta crucial. Sin embargo, el que primero llegue a ellos puede ser determinante en una última decisión. ¿Quién puede influir en los jóvenes y qué debería de decir?

La influencia es un tema estudiado por la psicología social, pero cómo influimos sobre los demás y qué condiciones deben tener los electores para poder ser influenciados. Más allá del desconocimiento; lo que importa y lo atractivo en las campañas políticas es decir lo que la gente quiere escuchar. Eso es muy rentable, no sólo en la política, también en la publicidad o los contenidos en internet.

Hay un culto a la individualidad, en donde si algo te genera un sentimiento negativo, ese algo está mal y se vuelve un enemigo, que se evita o se enfrenta. Sin pensar que la forma en la que yo percibo algo que lastima o me genera inconformidad tiene la posibilidad de generar un cambio. Escuchar solamente lo que queremos oír no cambiará las cosas, sólo nos empecinará en seguir haciendo lo de siempre; y si algo les gusta a las personas, sobre todo a los jóvenes, es escuchar que lo que están haciendo está bien.

Qué pasa entonces con los adultos, pues que resulta mucho más difícil convencerlos de algo distinto que atenta contra lo que han estado creyendo por décadas. No es lo mismo convencer a un anciano de que el socialismo es una alternativa, que convencer a un joven elector.

Las siguientes elecciones seguirán marcadas por lo de siempre, el espectáculo; ahora comandado por un evento histórico, dos mujeres proclamándose para ser la primera mujer presidenta de la historia de nuestro país.

En las próximas semanas debemos estar atentos no sólo a las propuestas que tienen que ver con lo que siempre hemos pensado sobre el país y cómo cambiarlo, hay que dar espacio a entender lo que no tiene que ver con nosotros. La diferencia es lo que va a marcar la pauta de una transformación; y la mayoría de las veces la propuesta diferente viene de las minorías, el pensamiento mayoritario no cambiará nada. La diferencia constituye el cambio, la similitud conserva el estado actual de las cosas.