/ miércoles 9 de junio de 2021

Repique inocente | El ciudadano premió y castigó


Una primera ojeada al futuro mapa político del estado de México muestra un avance de la alianza del PAN, PRI y PRD —en orden de registro— frente al Movimiento Regeneración Nacional y sus aliados.

Una segunda lectura apunta a que PAN, PRI y PRD no pueden cantar victoria. En algunos distritos y municipios la división condujo a que carguen con una derrota por no haber concretado la coalición.

Un tercer rubro que deja el análisis es que los candidatos de Morena que fueron derrotados pecaron de soberbia. Y que fueron afectados directa o indirectamente por la falta de respuesta a las expectativas que formularon en su ejercicio gubernamental.

El papel fundamental en todo esto lo tiene el ciudadano, que parece haber comprendido que puede dar y quitar. Que tiene la certeza de que la era del Partido Oficial —así, con mayúsculas—, monolítico, todopoderoso, dador y creador, fuente de la ideología del mexicano promedio, quedó en el pasado. Por lo tanto, que sabe que puede ejercer su voluntad en la democracia como una imperfecta forma de gobierno, pero también la más adecuada para repartir y equilibrar el ejercicio del poder.

Así se observa en los resultados de la elección del domingo. El ciudadano premió y castigó por igual.

Por ejemplo, el próximo trienio, el PRI encabezará las fórmulas de gobierno en 48 municipios. 22 de ellos ganados con sus propios candidatos y sin alianza. El PAN, por su parte, tendrá 19 gobiernos, incluyendo los cuatro que ganó sólo. Y Morena también fue beneficiario del desgaste y la degradación del ejercicio de la política, al ganar municipios como Chimalhuacán e Ixtapaluca, que la organización Antorcha Campesina consideraba como suyos —y que sin los recursos propios de la política de manifestación y chantaje, no pudo conservar por la vía electoral—.

La expresión de la conciencia cívica sensible y exigente se hizo vigente en el voto. Muchos de los buscaron reelegirse tendrían que ver una lección en el hecho de que las expectativas incumplidas pasan factura más que nunca.

Ahí está el caso de los diputados que buscaban repetir en la curul, engreídos en un presidente y el emblema de un movimiento, pero con exiguos resultados, demasiados pendientes, con un pronunciado deterioro en su imagen y, por la pandemia, sumidos en una oscuridad impenetrable —salvo casos excepcionales—.

Lo mismo podría decirse de algunos presidentes municipales que buscaban validar un segundo mandato: ajenos, delicados ante la crítica, demagogos, fatuos.

Y algunos candidatos también pecaron de exceso de confianza. Rechazaron ir en coalición y prefirieron competir con las siglas de su partido, terminando derrotados por una alianza que sí se concretó.

Ellos cargan con el baldón de la derrota. Porque la victoria es, ante todo, ciudadana, porque es la confirmación de que la voluntad popular es más fuerte que las ambiciones de los políticos.

***

Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.


Una primera ojeada al futuro mapa político del estado de México muestra un avance de la alianza del PAN, PRI y PRD —en orden de registro— frente al Movimiento Regeneración Nacional y sus aliados.

Una segunda lectura apunta a que PAN, PRI y PRD no pueden cantar victoria. En algunos distritos y municipios la división condujo a que carguen con una derrota por no haber concretado la coalición.

Un tercer rubro que deja el análisis es que los candidatos de Morena que fueron derrotados pecaron de soberbia. Y que fueron afectados directa o indirectamente por la falta de respuesta a las expectativas que formularon en su ejercicio gubernamental.

El papel fundamental en todo esto lo tiene el ciudadano, que parece haber comprendido que puede dar y quitar. Que tiene la certeza de que la era del Partido Oficial —así, con mayúsculas—, monolítico, todopoderoso, dador y creador, fuente de la ideología del mexicano promedio, quedó en el pasado. Por lo tanto, que sabe que puede ejercer su voluntad en la democracia como una imperfecta forma de gobierno, pero también la más adecuada para repartir y equilibrar el ejercicio del poder.

Así se observa en los resultados de la elección del domingo. El ciudadano premió y castigó por igual.

Por ejemplo, el próximo trienio, el PRI encabezará las fórmulas de gobierno en 48 municipios. 22 de ellos ganados con sus propios candidatos y sin alianza. El PAN, por su parte, tendrá 19 gobiernos, incluyendo los cuatro que ganó sólo. Y Morena también fue beneficiario del desgaste y la degradación del ejercicio de la política, al ganar municipios como Chimalhuacán e Ixtapaluca, que la organización Antorcha Campesina consideraba como suyos —y que sin los recursos propios de la política de manifestación y chantaje, no pudo conservar por la vía electoral—.

La expresión de la conciencia cívica sensible y exigente se hizo vigente en el voto. Muchos de los buscaron reelegirse tendrían que ver una lección en el hecho de que las expectativas incumplidas pasan factura más que nunca.

Ahí está el caso de los diputados que buscaban repetir en la curul, engreídos en un presidente y el emblema de un movimiento, pero con exiguos resultados, demasiados pendientes, con un pronunciado deterioro en su imagen y, por la pandemia, sumidos en una oscuridad impenetrable —salvo casos excepcionales—.

Lo mismo podría decirse de algunos presidentes municipales que buscaban validar un segundo mandato: ajenos, delicados ante la crítica, demagogos, fatuos.

Y algunos candidatos también pecaron de exceso de confianza. Rechazaron ir en coalición y prefirieron competir con las siglas de su partido, terminando derrotados por una alianza que sí se concretó.

Ellos cargan con el baldón de la derrota. Porque la victoria es, ante todo, ciudadana, porque es la confirmación de que la voluntad popular es más fuerte que las ambiciones de los políticos.

***

Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.