/ lunes 2 de octubre de 2017

Reflexiones y Alucinaciones

La desgracia de los mexicanos, ocasionada por los sismos de septiembre, ha movido el corazón de los partidos políticos hasta estar decididos a renunciar a sus prerrogativas: cual más ha ofrecido, como en una tienda de subastas, parte o la totalidad de sus recursos provenientes del financiamiento público para que sean utilizados en la reconstrucción del país, que finalmente es dinero aportado por los contribuyentes mexicanos.

Empezó el enemigo a vencer, Manuel López Obrador, líder de Morena, ofreciendo el 20% de sus prerrogativas, a lo que el presidente del INE, Lorenzo Montoya, se opuso terminantemente, alegando que tal osadía constituía desviación de recursos, penalizado por la Ley; le siguió el Frente Amplio (PAN, PRD y MC) proponiendo que fuera el 50% de esas prerrogativas; fue entonces cuando el PRI, para no quedarse atrás, ofreció donar el 100% de los 258 millones de pesos que el INE le resta entregar en 2017. Para entonces, el presidente del INE ya había encontrado la fórmula mágica para que tal audacia no constituyera un delito.

En esa oferta estaban los partidos, cuando el dirigente del PRI, por la tarde del 25 de septiembre, de manera insólita anunció: además de los 258 millones de pesos que el INE aún le resta de dar en 2017, también renunciaría a recibir el 100% de los recursos que le corresponden para 2018 y, en un acto que revela que su partido se juega el todo por el todo, en ese año electoral, dio a conocer también que promovería una reforma constitucional para que en adelante los partidos dejaran de percibir financiamiento público; y para rematar, agregó que la reforma propuesta incluiría la desaparición de los diputados y senadores plurinominales.

El dirigente priista arguyó que con los ahorros de los recursos anunciados se podrían reunir, casi de inmediato para este año, cerca de mil millones de pesos; con los del 2018, unos seis mil 800 millones de pesos; y con el ahorro que se tendría al desaparecer la representación plurinominal, el fondo sería como de 20 mil millones de pesos que se destinarían íntegros a la reconstrucción del país. ¡Faltaba más! El caso lo ameritaba.

En este concurso de tan fantasiosas propuestas, el Frente Amplio, además de dar su consentimiento para desaparecer el financiamiento público, exigió que el gobierno federal debería de hacer lo suyo: apretarse el cinturón para tener un ahorro de 48 mil millones de pesos; con éstos y el del financiamiento público, se integraría una bolsa de 60 mil millones de pesos para destinarlo a la reconstrucción del país. Ahora se sabe que serían más que suficientes, pues el presidente Peña, el jueves por la noche, informó que para ese fin se requerían aproximadamente de 37 mil millones de pesos.

Es evidente que la propuesta altruista del dirigente del PRI, por sus alcances, de manera alguna no es suya, ni del equipo que le rodea; el epicentro de su oferta fue, sin duda alguna, Los Pinos, en donde seguramente se gestó y se evaluaron sus alcances. ¡Ningún partido político ofrece algo a cambio de nada!

La medida propuesta, a través del presidente del PRI, es un riesgo totalmente calculado, más ahora que por sus errores está muy lejos de estar en las preferencias ciudadanas. ¡Para grandes males, grandes remedios! Tuvo que ser analizada previamente, de manera rigurosa, por los hombres del sistema, sin dejar ninguna variable imprevista que pueda poner en peligro las elecciones presidenciales de 2018. En ese sentido, la oferta priista es una carnada que encierra mucho de maquiavélico: la ayuda a los miles de damnificados por los sismos de septiembre que los demás partidos políticos no podrán desechar, so pena de verse rechazados por la sociedad.

De llevarse a cabo la reforma constitucional en los términos propuestos por el PRI, sus adversarios más fuertes que podrían realmente contender por la Presidencia: el Frente Amplio (PAN, PRD y MC) y Morena se quedarían totalmente en desventaja, o como decían nuestras abuelas, como la magnífica: “sin cosa alguna”; morirían de inanición. El PRI, por su parte, se las ingeniaría para allegarse de fondos y tener recursos suficientes para la campaña de su candidato; pero además, tiene un as bajo la manga que le asegura millones de votos: el uso de los programas sociales que los demás partidos políticos no tienen, dentro de los cuales, la entrega de materiales de construcción para edificar o reparar su casa, ya es uno de ellos. ¡Bueno! Ya hasta se creó un monedero electrónico que será entregado a quienes resultaron damnificados y que podrán utilizar principalmente en 2018.

romeromisael68@gmail.com

La desgracia de los mexicanos, ocasionada por los sismos de septiembre, ha movido el corazón de los partidos políticos hasta estar decididos a renunciar a sus prerrogativas: cual más ha ofrecido, como en una tienda de subastas, parte o la totalidad de sus recursos provenientes del financiamiento público para que sean utilizados en la reconstrucción del país, que finalmente es dinero aportado por los contribuyentes mexicanos.

