/ miércoles 3 de junio de 2020

Repique inocente | Como te ven, te tratan

En los Estados Unidos de México —vulgo, Gringolandia— están hechos un basilisco. Llevan una semana de protestas por el asesinato de George Floyd, sujeto de piel negra que murió asfixiado tras una detención policiaca. No es la primera vez y no será la última.

Los más longevos de la comarca —vulgo, rucos— se acordarán de las protestas de 1992 en Los Ángeles, California, cuando un jurado exoneró a unos policías por la paliza que le dieron a un taxista negro llamado Rodney King. Los de memoria corta podrán recordar los llamados Desórdenes de Ferguson, de 2014, cuando la policía de Missouri mató a un joven negro. Y si nos remontamos a los últimos 100 años, entonces está ahí la Masacre de Tulsa, en la que en Tulsa, Oklahoma, en la que 300 afroamericanos fueron asesinados por hombres blancos armados ayudados por policías. La historia de estos hechos es más grande que mis malos pensamientos.

Pero los mexicanos no cantamos mal las rancheras.

Sin llegar a los extremos de la revueltas, en México se practica el racismo y la discriminación. No es lo mismo ser “prietito” que “güerito”. No es lo mismo ser gordo que flaco. Tener rasgos indígenas o negros o mestizos o caucásicos acarrea un trato distinto. Ser mujer o varón, ser homosexual o lesbiana o transexual, puede significar la diferencia. También el estado de salud y la capacidad mental. Ni hablar de ser pobre o rico. Incluso, el credo religioso o el origen geográfico puede ser un factor de discriminación.

El acceso a la educación, el empleo y el salario, la atención médica y hasta la participación política puede ser menoscabados en muchos de esos supuestos.

Hablando del tono de piel —el eje de las protestas en Estados Unidos— la Encuesta Nacional Sobre Discriminación 2017 señala, por ejemplo, que entre las personas con tonos de piel más oscuros, solo 31.9 por ciento cuenta con educación media superior o superior, entre las personas con tonos de piel intermedios la cifra alcanza 46 por ciento y entre quienes declaran tonos de piel más claros se eleva a 56.1 por ciento.

El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación indica que los actos discriminatorios en México están motivados por el tono de piel, la manera de hablar, el peso o estatura, el arreglo personal, el nivel socioeconómico, el lugar donde se vive, las creencias religiosas, el género, la edad y la orientación sexual, entre otros.

En México, el acceso a la educación superior así como al empleo muchas veces están condicionados por este tipo de factores. Como te ven, te tratan, dice la sabiduría popular, y tiene razón.

En el estado de México, la Encuesta Nacional Sobre Discriminación indica que uno de cada cuatro personas declaró haber sentido discriminación en al menos una ocasión en el año previo a la encuesta.

La misma encuesta apunta a un problema estructural: la discriminación expresada en la negación injustificada de derechos básicos como la educación, la atención médica, el trabajo y la seguridad social, la atención o servicios en oficinas de gobierno, el acceso o permanencia en algún negocio, centro comercial o banco, la oportunidad de trabajar u obtener un ascenso, para obtener algún crédito de vivienda, préstamo o tarjeta y hasta para recibir apoyos de programas sociales. A nivel nacional, uno de cada cuatro mayores de 18 años declaró que se le negó al menos un derecho básico.

***

Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.

En los Estados Unidos de México —vulgo, Gringolandia— están hechos un basilisco. Llevan una semana de protestas por el asesinato de George Floyd, sujeto de piel negra que murió asfixiado tras una detención policiaca. No es la primera vez y no será la última.

Los más longevos de la comarca —vulgo, rucos— se acordarán de las protestas de 1992 en Los Ángeles, California, cuando un jurado exoneró a unos policías por la paliza que le dieron a un taxista negro llamado Rodney King. Los de memoria corta podrán recordar los llamados Desórdenes de Ferguson, de 2014, cuando la policía de Missouri mató a un joven negro. Y si nos remontamos a los últimos 100 años, entonces está ahí la Masacre de Tulsa, en la que en Tulsa, Oklahoma, en la que 300 afroamericanos fueron asesinados por hombres blancos armados ayudados por policías. La historia de estos hechos es más grande que mis malos pensamientos.

Pero los mexicanos no cantamos mal las rancheras.

Sin llegar a los extremos de la revueltas, en México se practica el racismo y la discriminación. No es lo mismo ser “prietito” que “güerito”. No es lo mismo ser gordo que flaco. Tener rasgos indígenas o negros o mestizos o caucásicos acarrea un trato distinto. Ser mujer o varón, ser homosexual o lesbiana o transexual, puede significar la diferencia. También el estado de salud y la capacidad mental. Ni hablar de ser pobre o rico. Incluso, el credo religioso o el origen geográfico puede ser un factor de discriminación.

El acceso a la educación, el empleo y el salario, la atención médica y hasta la participación política puede ser menoscabados en muchos de esos supuestos.

Hablando del tono de piel —el eje de las protestas en Estados Unidos— la Encuesta Nacional Sobre Discriminación 2017 señala, por ejemplo, que entre las personas con tonos de piel más oscuros, solo 31.9 por ciento cuenta con educación media superior o superior, entre las personas con tonos de piel intermedios la cifra alcanza 46 por ciento y entre quienes declaran tonos de piel más claros se eleva a 56.1 por ciento.

El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación indica que los actos discriminatorios en México están motivados por el tono de piel, la manera de hablar, el peso o estatura, el arreglo personal, el nivel socioeconómico, el lugar donde se vive, las creencias religiosas, el género, la edad y la orientación sexual, entre otros.

En México, el acceso a la educación superior así como al empleo muchas veces están condicionados por este tipo de factores. Como te ven, te tratan, dice la sabiduría popular, y tiene razón.

En el estado de México, la Encuesta Nacional Sobre Discriminación indica que uno de cada cuatro personas declaró haber sentido discriminación en al menos una ocasión en el año previo a la encuesta.

La misma encuesta apunta a un problema estructural: la discriminación expresada en la negación injustificada de derechos básicos como la educación, la atención médica, el trabajo y la seguridad social, la atención o servicios en oficinas de gobierno, el acceso o permanencia en algún negocio, centro comercial o banco, la oportunidad de trabajar u obtener un ascenso, para obtener algún crédito de vivienda, préstamo o tarjeta y hasta para recibir apoyos de programas sociales. A nivel nacional, uno de cada cuatro mayores de 18 años declaró que se le negó al menos un derecho básico.

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Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.