/ lunes 28 de agosto de 2017

Reflexiones y Alucinaciones

(Segunda parte)

Desde el año 2000, el ISSEMyM padece de una enfermedad crónica degenerativa que le impide ofrecer medianamente los servicios de salud y demás prestaciones a que tienen derecho los servidores públicos en activo y jubilados: padece de obesidad.

En busca de un remedio casero, de esos que cuestan casi nada, pero que, según los expertos quiroprácticos pueden ser efectivos y le podrían dar a ese organismo viabilidad para los próximos años, es que me propongo hacer las reflexiones siguientes que pongo a consideración de la audiencia de El Sol de Toluca.

Allá por el año 1994, cuando el ISSEMyM atendía alrededor de 148 mil servidores públicos en activo, además de familiares y dependientes económicos -en total 463 mil derechohabientes, entre ellos ocho mil 400 pensionados-, la directora general, en aquel entonces Marcela González Salas, mandó hacer una reforma administrativa con objeto de ofrecer servicios con calidad, calidez y oportunidad; la estructura organizativa central que el Consejo Directivo le autorizó fue la siguiente: una Dirección General, cuatro direcciones de área, 10 subdirecciones y no más de 15 departamentos.

Con esa estructura administrativa que perduró hasta el año 2000, se fortalecieron los servicios médicos, además de acercarlos a los derechohabientes: se construyó el Centro Médico de Ecatepec para atender la parte Oriente del Estado; se crearon clínicas regionales en Almoloya de Alquisiras, Tenancingo, Tejupilco, Atlacomulco, Metepec, entre otras. Entonces el Organismo no padecía los problemas financieros que actualmente tiene. ¡Bueno! Cuando terminó su periodo dejó una reserva líquida para 10 años que aseguraba el pago de pensiones. Marcela –ni le debo ni me debe- era ordenada, estricta y disciplinada. Las instituciones públicas -gobierno del Estado y ayuntamientos- las puso al corriente en el pago de cuotas y aportaciones.

A partir del año 2000, durante el gobierno de Arturo Montiel y subsiguientes, la estructura central del ISSEMyM creció a ritmo acelerado, hasta alcanzar la obesidad administrativa que actualmente tiene: la Dirección General adquirió el rango de Subsecretaría; las cuatro direcciones de área se transformaron en cinco coordinaciones -dos de carácter sustantivo y tres adjetivas (sic)- con el rango de direcciones generales; se establecieron 15 dirección de área, 36 subdirecciones y 70 departamentos; se crearon además -¡increíble!- siete unidades staff de la Dirección General, cada una con estructura propia que incluye una dirección general, direcciones de área, subdirecciones y departamentos. Así, la administración central del sistema, dicen quienes lo conocen y lo estudian, que ha crecido entre el 400 y 500%. En esa estructura caben muchos amigos y muchos paisanos.

En defensa de la estructura actual, se podría afirmar que la derechohabiencia ahora es mucho más grande que en aquel entones. Cierto, pero no tanto: de 213 mil servidores públicos que había en el 2000, pasó en 2017 a 368 mil 700: mucho menos del doble, mientras que el aparato administrativo central se cuadruplicó o quintuplicó.

¿Con la actual estructura administrativa se han mejorado los servicios y prestaciones? Si así fuera, no habría pero alguno; pero, es todo lo contrario: ni la calidad, ni la calidez, ni la oportunidad han mejorado: la atención médica, que es la parte medular de la seguridad social, da pena: por falta de personal médico especializado, los pacientes habrán de esperar entre seis y doce meses; ¡Bueno! Hay quien tarda más de dos años para ser atendido por un oftalmólogo. Y ¿las cirugías? Por igual: ha habido casos que al paciente le han suspendido su intervención quirúrgica hasta cinco veces, con el consiguiente desgaste físico y emocional; peor aún, las intervenciones de traumatología y ortopedia, por falta de insumos, no se realizan. Y, ¿los medicamentos? Bueno, ya lo sabe usted, ahora son genéricos. Sin embargo, los directivos han encontrado una fórmula bizarra para el manejo de las farmacias: empresas privadas surten los medicamentos ahora dentro de las unidades médicas, haciendo uso de espacios públicos. Extraña forma de hacer negocios ¿No cree usted? Y, ¿las finanzas del Instituto cómo estarán? Ese importante rubro, mi querido amigo, será tema de las siguientes reflexiones.

Por ello, llego a la conclusión que el nuevo gobierno debe tener entre sus prioridades la reingeniería de ese Organismo, adelgazando su administración central y fortaleciendo su función sustantiva, es decir los servicios médicos y las prestaciones socioeconómicas, sin olvidar el uso de las nuevas tecnologías informáticas.

romeromisael68@gmail.com

(Segunda parte)

Desde el año 2000, el ISSEMyM padece de una enfermedad crónica degenerativa que le impide ofrecer medianamente los servicios de salud y demás prestaciones a que tienen derecho los servidores públicos en activo y jubilados: padece de obesidad.

