/ jueves 6 de agosto de 2020

Repique inocente | Señor estafador, dos puntos

Señor estafador: tuvo usted el tino de llamarme la semana pasada, fingiendo ser empleado de una institución bancaria. Como ocurre habitualmente cuando se trata de estas llamadas, dijo mal mi nombre —mi segundo nombre—, y acto seguido me vino manejando una ensayada presentación de que se trataba de una llamada de servicio de la institución bancarias fulana de tal.

La siguiente línea del numerito que tiene montado era confirmar que había autorizado algunos cargos de una aseguradora. Usted no contaba con que no era la primera vez que me quieren hacer la faena, así que descarada y sencillamente mentí: sí, todos los cargos los autoricé, contesté.

Lo normal es que la gente se asuste y reaccione negando la media docena de cargos. Ahí es cuando usted —y los de su calaña— obtienen pelos y señales de las tarjetas bancarias.

Pero como esta vez no fue así, usted pasó a la ofensiva, haciéndose el listo: “¿de cuánto fue cada cargo?” La verdad, se lo confieso, no esperaba esa interrogante. Así que dije que no lo recordaba con precisión. Usted disculpe, voy manejando, alegue. Supongo que se molestó, así que me dijo que iba a cancelar los cargos. Todavía tuve el descaro de preguntarle “¿por qué, qué no escuchó que sí son míos?”. Acto seguido le dio por regañarme por no saber el monto de unos seguros, por supuesto inexistentes. Me sacó una carcajada de muy padre y señor mío.

Entre carcajadas, le dije que era muy bruto y le colgué. Después de su fallido intento de “vishing” —como han bautizado a esta modalidad de fraude, por la combinación de las palabras inglesas voice y phishing—, naturalmente, no dejo de preguntarme cómo le hacen usted y sus pares delincuentes para conseguir la información personal de los usuarios de servicios financieros. Aunque en el mundo de los millones de operaciones que se hacen con tarjetas bancarias, no es raro que puedan robar datos personales o obtenerlos con la complicidad de quién sabe quién.

La Comisión Nacional para la Protección de los Usuarios de Servicios Financieros calcula en 86 millones de operaciones de compra con tarjetas bancarias en un trimestre cualquiera. Y medio millón de operaciones terminan en reclamos de cargos no reconocidos. En el primer trimestre del 2019, los usuarios presentaron ante su institución bancaria un millón 188 mil reclamaciones en comercio por internet, con un monto promedio de reclamo de un mil 101 pesos.

En medio de la pandemia por Covid-19, las firmas especializadas apuntan a un aumento en los intentos de fraude. Empresas como Retruster señalan un incremento de 65 por ciento, mientras Kaspersky indica un 30 por ciento. Los ingresos de los criminales se calculan en millones y millones.

Señor estafador, al no haber logrado su cometido, espero que se le haya entripado el coraje, que haya comido aguacate, y entre retortijones y un amargo sabor de boca haya pasado una de las peores tardes de su existencia. Atentamente, su seguro servidor.

***

Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.

Señor estafador: tuvo usted el tino de llamarme la semana pasada, fingiendo ser empleado de una institución bancaria. Como ocurre habitualmente cuando se trata de estas llamadas, dijo mal mi nombre —mi segundo nombre—, y acto seguido me vino manejando una ensayada presentación de que se trataba de una llamada de servicio de la institución bancarias fulana de tal.

La siguiente línea del numerito que tiene montado era confirmar que había autorizado algunos cargos de una aseguradora. Usted no contaba con que no era la primera vez que me quieren hacer la faena, así que descarada y sencillamente mentí: sí, todos los cargos los autoricé, contesté.

Lo normal es que la gente se asuste y reaccione negando la media docena de cargos. Ahí es cuando usted —y los de su calaña— obtienen pelos y señales de las tarjetas bancarias.

Pero como esta vez no fue así, usted pasó a la ofensiva, haciéndose el listo: “¿de cuánto fue cada cargo?” La verdad, se lo confieso, no esperaba esa interrogante. Así que dije que no lo recordaba con precisión. Usted disculpe, voy manejando, alegue. Supongo que se molestó, así que me dijo que iba a cancelar los cargos. Todavía tuve el descaro de preguntarle “¿por qué, qué no escuchó que sí son míos?”. Acto seguido le dio por regañarme por no saber el monto de unos seguros, por supuesto inexistentes. Me sacó una carcajada de muy padre y señor mío.

Entre carcajadas, le dije que era muy bruto y le colgué. Después de su fallido intento de “vishing” —como han bautizado a esta modalidad de fraude, por la combinación de las palabras inglesas voice y phishing—, naturalmente, no dejo de preguntarme cómo le hacen usted y sus pares delincuentes para conseguir la información personal de los usuarios de servicios financieros. Aunque en el mundo de los millones de operaciones que se hacen con tarjetas bancarias, no es raro que puedan robar datos personales o obtenerlos con la complicidad de quién sabe quién.

La Comisión Nacional para la Protección de los Usuarios de Servicios Financieros calcula en 86 millones de operaciones de compra con tarjetas bancarias en un trimestre cualquiera. Y medio millón de operaciones terminan en reclamos de cargos no reconocidos. En el primer trimestre del 2019, los usuarios presentaron ante su institución bancaria un millón 188 mil reclamaciones en comercio por internet, con un monto promedio de reclamo de un mil 101 pesos.

En medio de la pandemia por Covid-19, las firmas especializadas apuntan a un aumento en los intentos de fraude. Empresas como Retruster señalan un incremento de 65 por ciento, mientras Kaspersky indica un 30 por ciento. Los ingresos de los criminales se calculan en millones y millones.

Señor estafador, al no haber logrado su cometido, espero que se le haya entripado el coraje, que haya comido aguacate, y entre retortijones y un amargo sabor de boca haya pasado una de las peores tardes de su existencia. Atentamente, su seguro servidor.

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Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.