Empezó el enemigo a vencer, Manuel López Obrador, líder de Morena, ofreciendo el 20% de sus prerrogativas, a lo que el presidente del INE, Lorenzo Montoya, se opuso terminantemente, alegando que tal osadía constituía desviación de recursos, penalizado por la Ley; le siguió el Frente Amplio (PAN, PRD y MC) proponiendo que fuera el 50% de esas prerrogativas; fue entonces cuando el PRI, para no quedarse atrás, ofreció donar el 100% de los 258 millones de pesos que el INE le resta entregar en 2017. Para entonces, el presidente del INE ya había encontrado la fórmula mágica para que tal audacia no constituyera un delito.

En esa oferta estaban los partidos, cuando el dirigente del PRI, por la tarde del 25 de septiembre, de manera insólita anunció: además de los 258 millones de pesos que el INE aún le resta de dar en 2017, también renunciaría a recibir el 100% de los recursos que le corresponden para 2018 y, en un acto que revela que su partido se juega el todo por el todo, en ese año electoral, dio a conocer también que promovería una reforma constitucional para que en adelante los partidos dejaran de percibir financiamiento público; y para rematar, agregó que la reforma propuesta incluiría la desaparición de los diputados y senadores plurinominales.

El dirigente priista arguyó que con los ahorros de los recursos anunciados se podrían reunir, casi de inmediato para este año, cerca de mil millones de pesos; con los del 2018, unos seis mil 800 millones de pesos; y con el ahorro que se tendría al desaparecer la representación plurinominal, el fondo sería como de 20 mil millones de pesos que se destinarían íntegros a la reconstrucción del país. ¡Faltaba más! El caso lo ameritaba.

En este concurso de tan fantasiosas propuestas, el Frente Amplio, además de dar su consentimiento para desaparecer el financiamiento público, exigió que el gobierno federal debería de hacer lo suyo: apretarse el cinturón para tener un ahorro de 48 mil millones de pesos; con éstos y el del financiamiento público, se integraría una bolsa de 60 mil millones de pesos para destinarlo a la reconstrucción del país. Ahora se sabe que serían más que suficientes, pues el presidente Peña, el jueves por la noche, informó que para ese fin se requerían aproximadamente de 37 mil millones de pesos.

Es evidente que la propuesta altruista del dirigente del PRI, por sus alcances, de manera alguna no es suya, ni del equipo que le rodea; el epicentro de su oferta fue, sin duda alguna, Los Pinos, en donde seguramente se gestó y se evaluaron sus alcances. ¡Ningún partido político ofrece algo a cambio de nada!

La medida propuesta, a través del presidente del PRI, es un riesgo totalmente calculado, más ahora que por sus errores está muy lejos de estar en las preferencias ciudadanas. ¡Para grandes males, grandes remedios! Tuvo que ser analizada previamente, de manera rigurosa, por los hombres del sistema, sin dejar ninguna variable imprevista que pueda poner en peligro las elecciones presidenciales de 2018. En ese sentido, la oferta priista es una carnada que encierra mucho de maquiavélico: la ayuda a los miles de damnificados por los sismos de septiembre que los demás partidos políticos no podrán desechar, so pena de verse rechazados por la sociedad.

De llevarse a cabo la reforma constitucional en los términos propuestos por el PRI, sus adversarios más fuertes que podrían realmente contender por la Presidencia: el Frente Amplio (PAN, PRD y MC) y Morena se quedarían totalmente en desventaja, o como decían nuestras abuelas, como la magnífica: “sin cosa alguna”; morirían de inanición. El PRI, por su parte, se las ingeniaría para allegarse de fondos y tener recursos suficientes para la campaña de su candidato; pero además, tiene un as bajo la manga que le asegura millones de votos: el uso de los programas sociales que los demás partidos políticos no tienen, dentro de los cuales, la entrega de materiales de construcción para edificar o reparar su casa, ya es uno de ellos. ¡Bueno! Ya hasta se creó un monedero electrónico que será entregado a quienes resultaron damnificados y que podrán utilizar principalmente en 2018.

romeromisael68@gmail.com

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