En busca de un remedio casero, de esos que cuestan casi nada, pero que, según los expertos quiroprácticos pueden ser efectivos y le podrían dar a ese organismo viabilidad para los próximos años, es que me propongo hacer las reflexiones siguientes que pongo a consideración de la audiencia de El Sol de Toluca.

Allá por el año 1994, cuando el ISSEMyM atendía alrededor de 148 mil servidores públicos en activo, además de familiares y dependientes económicos -en total 463 mil derechohabientes, entre ellos ocho mil 400 pensionados-, la directora general, en aquel entonces Marcela González Salas, mandó hacer una reforma administrativa con objeto de ofrecer servicios con calidad, calidez y oportunidad; la estructura organizativa central que el Consejo Directivo le autorizó fue la siguiente: una Dirección General, cuatro direcciones de área, 10 subdirecciones y no más de 15 departamentos.

Con esa estructura administrativa que perduró hasta el año 2000, se fortalecieron los servicios médicos, además de acercarlos a los derechohabientes: se construyó el Centro Médico de Ecatepec para atender la parte Oriente del Estado; se crearon clínicas regionales en Almoloya de Alquisiras, Tenancingo, Tejupilco, Atlacomulco, Metepec, entre otras. Entonces el Organismo no padecía los problemas financieros que actualmente tiene. ¡Bueno! Cuando terminó su periodo dejó una reserva líquida para 10 años que aseguraba el pago de pensiones. Marcela –ni le debo ni me debe- era ordenada, estricta y disciplinada. Las instituciones públicas -gobierno del Estado y ayuntamientos- las puso al corriente en el pago de cuotas y aportaciones.

A partir del año 2000, durante el gobierno de Arturo Montiel y subsiguientes, la estructura central del ISSEMyM creció a ritmo acelerado, hasta alcanzar la obesidad administrativa que actualmente tiene: la Dirección General adquirió el rango de Subsecretaría; las cuatro direcciones de área se transformaron en cinco coordinaciones -dos de carácter sustantivo y tres adjetivas (sic)- con el rango de direcciones generales; se establecieron 15 dirección de área, 36 subdirecciones y 70 departamentos; se crearon además -¡increíble!- siete unidades staff de la Dirección General, cada una con estructura propia que incluye una dirección general, direcciones de área, subdirecciones y departamentos. Así, la administración central del sistema, dicen quienes lo conocen y lo estudian, que ha crecido entre el 400 y 500%. En esa estructura caben muchos amigos y muchos paisanos.

En defensa de la estructura actual, se podría afirmar que la derechohabiencia ahora es mucho más grande que en aquel entones. Cierto, pero no tanto: de 213 mil servidores públicos que había en el 2000, pasó en 2017 a 368 mil 700: mucho menos del doble, mientras que el aparato administrativo central se cuadruplicó o quintuplicó.

¿Con la actual estructura administrativa se han mejorado los servicios y prestaciones? Si así fuera, no habría pero alguno; pero, es todo lo contrario: ni la calidad, ni la calidez, ni la oportunidad han mejorado: la atención médica, que es la parte medular de la seguridad social, da pena: por falta de personal médico especializado, los pacientes habrán de esperar entre seis y doce meses; ¡Bueno! Hay quien tarda más de dos años para ser atendido por un oftalmólogo. Y ¿las cirugías? Por igual: ha habido casos que al paciente le han suspendido su intervención quirúrgica hasta cinco veces, con el consiguiente desgaste físico y emocional; peor aún, las intervenciones de traumatología y ortopedia, por falta de insumos, no se realizan. Y, ¿los medicamentos? Bueno, ya lo sabe usted, ahora son genéricos. Sin embargo, los directivos han encontrado una fórmula bizarra para el manejo de las farmacias: empresas privadas surten los medicamentos ahora dentro de las unidades médicas, haciendo uso de espacios públicos. Extraña forma de hacer negocios ¿No cree usted? Y, ¿las finanzas del Instituto cómo estarán? Ese importante rubro, mi querido amigo, será tema de las siguientes reflexiones.

Por ello, llego a la conclusión que el nuevo gobierno debe tener entre sus prioridades la reingeniería de ese Organismo, adelgazando su administración central y fortaleciendo su función sustantiva, es decir los servicios médicos y las prestaciones socioeconómicas, sin olvidar el uso de las nuevas tecnologías informáticas.

romeromisael68@gmail.com

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