/ miércoles 8 de julio de 2020

Repique inocente | El preciso en el gabacho

El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador —conocido en esta media plana como “el preciso”—, anda por el gabacho. Para cuando mis estimados cuatro lectores tengan en sus apreciables manos esta media plana —o sus respectivos bites y bytes digitales—, estará rindiendo homenaje a Abraham Lincoln, a Benito Juárez o reunido a piedra y lodo con mister Donald Trump, que despacha como presidente de los Estados Unidos de América desde el célebre despacho oval.

Es conocido que López Obrador no habla inglés. Lo que significa una ventaja para la investidura presidencial, porque se tendrá que hacer entender por medio de un intérprete —o mediante el canciller Marcelo Ebrard—, que a su vez implica que los mexicanos de a pie tenemos la garantía de que no va a intentar unos gorgoritos en el idioma de Shakespeare, como los hicieron algunos de sus antecesores, hasta caer en el ridículo más ridículo que consigna la historia reciente —fans de Lord Peña, no se esponjen, mejor recomienden clases en línea, por aquello de la pandemia—.

Que “el preciso” ignore el idioma de Twain, Beecher Stowe, Lee, Faulkner, Auster, Roth, Strait, McGraw, y [Groucho] Marx, implica que tampoco entienda si el presidente Trump insulta al pueblo mexicano, demanda la construcción del muro fronterizo o pide que le devuelvan El Chamizal. Aunque para ello es menester que se le den indicaciones precisas al intérprete-traductor para que en vez de tocar esos espinosos temas, diga algo así como que qué bonitos son los campos de golf de Cancún —que el señor Trump conoce muy bien— o que el agua de cebada debiera ser nombrada bebida nacional mexicana. O que los suéteres de Gualupita son los más calientitos del universo. O cualquier otra cosa… se aceptan sugerencias. La verdad, yo me iría por esta última opción, porque eso permitiría que “el preciso” prometiera enviarle a Trump algún jorongo o abrigo de lana mexiquense con la leyenda "Maik America Greit Aguein", que el republicano podría lucir en su campaña rumbo a la reelección. O un sombrero charro, bien galigoreado, con una leyenda semejante para lucir en 5 de mayo.

Sería bonito este gesto de amistad. Del Buen Vecino o del Patio Trasero. Como ustedes gusten y manden, porque aquí no vamos a pelear por posiciones ideológicas de la relación México-Estados Unidos.

Lo que parece seguro es que el presidente de Estados Unidos —o Gringolandia, si ustedes prefieren— va a actuar en calidad de anfitrión educado y comedido. Esa deducción se desprende de que Donald Trump ha calificado al presidente mexicano como su amigo y como un “hombre maravilloso”. Por lo tanto, no dudo que que López Obrador va a regresar de su primera gira internacional con orejas y rabo. O para ser políticamente correcto, con laureles en las sienes y presumiendo de que fue, vio y venció. Anticipo que ese escenario no le va a gustar nada a sus detractores. Adelanto también que los fieles del “preciso” se deshacerán en halagos por las cualidades de diplomático que tengan a bien encontrarle.

En contraste, cualquier falla servirá para que unos lo tundan y los otros lo defiendan. Ahí está para muestra el asunto del cubrebocas que se ha visto forzado a utilizar “el preciso” para viajar en línea comercial y con escalas a la ciudad de Washington, Distrito de Columbia. Si lo hace, porque lo hace. Si no lo hace, porque no lo hace.

Se cumple el primer viaje internacional de López Obrador. Ténganlo en cuenta, porque serán pocos y forzados. Como el de hoy.

***

Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.

El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador —conocido en esta media plana como “el preciso”—, anda por el gabacho. Para cuando mis estimados cuatro lectores tengan en sus apreciables manos esta media plana —o sus respectivos bites y bytes digitales—, estará rindiendo homenaje a Abraham Lincoln, a Benito Juárez o reunido a piedra y lodo con mister Donald Trump, que despacha como presidente de los Estados Unidos de América desde el célebre despacho oval.

Es conocido que López Obrador no habla inglés. Lo que significa una ventaja para la investidura presidencial, porque se tendrá que hacer entender por medio de un intérprete —o mediante el canciller Marcelo Ebrard—, que a su vez implica que los mexicanos de a pie tenemos la garantía de que no va a intentar unos gorgoritos en el idioma de Shakespeare, como los hicieron algunos de sus antecesores, hasta caer en el ridículo más ridículo que consigna la historia reciente —fans de Lord Peña, no se esponjen, mejor recomienden clases en línea, por aquello de la pandemia—.

Que “el preciso” ignore el idioma de Twain, Beecher Stowe, Lee, Faulkner, Auster, Roth, Strait, McGraw, y [Groucho] Marx, implica que tampoco entienda si el presidente Trump insulta al pueblo mexicano, demanda la construcción del muro fronterizo o pide que le devuelvan El Chamizal. Aunque para ello es menester que se le den indicaciones precisas al intérprete-traductor para que en vez de tocar esos espinosos temas, diga algo así como que qué bonitos son los campos de golf de Cancún —que el señor Trump conoce muy bien— o que el agua de cebada debiera ser nombrada bebida nacional mexicana. O que los suéteres de Gualupita son los más calientitos del universo. O cualquier otra cosa… se aceptan sugerencias. La verdad, yo me iría por esta última opción, porque eso permitiría que “el preciso” prometiera enviarle a Trump algún jorongo o abrigo de lana mexiquense con la leyenda "Maik America Greit Aguein", que el republicano podría lucir en su campaña rumbo a la reelección. O un sombrero charro, bien galigoreado, con una leyenda semejante para lucir en 5 de mayo.

Sería bonito este gesto de amistad. Del Buen Vecino o del Patio Trasero. Como ustedes gusten y manden, porque aquí no vamos a pelear por posiciones ideológicas de la relación México-Estados Unidos.

Lo que parece seguro es que el presidente de Estados Unidos —o Gringolandia, si ustedes prefieren— va a actuar en calidad de anfitrión educado y comedido. Esa deducción se desprende de que Donald Trump ha calificado al presidente mexicano como su amigo y como un “hombre maravilloso”. Por lo tanto, no dudo que que López Obrador va a regresar de su primera gira internacional con orejas y rabo. O para ser políticamente correcto, con laureles en las sienes y presumiendo de que fue, vio y venció. Anticipo que ese escenario no le va a gustar nada a sus detractores. Adelanto también que los fieles del “preciso” se deshacerán en halagos por las cualidades de diplomático que tengan a bien encontrarle.

En contraste, cualquier falla servirá para que unos lo tundan y los otros lo defiendan. Ahí está para muestra el asunto del cubrebocas que se ha visto forzado a utilizar “el preciso” para viajar en línea comercial y con escalas a la ciudad de Washington, Distrito de Columbia. Si lo hace, porque lo hace. Si no lo hace, porque no lo hace.

Se cumple el primer viaje internacional de López Obrador. Ténganlo en cuenta, porque serán pocos y forzados. Como el de hoy.

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Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.